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2 Reyes 2:1-22

2 Reyes 2:1-22 TLA

Dios había planeado llevarse a Elías al cielo en un remolino. Ese día, Elías y Eliseo salieron de Guilgal, y Elías le dijo a Eliseo: —Te ruego que te quedes aquí, porque Dios me mandó ir a Betel. Pero Eliseo le contestó: —Te juro por Dios, y por ti mismo, que no te dejaré ir solo. Así que los dos fueron a Betel. Los profetas que estaban en Betel salieron a ver a Eliseo y le preguntaron: —¿Ya sabes que hoy Dios se va a llevar a tu maestro? Él les contestó: —Sí, ya lo sé, pero no digan nada. Después Elías le dijo a Eliseo: —Te ruego que te quedes aquí, porque Dios me mandó ir a la ciudad de Jericó. Pero Eliseo le contestó: —Te juro por Dios, y por ti mismo, que no te dejaré ir solo. Los profetas que vivían en Jericó fueron a ver a Eliseo y le preguntaron: —¿Ya sabes que Dios va a quitarte a tu maestro hoy? Él contestó: —Sí, ya lo sé, pero no digan nada. Después Elías le dijo a Eliseo: —Te ruego que te quedes acá, porque Dios me mandó ir al río Jordán. Pero Eliseo contestó: —Te juro por Dios, y por ti mismo, que no te dejaré ir solo. Entonces se fueron los dos y se detuvieron a la orilla del río Jordán. Cincuenta profetas los habían seguido, pero permanecieron a cierta distancia de ellos. Entonces Elías tomó su capa, la enrolló y golpeó el agua, y el agua se separó en dos, dejando en medio un camino. Los dos cruzaron por tierra seca, y enseguida Elías le dijo a Eliseo: —Dime qué quieres que haga por ti antes de que nos separemos. Eliseo le contestó: —Quiero ser el que se quede en tu lugar como profeta especial de Dios. Elías le dijo: —Me pides algo muy difícil. Sin embargo, si logras verme en el momento en que Dios me lleve, recibirás lo que pides. Pero si no me ves, no lo recibirás. Mientras ellos iban caminando y conversando, apareció una carroza de fuego tirada por caballos de fuego y separó a los dos profetas. Entonces Elías subió al cielo en un remolino. Eliseo lo vio y gritó: —¡Mi maestro! ¡Mi maestro! Fuiste más importante para Israel que los carros de combate y los soldados de caballería. Después de esto no volvió a ver a Elías. Entonces Eliseo tomó su ropa y la rompió en dos para mostrar su tristeza. También levantó la capa que se le había caído a Elías, volvió al río Jordán, golpeó el agua con la capa, y dijo: «¿Dónde está el Dios de Elías?» Al golpear el agua, esta se dividió en dos, dejando libre el paso, y Eliseo cruzó por tierra seca. Cuando los profetas de la ciudad de Jericó vieron a Eliseo al otro lado del río, dijeron: «Ahora Eliseo es el sucesor de Elías». Entonces fueron a su encuentro, se inclinaron delante de él en señal de respeto, y le dijeron: —Eliseo, estamos para servirte. En nuestro grupo hay cincuenta valientes que están dispuestos a buscar a tu maestro Elías. Puede ser que el espíritu de Dios lo haya levantado y dejado sobre alguna montaña o en algún valle. Eliseo les contestó: —No envíen a nadie. Pero tanto le insistieron que acabó diciendo: —De acuerdo, ¡vayan! Entonces los profetas enviaron a cincuenta hombres, y durante tres días estuvieron buscando a Elías, pero no lo encontraron. Cuando regresaron a la ciudad de Jericó, Eliseo les dijo al verlos: —Yo les advertí que no fueran. Los habitantes de Jericó le dijeron entonces a Eliseo: —Eliseo, la ciudad está en un lugar muy bonito, pero el agua es mala y la tierra no produce frutos. Eliseo les dijo: —Tráiganme un recipiente nuevo, y pónganle sal adentro. En cuanto se lo llevaron, Eliseo fue al manantial de la ciudad, arrojó allí la sal y dijo: «Dios dice que ha purificado esta agua, y que nunca más causará la muerte de sus habitantes ni va a impedir que la tierra dé frutos». Desde ese momento, el agua quedó pura, tal y como había dicho Eliseo.