Y o soy el que ha sufrido el duro castigo de Dios. Él me forzó a caminar por los caminos más oscuros; no hay un solo momento en que no me castigue. O scura tumba es mi vida; ¡es como si ya estuviera muerto! Dios me rodeó por completo de la miseria más terrible. Me dejó sin fuerzas; ¡no tengo un solo hueso sano! S e niega Dios a escucharme, aunque siempre le pido ayuda. A cada paso me pone tropiezos y me hace perder el camino. Me tiene preso y encadenado. ¡No puedo escaparme de él! O bjeto soy de sus ataques; ¡soy el blanco de sus flechas! Como animal feroz me vigila, esperando el momento de atacarme. ¡Me obliga a apartarme del camino para que no pueda defenderme! Y a me partió el corazón con sus terribles flechas. Dios ha llenado mi vida de tristeza y amargura. Todo el día y a todas horas, la gente se burla de mí. E stoy completamente derrotado, porque Dios me hizo caer. Ya no tengo tranquilidad; la felicidad es solo un recuerdo. Me parece que de Dios ya no puedo esperar nada. L os más tristes recuerdos me llenan de amargura. Siempre los tengo presentes, y eso me quita el ánimo. Pero también me acuerdo de algo que me da esperanza: S é que no hemos sido destruidos porque Dios nos tiene compasión. Sé que cada mañana se renuevan su gran amor y su fidelidad. Por eso digo que en él confío; ¡Dios es todo para mí!
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