Escucha mis palabras, oh SEÑOR; considera mi lamento. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque es a ti a quien oro. Oh SEÑOR, de mañana oirás mi voz; de mañana presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré. ¶Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el mal no mora contigo. Los que se ensalzan no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad.
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