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Deuteronomio 2:1-25

Deuteronomio 2:1-25 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

Enseguida nos dirigimos hacia el desierto por la ruta del mar Rojo, como el SEÑOR me lo había ordenado. Nos llevó mucho tiempo rodear la región montañosa de Seír. Entonces el SEÑOR me dijo: «Dejen ya de andar rondando por estas montañas y diríjanse al norte. Dale estas órdenes al pueblo: “Pronto pasarán ustedes por el territorio de sus hermanos, los descendientes de Esaú, que viven en Seír. Aunque ellos les tienen miedo a ustedes, tengan mucho cuidado. No peleen con ellos, porque no daré a ustedes ninguna porción de su territorio ni siquiera el espacio que alcanzan a cubrir con un pie. A Esaú he dado por herencia la región montañosa de Seír. Páguenles todo el alimento y el agua que ustedes consuman”». Bien saben que el SEÑOR su Dios los ha bendecido en todo lo que han emprendido, y los ha cuidado por todo este inmenso desierto. Durante estos cuarenta años, el SEÑOR su Dios ha estado con ustedes y no les ha faltado nada. Así que bordeamos el territorio de nuestros hermanos, los descendientes de Esaú, que viven en Seír. Seguimos la ruta del Arabá, que viene desde Elat y Ezión Guéber. Luego dimos vuelta y viajamos por la ruta del desierto de Moab. El SEÑOR también me dijo: «No ataquen a los moabitas ni los provoquen a la guerra, porque no daré a ustedes ninguna porción de su territorio. A los descendientes de Lot les he dado por herencia la región de Ar». (Tiempo atrás vivió allí un pueblo fuerte y numeroso, el de los emitas, que eran tan altos como los anaquitas. Tanto a ellos como a los anaquitas se les consideraba refaítas, pero los moabitas los llamaban emitas. Antiguamente los horeos vivieron en Seír, pero los descendientes de Esaú los desalojaron, los exterminaron y se establecieron en su lugar, tal como lo hizo Israel en la tierra que el SEÑOR le dio en posesión.) El SEÑOR ordenó: «¡Levántense y crucen el arroyo Zéred!». Y así lo hicimos. Habían pasado treinta y ocho años desde que salimos de Cades Barnea hasta que cruzamos el arroyo Zéred. Para entonces ya había desaparecido del campamento toda la generación de guerreros, tal como el SEÑOR lo había jurado. La mano del SEÑOR estuvo sobre ellos hasta que los eliminó por completo del campamento. Cuando ya no quedaba entre el pueblo ninguno de aquellos guerreros, el SEÑOR me dijo: «Hoy van a cruzar la frontera de Moab por la ciudad de Ar. Cuando lleguen a la frontera de los amonitas, no los ataquen ni los provoquen a la guerra, porque no daré a ustedes ninguna porción de su territorio. Esa tierra se la he dado por herencia a los descendientes de Lot». (Hace mucho tiempo, esta región se consideró tierra de refaítas, porque antiguamente ellos vivían allí. Los amonitas los llamaban zamzumitas. Eran fuertes, numerosos y tan altos como los anaquitas, pero el SEÑOR los destruyó por medio de los amonitas, quienes luego de desalojarlos se establecieron en su lugar. Lo mismo hizo el SEÑOR en favor de los descendientes de Esaú, que vivían en Seír, cuando por medio de ellos destruyó a los horeos. A estos los desalojó para que los descendientes de Esaú se establecieran en su lugar, y hasta el día de hoy residen allí. Y en cuanto a los aveos que vivían en las aldeas cercanas a Gaza, los caftoritas procedentes de Creta los destruyeron y se establecieron en su lugar.) «Emprendan de nuevo el viaje y crucen el arroyo Arnón. Yo les entrego a Sijón el amorreo, rey de Hesbón, y su tierra. Láncense a la conquista. Declárenle la guerra. Hoy mismo comenzaré a infundir entre todas las naciones que hay debajo del cielo terror y espanto hacia ustedes. Cuando ellas escuchen hablar de ustedes, temblarán y se llenarán de pánico».

