Daniel 10:18-19
Daniel 10:18-19 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció, y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.
Daniel 10:18-19 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
»Una vez más, el de aspecto humano me tocó y me infundió fuerzas. Dijo: “No temas, eres muy apreciado. ¡La paz sea contigo! ¡Sé fuerte, sé fuerte!”. »Mientras él me hablaba, yo fui fortaleciéndome y dije: “¡Habla, mi señor!, porque me has fortalecido”.
Daniel 10:18-19 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
»Aquel personaje volvió a tocarme, y me dio nuevas fuerzas. Me dijo: “¡No tengas miedo, ni te preocupes de nada! ¡Alégrate y ten valor, pues Dios te ama!” »Y mientras me decía esto, sentí que me volvían las fuerzas. Entonces le dije: “Mi señor, ahora puede usted hablarme, pues ya tengo nuevas fuerzas”.
Daniel 10:18-19 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Pero aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, me dio nuevas fuerzas, y me dijo: «La paz sea contigo, amado Daniel. No tengas miedo, sino sobreponte y cobra ánimo.» Mientras aquel hombre me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: «Mi señor me ha infundido ánimo. Hábleme ahora.»
Daniel 10:18-19 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
»Aquel que parecía un hijo de hombre me volvió a tocar, me dio nuevas fuerzas y me dijo: “No tengas miedo ni te preocupes. Dios te ama; ¡anímate y ten valor!” »Mientras me hablaba, sentí que me iba reanimando, y dije: “Señor, háblame, pues me has devuelto las fuerzas.”
Daniel 10:18-19 La Biblia de las Américas (LBLA)
Entonces el que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez y me fortaleció, y me dijo: No temas, hombre muy estimado. La paz sea contigo; sé fuerte y esfuérzate. Cuando habló conmigo, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.
Daniel 10:18-19 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Entonces el que se parecía a un hombre volvió a tocarme y sentí que recuperaba mis fuerzas. —No tengas miedo —dijo—, porque eres muy precioso para Dios. ¡Que tengas paz, ánimo y fuerza! Mientras me decía estas palabras, de pronto me sentí más fuerte y le dije: —Por favor, háblame, señor mío, porque me has fortalecido.