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Job 21:1-34

Job 21:1-34 LBLA

Entonces respondió Job, y dijo: Escuchad atentamente mis palabras, y que sea este vuestro consuelo para mí. Tened paciencia y hablaré; y después que haya hablado, os podréis burlar. En cuanto a mí, ¿me quejo yo al hombre? ¿Y por qué no he de ser impaciente? Miradme, y quedaos atónitos, y poned la mano sobre vuestra boca. Aun cuando me acuerdo, me perturbo, y el horror se apodera de mi carne. ¿Por qué siguen viviendo los impíos, envejecen, también se hacen muy poderosos? En su presencia se afirman con ellos sus descendientes, y sus vástagos delante de sus ojos; sus casas están libres de temor, y no está la vara de Dios sobre ellos. Su toro engendra sin fallar, su vaca pare y no aborta. Envían fuera a sus pequeños cual rebaño, y sus niños andan saltando. Cantan con pandero y arpa, y al son de la flauta se regocijan. Pasan sus días en prosperidad, y de repente descienden al Seol. Y dicen a Dios: «¡Apártate de nosotros! No deseamos el conocimiento de tus caminos. -»¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos, y qué ganaríamos con rogarle?». He aquí, no está en mano de ellos su prosperidad; el consejo de los impíos lejos está de mí. ¶¿Cuántas veces es apagada la lámpara de los impíos, o cae sobre ellos su calamidad? ¿Reparte Dios dolores en su ira? ¿Son como paja delante del viento, y como tamo que arrebata el torbellino? Decís: «Dios guarda la iniquidad de un hombre para sus hijos». Que Dios le pague para que aprenda. Vean sus ojos su ruina, y beba de la furia del Todopoderoso. Pues ¿qué le importa la suerte de su casa después de él cuando el número de sus meses haya sido cortado? ¿Puede enseñarse a Dios sabiduría, siendo que Él juzga a los encumbrados? Uno muere en pleno vigor, estando completamente tranquilo y satisfecho; sus ijares están repletos de grosura, húmeda está la médula de sus huesos, mientras otro muere con alma amargada, y sin haber probado nada bueno. Juntos yacen en el polvo, y los gusanos los cubren. ¶He aquí, yo conozco vuestros pensamientos, y los designios con los cuales me dañaríais. Porque decís: «¿Dónde está la casa del noble, y dónde la tienda donde moraban los impíos?». ¿No habéis preguntado a los caminantes, y no reconocéis su testimonio? Porque el impío es preservado para el día de la destrucción; ellos serán conducidos en el día de la ira. ¿Quién le declarará en su cara sus acciones, y quién le pagará por lo que ha hecho? Mientras es llevado al sepulcro, velarán sobre su túmulo. Los terrones del valle suavemente le cubrirán, y le seguirán todos los hombres, e innumerables otros irán delante de él. ¿Cómo, pues, me consoláis en vano? Vuestras respuestas están llenas de falsedad.

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