Deuteronomio 2:1-25 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

»Después de eso, Dios me mandó que los llevara al desierto por el camino que va al Mar de los Juncos. Pasamos largo tiempo viajando alrededor de las montañas de Seír, pero a nuestro Dios le pareció que habíamos estado allí demasiado tiempo, y nos ordenó ir hacia el norte. »Antes nos advirtió que, al pasar por la región de Seír, no atacáramos a los descendientes de Esaú, pues esa región les pertenece. Allí habían vivido los horeos, pero los descendientes de Esaú los destruyeron y se quedaron con su tierra. Por eso Dios dijo que no nos daría ni un pedazo de ese territorio. Y aunque ellos nos tenían miedo, nos ordenó no hacerles daño, pues después de todo eran nuestros parientes. Solo debíamos comprarles la comida y el agua que necesitáramos. »Yo les hice recordar que Dios los había bendecido en todo lo que ustedes habían hecho durante esos cuarenta años. En verdad, Dios los ha protegido y cuidado en todo el viaje por el desierto, y nada les ha faltado. »Luego nos alejamos por el camino del Arabá, que comienza en Elat y Esión-guéber, y pasamos por Seír. De allí nos desviamos por el camino del desierto que lleva a Moab. Fue entonces cuando Dios nos ordenó no atacar a los moabitas, que son descendientes de Lot. Nos dijo, además, que tampoco nos daría ni un pedazo de la región de Ar, pues ese territorio les pertenece. Antes, ese territorio era de los emitas, que eran un pueblo muy grande, con gente tan alta como los gigantes anaquitas. La mayoría de la gente los conocía con el nombre de refaítas, pero los moabitas fueron los primeros en llamarlos emitas. »Dios nos ordenó seguir adelante y cruzar el arroyo Zéred. Desde el día en que salimos de Cadés-barnea hasta el día en que cruzamos ese arroyo habían pasado treinta y ocho años. Para entonces ya habían muerto todos los israelitas que al salir de allá tenían dieciocho años. Dios había jurado que usaría todo su poder para acabar con ellos. »Fue entonces cuando Dios ordenó que cruzáramos la frontera de Moab y fuéramos a la ciudad de Ar. Pero antes nos dio instrucciones de no atacar a los amonitas, pues son también descendientes de Lot. De ese territorio no recibiríamos ni un pedazo, pues Dios ya se lo había dado a ellos. »Los refaítas, a quienes los amonitas conocían con el nombre de zamzumitas, habían vivido allí antes. Por eso la región era considerada territorio refaíta. Los zamzumitas eran un pueblo grande, con gente tan alta como los gigantes anaquitas. Dios acabó con ellos por medio de los amonitas, que se quedaron para siempre con su territorio. Lo mismo habían hecho los descendientes de Esaú en la región de Seír. También los filisteos, que habían venido de Creta, mataron a los heveos de las aldeas cercanas a Gaza, y se quedaron con el país. »Después Dios nos ordenó seguir adelante, cruzar el río Arnón, y entrar en guerra con Sihón, el rey de Hesbón. Antes nos prometió que dominaríamos el país y nos quedaríamos con ese territorio. También nos prometió que, a partir de entonces, todos los pueblos de la región nos tendrían miedo. ¡Con solo oír hablar de nosotros se llenarían de espanto y angustia!

Deuteronomio 2:1-25 Reina Valera Contemporánea (RVC)

