Entonces respondió Job, y dijo:
Escuchad atentamente mis palabras,
y que sea este vuestro consuelo para mí.
Tened paciencia y hablaré;
y después que haya hablado, os podréis burlar.
En cuanto a mí, ¿me quejo yo al hombre?
¿Y por qué no he de ser impaciente?
Miradme, y quedaos atónitos,
y poned la mano sobre vuestra boca.
Aun cuando me acuerdo, me perturbo,
y el horror se apodera de mi carne.
¿Por qué siguen viviendo los impíos,
envejecen, también se hacen muy poderosos?
En su presencia se afirman con ellos sus descendientes,
y sus vástagos delante de sus ojos;
sus casas están libres de temor,
y no está la vara de Dios sobre ellos.
Su toro engendra sin fallar,
su vaca pare y no aborta.
Envían fuera a sus pequeños cual rebaño,
y sus niños andan saltando.
Cantan con pandero y arpa,
y al son de la flauta se regocijan.
Pasan sus días en prosperidad,
y de repente descienden al Seol.
Y dicen a Dios: «¡Apártate de nosotros!
No deseamos el conocimiento de tus caminos.
-»¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos,
y qué ganaríamos con rogarle?».
He aquí, no está en mano de ellos su prosperidad;
el consejo de los impíos lejos está de mí.
¶¿Cuántas veces es apagada la lámpara de los impíos,
o cae sobre ellos su calamidad?
¿Reparte Dios dolores en su ira?
¿Son como paja delante del viento,
y como tamo que arrebata el torbellino?
Decís: «Dios guarda la iniquidad de un hombre para sus hijos».
Que Dios le pague para que aprenda.
Vean sus ojos su ruina,
y beba de la furia del Todopoderoso.
Pues ¿qué le importa la suerte de su casa después de él
cuando el número de sus meses haya sido cortado?
¿Puede enseñarse a Dios sabiduría,
siendo que Él juzga a los encumbrados?
Uno muere en pleno vigor,
estando completamente tranquilo y satisfecho;
sus ijares están repletos de grosura,
húmeda está la médula de sus huesos,
mientras otro muere con alma amargada,
y sin haber probado nada bueno.
Juntos yacen en el polvo,
y los gusanos los cubren.
¶He aquí, yo conozco vuestros pensamientos,
y los designios con los cuales me dañaríais.
Porque decís: «¿Dónde está la casa del noble,
y dónde la tienda donde moraban los impíos?».
¿No habéis preguntado a los caminantes,
y no reconocéis su testimonio?
Porque el impío es preservado para el día de la destrucción;
ellos serán conducidos en el día de la ira.
¿Quién le declarará en su cara sus acciones,
y quién le pagará por lo que ha hecho?
Mientras es llevado al sepulcro,
velarán sobre su túmulo.
Los terrones del valle suavemente le cubrirán,
y le seguirán todos los hombres,
e innumerables otros irán delante de él.
¿Cómo, pues, me consoláis en vano?
Vuestras respuestas están llenas de falsedad.