Pero la tribu de Manasés no pudo echar a los cananeos de esas ciudades, y todavía están allí. Después, cuando los israelitas se hicieron más fuertes, no desalojaron a los cananeos, pero los obligaron a trabajar para ellos. Un día los descendientes de José le dijeron a Josué: —Dios nos ha bendecido y ahora somos muchos, pero solo nos has dado una porción de territorio. Necesitamos más. Josué les respondió: —Ya que ustedes son muchos y no les alcanza el territorio de Efraín, vayan a la región de los ferezeos y de los gigantes refaítas, y ábranse espacio en los bosques que allí hay. Ellos dijeron entonces: —Es verdad. No cabemos en la región montañosa de Efraín. Pero los cananeos que viven en el valle tienen carros de hierro, tanto los de Bet-seán y de las aldeas a su alrededor, como los del valle de Jezreel. Josué respondió de esta manera a los descendientes de José, es decir, a Efraín y a Manasés: —Ustedes son muchos y muy poderosos, así que les daré más de una porción de territorio. Toda la región montañosa será de ustedes. Allí hay bosques, pero ustedes podrán desmontarlos y adueñarse de ese territorio. Es cierto que los cananeos son fuertes y tienen carros de hierro, pero ustedes los echarán del territorio.
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