»De allí partimos en dirección al desierto, por el camino del Mar Rojo, tal y como el Señor me lo había dicho, y durante mucho tiempo rodeamos el monte de Seír. Entonces el Señor habló conmigo, y me dijo: “Ustedes ya han rodeado bastante este monte. Ahora diríjanse al norte. Ordena al pueblo lo siguiente: ‘Cuando ustedes pasen por el territorio de sus hermanos, es decir, los hijos de Esaú, que habitan en Seír, ellos van a tener miedo de ustedes. Pero tengan mucho cuidado. No se metan con ellos, porque yo no les voy a dar de su tierra ni siquiera lo que alcancen a cubrir con un pie. A Esaú le he dado en propiedad el monte de Seír. Ustedes comprarán de ellos alimentos, y se los pagarán y comerán; y también comprarán de ellos agua, y beberán.’ El Señor tu Dios te ha bendecido en todo lo que haces, y él sabe que andas por este gran desierto. Estos cuarenta años el Señor tu Dios ha estado contigo, y nada te ha faltado.” Entonces nos alejamos del territorio de nuestros hermanos, los hijos de Esaú, que habitaban en Seír. Tomamos el camino del Arabá, desde Elat y Ezión Guéber, y volvimos para tomar el camino del desierto de Moab. »El Señor me dijo: “No molestes a Moab, ni trabes combate con ellos, porque no voy a darte posesión de su tierra. A los hijos de Lot les he dado Ar en propiedad. »(Hace tiempo, esa tierra la habitaron los emitas, que eran gente grande y numerosa, y alta como los hijos de Anac. También ellos eran considerados gigantes, como los hijos de Anac, aunque los moabitas los llaman emitas. Seír estuvo habitada por los horeos, pero los hijos de Esaú los expulsaron de allí; los arrojaron de su presencia y ocuparon su lugar, como lo hizo Israel en la tierra que les dio el Señor por posesión.) »”Y ahora, ¡levántense y pasen el arroyo de Zered!” »Entonces pasamos el arroyo de Zered. El tiempo transcurrido, desde que salimos de Cadés Barnea hasta que pasamos el arroyo de Zered, fue de treinta y ocho años. Para entonces, tal y como el Señor se lo había jurado, ya habían muerto todos los hombres en pie de guerra que había en el campamento, pues la mano del Señor había venido sobre ellos para destruirlos en medio del campamento, hasta acabar con ellos. »Después de que murieron todos los hombres de guerra que había entre el pueblo, el Señor habló conmigo, y me dijo: “Hoy vas a cruzar el territorio de Moab, para dirigirte a Ar. ”Cuando ya estés cerca de los hijos de Amón, no los molestes ni trabes combate con ellos; porque no voy a darte en posesión su territorio. Esa tierra se la he dado en propiedad a los hijos de Lot. »”(Esa región fue también considerada tierra de gigantes. En otro tiempo fue habitada por gigantes, a los cuales los amonitas llamaban zanzumitas. ”Eran gente fuerte, alta y numerosa, como los hijos de Anac, a los cuales el Señor destruyó delante de los amonitas. Estos sucedieron a aquellos, y habitaron en su lugar, ”como hizo el Señor con los hijos de Esaú que habitaban en Seír, delante de los cuales destruyó a los horeos. Ellos sucedieron a estos, y habitaron en su lugar hasta el día de hoy. ”Los aveos, que habitaban en aldeas hasta Gaza, fueron destruidos por los caftoritas, que vinieron de Caftor y habitaron en su lugar.) »”¡Vamos, levántense y pasen el arroyo de Arnón! Yo he puesto ya en tus manos a Sijón el amorreo, que es rey de Jesbón, y a su tierra. Comienza a tomar posesión de ella, y entra en combate contra él. ”Este día comenzaré a sembrar ante ti el temor y el espanto entre los pueblos bajo el cielo. Ellos oirán hablar de ti, y ante ti temblarán y se llenarán de angustia.”

