Reúnanse, júntense ustedes,
gente falta de vergüenza,
antes de ser aventados
como paja, que en un día desaparece;
antes que caiga sobre ustedes
la ira ardiente del Señor;
antes que caiga sobre ustedes
el día de la ira del Señor.
Busquen al Señor todos ustedes,
los humildes de este mundo,
los que obedecen sus mandatos.
Actúen con rectitud y humildad,
y quizás así encontrarán refugio
en el día de la ira del Señor.
La ciudad de Gaza quedará desierta,
y Ascalón, desolada;
en pleno día serán expulsados
los que viven en Asdod,
y los de Ecrón serán arrancados de raíz.
¡Ay de ustedes, gente de Creta,
que viven a orillas del mar!
Dios ha pronunciado esta sentencia contra ustedes:
«¡Canaán, país de los filisteos,
te voy a destruir y a dejar sin habitantes!
El país que está a orillas del mar
quedará convertido en pastizales
donde se junten los pastores,
y en corrales para los rebaños.»
Los sobrevivientes del pueblo de Judá
tomarán posesión de ese país
cuando el Señor su Dios venga en su ayuda
y cambie la suerte de ellos.
Allí cuidarán de sus rebaños,
y por las noches descansarán
en las casas de Ascalón.
Esto afirma el Señor todopoderoso, el Dios de Israel:
«He oído los insultos de los moabitas
y las ofensas de los amonitas.
Porque ellos han insultado a mi gente
y se han engrandecido a costa de su territorio.
Por eso, juro por mi vida
que a Moab le pasará como a Sodoma
y que los de Amón quedarán como Gomorra,
convertidos en campo de espinos,
en mina de sal,
en un lugar de permanente soledad.
Los sobrevivientes de mi pueblo los saquearán
y se quedarán con sus tierras.»
Este es el pago que recibirán Moab y Amón
por haber insultado al pueblo del Señor,
por haberse engrandecido a costa
del pueblo del Señor todopoderoso.
El Señor será terrible con ellos.
Destruirá todos los dioses del país,
y él será adorado en todo lugar,
aun por la gente de las islas.
¡También ustedes, los de Etiopía,
caerán heridos por la espada del Señor!
Extenderá él su mano contra el norte
para destruir Asiria,
y dejará desolada la ciudad de Nínive,
convirtiéndola en un seco desierto.
La madera de sus casas será arrancada,
y en ellas se echarán los rebaños de ovejas
y toda clase de animales salvajes.
El búho y el erizo
dormirán en lo alto de sus postes,
y los cuervos graznarán
en las ventanas y en los umbrales.
Esa es la ciudad llena de orgullo
que vivía confiada,
de la que decían sus habitantes
que no tenía igual en el mundo.
¡Cómo ha quedado desolada
y convertida en guarida de fieras!
Cuantos pasen cerca de ella,
silbarán y harán gestos de desprecio.