Profieran mis labios alabanzas, pues tú me enseñas tus estatutos. Que cante mi lengua de tu palabra, porque todos tus mandamientos son justicia. Pronta esté tu mano a socorrerme, porque tus preceptos he escogido. Anhelo tu salvación, SEÑOR, y tu ley es mi deleite. Viva mi alma para alabarte, y que tus ordenanzas me ayuden. Me he descarriado como oveja perdida; busca a tu siervo, porque no me olvido de tus mandamientos.
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