Deuteronomio 2:1-25 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

»Después nos fuimos al desierto por el camino del Mar Rojo, tal como el Señor me lo había ordenado, y pasamos mucho tiempo caminando alrededor de las montañas de Seír. Entonces el Señor me dijo: “Ya llevan demasiado tiempo rodeando estas montañas; váyanse ahora hacia el norte. Dale esta orden al pueblo: Ustedes van a pasar por el territorio de los descendientes de Esaú, que viven en Seír y son parientes de ustedes. Ellos tienen miedo de ustedes; sin embargo, tengan mucho cuidado y no los ataquen, pues yo no les daré a ustedes ni una sola parte de ese país, porque las montañas de Seír son propiedad de los descendientes de Esaú. Yo se las di a ellos. Ustedes les pedirán que les vendan los alimentos que necesiten, y pagarán por ellos y aun por el agua que beban.” El Señor y Dios de ustedes los ha bendecido en todo lo que han hecho; durante estos cuarenta años ha estado con ustedes y los ha cuidado en su marcha por este inmenso desierto, sin que nada les haya faltado. »Después nos alejamos camino del Arabá, de Elat y Esión-guéber, y pasamos por las tierras de nuestros parientes, los descendientes de Esaú que viven en Seír, y allí hicimos un rodeo para tomar el camino del desierto de Moab. Entonces el Señor me dijo: “No molestes ni ataques a los moabitas, pues son descendientes de Lot, y no te daré ni la más pequeña parte de su país. Yo les he dado en propiedad la región de Ar.” (Este país fue habitado en tiempos antiguos por los emitas, que eran gente grande y numerosa, y alta como los descendientes del gigante Anac. En realidad, la gente creía que eran refaítas, aunque los moabitas los llamaban emitas. Esta región de Seír fue habitada antes por los horeos, pero los descendientes de Esaú exterminaron a sus habitantes y ocuparon el país, quedándose a vivir allí tal como lo ha hecho Israel con el país que el Señor le ha dado.) “Y ahora —dijo el Señor—, pónganse en marcha y crucen el arroyo Zéred.” Y entonces cruzamos el arroyo. »Desde que salimos de Cadés-barnea hasta el día en que cruzamos el arroyo Zéred, pasaron treinta y ocho años. Para entonces ya había muerto toda la generación de hombres de guerra que había en el campamento, tal como el Señor se lo había jurado. El poder del Señor cayó sobre ellos, hasta que todos murieron. »Cuando ya no quedaba vivo ninguno de aquellos hombres de guerra, el Señor me habló y me dijo: “Hoy mismo pasarás la frontera de Moab y te dirigirás a Ar, pero cuando te encuentres con los amonitas, que son también descendientes de Lot, no los molestes ni los ataques, pues no voy a darte ninguna parte de su territorio, ya que se lo he dado a ellos en propiedad.” (También este país era tenido por tierra de refaítas, porque antiguamente habían vivido allí los refaítas, a quienes los amonitas llamaban zamzumitas; se trataba de un pueblo grande y numeroso, y de gente alta como los descendientes del gigante Anac, pero el Señor los destruyó por medio de los amonitas, los cuales se quedaron a vivir para siempre en el país. El caso era semejante al de los descendientes de Esaú, que habitaban en Seír y que exterminaron a los horeos para quedarse a vivir allí. Lo mismo les pasó a los heveos, que vivían en aldeas cerca de Gaza y que fueron exterminados por los filisteos, los cuales vinieron de Creta y se quedaron a vivir allí.) “¡Vamos —dijo el Señor—, pónganse en marcha y crucen el río Arnón! Yo haré caer en manos de ustedes al amorreo Sihón, que es rey de Hesbón, y a su país. ¡Entren en su territorio y declárenle la guerra! A partir de hoy haré que ante ustedes todos los pueblos de la tierra se llenen de espanto. Cuando oigan hablar de ustedes, se pondrán a temblar y la angustia se adueñará de ellos.”

