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Números 22:19-35

Números 22:19-35 TLA

Quédense aquí esta noche, y veremos qué me pide hacer Dios». Esa noche Dios le dijo a Balaam: «Si esos hombres quieren que vayas con ellos, ve; pero solo harás lo que yo te diga». Balaam se levantó muy temprano, ensilló su burra y se fue con los jefes de Moab. Pero Dios se enojó mucho con Balaam por haberse ido con ellos. Por eso, el ángel de Dios se puso en medio del camino para no dejarlo pasar. Balaam iba montado en su burra, y sus dos ayudantes iban con él. Cuando la burra vio al ángel de Dios, parado en el camino y listo para atacar a Balaam con una espada, se salió del camino. Sin pensarlo más, Balaam le pegó a la burra para que regresara al camino. Entonces el ángel de Dios se puso en un camino muy angosto, en medio de los muros de piedra de dos viñedos. Cuando la burra vio al ángel, se hizo a un lado y le aplastó a Balaam el pie contra el muro. Entonces Balaam volvió a pegarle. Luego el ángel se adelantó y se plantó en un lugar tan angosto que nadie podía moverse ni a un lado ni al otro. Cuando la burra vio al ángel, se echó al suelo y ya no quiso dar ni un paso más. Balaam se enojó muchísimo y golpeó a la burra con un palo. En ese momento, Dios hizo que la burra hablara y le dijera a Balaam: —¿Qué te he hecho? ¿Por qué me golpeaste tres veces? Balaam respondió: —¡Te burlaste de mí! ¡Si tuviera una espada en la mano, te mataría ahora mismo! La burra replicó: —¡Yo soy tu burra! ¡Toda la vida te he llevado por todos lados, y nunca te he tratado mal, como hoy lo has hecho conmigo! —Tienes razón —contestó Balaam. En ese mismo instante, Dios permitió que Balaam viera al ángel, parado en el camino y listo para atacarlo con su espada. Balaam, entonces, se arrodilló hasta tocar el suelo con su frente, y el ángel de Dios le dijo: —¿Por qué golpeaste a tu burra tres veces? Yo fui quien te cerró el camino, porque no me parece que debas ir a Moab. Si tu burra no me hubiera visto ni se hubiera parado tres veces, ya te habría matado, y a ella la habría dejado con vida. Balaam respondió: —Perdóneme, Señor. Me he portado muy mal. Yo no sabía que usted intentaba detenerme en el camino. Si usted no quiere que vaya a Moab, ahora mismo regresaré a mi casa. Y el ángel de Dios le contestó