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Zacarías 11:1-17

Zacarías 11:1-17 TLA

»Monte Líbano, ¡abre paso al fuego, porque va a devorar tus cedros! Ustedes, los pinos, ¡lloren por esos enormes árboles! ¡Los grandes cedros han sido derribados! Y ustedes, robles de Basán, ¡lloren por esos grandes bosques que han dejado de existir! Los pastores lloran desesperados, porque sus verdes pastos se quemaron; los leones rugen furiosos, porque los llanos del río Jordán ahora parecen un desierto». El Dios todopoderoso me dio este mensaje: «Ve y cuida de las ovejas que serán llevadas al matadero. Los que las compran las matan sin ninguna compasión; los que las venden dicen “¡Gracias a Dios ya soy rico!”; y ni siquiera sus propios pastores se compadecen de ellas. »Yo haré lo mismo: ¡no tendré compasión de los habitantes de este país! Dejaré que caigan bajo el poder de las naciones vecinas y del rey que las gobierne. Y aunque su tierra sea destruida por completo, yo no iré en su ayuda. Yo soy el Dios todopoderoso, y juro que así lo haré». Yo me dediqué a cuidar de las ovejas que irían al matadero, y di especial atención a las ovejas más débiles. Tenía yo dos varas de pastor; a una de ellas la llamé «Bondad», y a la otra la llamé «Unión». Como los pastores no me querían, ni yo los quería a ellos, en un mes despedí a tres. A las ovejas les dije: «¡Ya no quiero ser su pastor! ¡No me importa si se mueren o las matan! ¡Tampoco me importa si se comen las unas a las otras!» Después tomé la vara llamada «Bondad», y la rompí. Con eso di a entender a los que estaban allí que Dios había roto su pacto con todas las naciones. Los comerciantes de ovejas vieron lo que hice, y entendieron que eso era un mensaje de Dios para ellos, en el que yo representaba a Dios y las ovejas representaban al pueblo. Luego les dije a los comerciantes: «Quiero que me paguen mi sueldo. Pero si no quieren pagarme, no lo hagan». Entonces ellos me pagaron treinta monedas de plata. Dios me dijo: «¡Treinta monedas de plata es muy poco por todo lo que yo he hecho a favor de mi pueblo! ¡Toma las monedas, y tíralas en el cofre de las ofrendas!» Tomé entonces las monedas, y cumplí con lo que Dios me ordenó hacer. Después de eso, rompí la vara llamada «Unión», y así se rompió el lazo fraternal que unía a Israel con Judá. Dios me dio este otro mensaje: «Ahora vas a representar a esos pastores que no se preocupan por sus ovejas. Porque voy a poner este país al cuidado de un rey que no se preocupará por su pueblo. Será como un pastor descuidado: no se preocupará por las ovejas que se apartan del camino, ni buscará a las ovejas perdidas, ni curará a las ovejas lastimadas, ni alimentará a las ovejas hambrientas. Ese rey solo se ocupará de los ricos y poderosos que le dan de comer. »¡Qué mal le va a ir al pastor inútil, que no cuida del rebaño! ¡Ojalá que con una espada le corten una mano, y que con un cuchillo le saquen los ojos!»