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Daniel 5:1-29

Daniel 5:1-29 TLA

El rey Belsasar hizo una gran fiesta, a la que invitó a las mil personas más importantes de su reino. Todos los asistentes a la fiesta bebieron mucho vino. También Belsasar bebió mucho, y ya borracho mandó traer las copas de oro y plata que su padre Nabucodonosor había traído del templo de Jerusalén. Las mandó traer para que él y sus invitados siguieran bebiendo en ellas. Y mientras bebían, cantaban alabanzas a sus dioses, que eran simples estatuas de oro, plata, cobre, hierro, madera y piedra. De pronto, una mano apareció sobre la pared y comenzó a escribir. La luz de las lámparas permitía ver bien cómo escribía. En cuanto el rey vio la mano, se puso blanco y comenzó a temblar de miedo. Enseguida llamó a gritos a sus sabios y adivinos, y les ordenó: «¿Hay alguien aquí que me pueda explicar lo que está escrito en la pared? Al que lo haga, lo vestiré como un príncipe y le daré el tercer lugar de importancia y autoridad en mi reino». Pero ninguno de los sabios y adivinos entendía lo que estaba escrito, así que tampoco podían explicárselo al rey. Por eso el rey se preocupó mucho, y se asustó aún más. También sus invitados estaban muy confundidos. Cuando la reina oyó los gritos de Belsasar y de sus invitados, entró al salón del banquete y le dijo al rey: «¡Deseo que Su Majestad viva muchos años! ¡No se preocupe más, ni tenga tanto miedo! Aquí en Babilonia hay un joven muy inteligente y sabio. En él vive el espíritu del Dios único. Nabucodonosor, padre de Su Majestad, lo conocía bien, y por eso lo puso como jefe de todos los sabios. »Ese joven puede explicar los sueños y las cosas más difíciles y misteriosas. Se llama Daniel, aunque el rey Nabucodonosor le cambió el nombre y le puso Beltsasar. Llámelo usted. Él le dirá a Su Majestad lo que significa esa escritura en la pared». El rey mandó llamar a Daniel. Y cuando Daniel llegó, el rey le preguntó: —¿Así que tú eres uno de esos judíos que mi padre trajo de Judá? Según me contaron, en ti vive el espíritu del Dios único, y por eso eres muy inteligente y sabio. »Yo mandé traer a todos los sabios y adivinos, para que me explicaran lo que está escrito en la pared, pero no pudieron hacerlo. Yo sé que tú puedes explicar cosas muy difíciles. Si me dices qué significa lo que está escrito en la pared, mandaré que te vistan como a un príncipe. Además, te daré el tercer lugar de importancia y autoridad en mi reino.» Y Daniel le contestó: —Yo puedo explicar a Su Majestad lo que significa la escritura en la pared. Pero no tiene que hacerme ningún regalo ni darme ningún puesto importante. »El Dios altísimo dio un reino muy grande al rey Nabucodonosor, padre de Su Majestad. Todas las naciones lo respetaban y reconocían su grandeza. También le tenían miedo, porque él decidía a quién matar y a quién dejar con vida, a quién humillar y a quién poner en un lugar importante. »El rey Nabucodonosor se sentía tan importante y poderoso, que empezó a tratar mal a la gente. Por eso Dios le quitó el reino, y Nabucodonosor no pudo seguir viviendo entre la gente, pues se portaba como un animal. Vivía entre los burros salvajes, comía pasto como los toros, y se bañaba con el rocío del cielo. Así vivió hasta que reconoció que solo el Dios altísimo reina sobre todas las naciones, y que solo él decide quién puede ser rey. »Su Majestad ya sabía todo esto, y aunque lo sabía no quiso ser humilde. Al contrario, Su Majestad mandó traer las copas del templo de Dios, y en ellas bebieron Su Majestad y todos sus invitados. Para colmo, en vez de que usted adorara al Dios que lo hizo y que tiene poder sobre su vida, tanto usted como sus invitados adoraron a sus dioses. ¡Esos dioses no pueden ver ni oír ni pensar, pues están hechos de metal, madera y piedra! »Tales acciones de Su Majestad hicieron enojar al Dios del cielo. Por eso él mandó que la mano escribiera: “mené, mené, tekel y parsín”, y esto es lo que significan estas palabras: »“Mené” quiere decir que Dios ha decidido poner fin al reinado de Su Majestad. “Tekel” quiere decir que Dios concedió a Su Majestad una oportunidad, pero Su Majestad no la aprovechó. “Parsín” quiere decir que Dios partirá en dos el reino de Su Majestad, y que se lo dará a los medos y a los persas.» Enseguida el rey Belsasar ordenó que vistieran a Daniel como a un príncipe. También hizo anunciar que, en todo el reino, Daniel tendría el tercer lugar de mayor importancia y autoridad.

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