¶Recuerda estas cosas, Jacob,
y tú Israel, porque mi siervo eres.
Yo te he formado, siervo mío eres;
Israel, no me olvidaré de ti.
He disipado como una densa nube tus transgresiones,
y como espesa niebla tus pecados.
Vuélvete a mí, porque yo te he redimido.
Gritad de júbilo, cielos, porque el SEÑOR lo ha hecho.
Gritad de alegría, profundidades de la tierra.
Prorrumpid, montes, en gritos de júbilo,
y el bosque, y todo árbol que en él hay,
porque el SEÑOR ha redimido a Jacob
y ha mostrado su gloria en Israel.
¶Así dice el SEÑOR, tu Redentor,
el que te formó desde el seno materno:
Yo, el SEÑOR, creador de todo,
que extiendo los cielos yo solo
y afirmo la tierra sin ayuda;
hago fallar los pronósticos de los impostores,
hago necios a los adivinos,
hago retroceder a los sabios,
y convierto en necedad su sabiduría.
Yo soy el que confirmo la palabra de su siervo,
y cumplo el propósito de sus mensajeros;
el que dice de Jerusalén: «Será habitada»;
y de las ciudades de Judá: «Serán reedificadas,
y sus ruinas levantaré»;
el que dice a la profundidad del mar: «Sécate»;
y yo secaré tus ríos.
El que dice de Ciro: «Él es mi pastor,
y él cumplirá todos mis deseos»,
y dice de Jerusalén: «Será reedificada»,
y al templo: «Serán echados tus cimientos».