Deuteronomio 2:1-25 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Luego volvimos y salimos al desierto, camino del Mar Rojo, como Jehová me había dicho; y rodeamos el monte de Seir por mucho tiempo. Y Jehová me habló, diciendo: Bastante habéis rodeado este monte; volveos al norte. Y manda al pueblo, diciendo: Pasando vosotros por el territorio de vuestros hermanos los hijos de Esaú, que habitan en Seir, ellos tendrán miedo de vosotros; mas vosotros guardaos mucho. No os metáis con ellos, porque no os daré de su tierra ni aun lo que cubre la planta de un pie; porque yo he dado por heredad a Esaú el monte de Seir. Compraréis de ellos por dinero los alimentos, y comeréis; y también compraréis de ellos el agua, y beberéis; pues Jehová tu Dios te ha bendecido en toda obra de tus manos; él sabe que andas por este gran desierto; estos cuarenta años Jehová tu Dios ha estado contigo, y nada te ha faltado. Y nos alejamos del territorio de nuestros hermanos los hijos de Esaú, que habitaban en Seir, por el camino del Arabá desde Elat y Ezión-geber; y volvimos, y tomamos el camino del desierto de Moab. Y Jehová me dijo: No molestes a Moab, ni te empeñes con ellos en guerra, porque no te daré posesión de su tierra; porque yo he dado a Ar por heredad a los hijos de Lot. (Los emitas habitaron en ella antes, pueblo grande y numeroso, y alto como los hijos de Anac. Por gigantes eran ellos tenidos también, como los hijos de Anac; y los moabitas los llaman emitas. Y en Seir habitaron antes los horeos, a los cuales echaron los hijos de Esaú; y los arrojaron de su presencia, y habitaron en lugar de ellos, como hizo Israel en la tierra que les dio Jehová por posesión.) Levantaos ahora, y pasad el arroyo de Zered. Y pasamos el arroyo de Zered. Y los días que anduvimos de Cades-barnea hasta cuando pasamos el arroyo de Zered fueron treinta y ocho años; hasta que se acabó toda la generación de los hombres de guerra de en medio del campamento, como Jehová les había jurado. Y también la mano de Jehová vino sobre ellos para destruirlos de en medio del campamento, hasta acabarlos. Y aconteció que después que murieron todos los hombres de guerra de entre el pueblo, Jehová me habló, diciendo: Tú pasarás hoy el territorio de Moab, a Ar. Y cuando te acerques a los hijos de Amón, no los molestes, ni contiendas con ellos; porque no te daré posesión de la tierra de los hijos de Amón, pues a los hijos de Lot la he dado por heredad. (Por tierra de gigantes fue también ella tenida; habitaron en ella gigantes en otro tiempo, a los cuales los amonitas llamaban zomzomeos; pueblo grande y numeroso, y alto, como los hijos de Anac; a los cuales Jehová destruyó delante de los amonitas. Estos sucedieron a aquellos, y habitaron en su lugar, como hizo Jehová con los hijos de Esaú que habitaban en Seir, delante de los cuales destruyó a los horeos; y ellos sucedieron a estos, y habitaron en su lugar hasta hoy. Y a los aveos que habitaban en aldeas hasta Gaza, los caftoreos que salieron de Caftor los destruyeron, y habitaron en su lugar.) Levantaos, salid, y pasad el arroyo de Arnón; he aquí he entregado en tu mano a Sehón rey de Hesbón, amorreo, y a su tierra; comienza a tomar posesión de ella, y entra en guerra con él. Hoy comenzaré a poner tu temor y tu espanto sobre los pueblos debajo de todo el cielo, los cuales oirán tu fama, y temblarán y se angustiarán delante de ti.

Deuteronomio 2:1-25 La Biblia de las Américas (LBLA)

Después nos volvimos y partimos hacia el desierto por el camino del mar Rojo, como el SEÑOR me había mandado, y por muchos días dimos vuelta al monte Seir. Y el SEÑOR me habló, diciendo: «Bastantes vueltas habéis dado ya alrededor de este monte. Volveos ahora hacia el norte, y da orden al pueblo, diciendo: “Vais a pasar por el territorio de vuestros hermanos, los hijos de Esaú que habitan en Seir, y os tendrán miedo. Así que tened mucho cuidado; no los provoquéis, porque nada de su tierra os daré, ni siquiera la huella de un pie, porque a Esaú he dado el monte Seir por posesión. Les compraréis con dinero los alimentos para comer, y también con dinero compraréis de ellos agua para beber. Pues el SEÑOR tu Dios te ha bendecido en todo lo que has hecho; Él ha conocido tu peregrinar a través de este inmenso desierto. Por cuarenta años el SEÑOR tu Dios ha estado contigo; nada te ha faltado” ». Pasamos, pues, de largo a nuestros hermanos, los hijos de Esaú que habitan en Seir, lejos del camino de Arabá, lejos de Elat y de Ezión-geber. Y nos volvimos, y pasamos por el camino del desierto de Moab. Entonces el SEÑOR me dijo: «No molestes a Moab, ni los provoques a la guerra, porque no te daré nada de su tierra por posesión, pues he dado Ar a los hijos de Lot por posesión. (Antes habitaron allí los emitas, un pueblo tan grande, numeroso y alto como los anaceos. Como los anaceos, ellos también son considerados gigantes, pero los moabitas los llaman emitas. Los horeos habitaron antes en Seir, pero los hijos de Esaú los desalojaron y los destruyeron delante de ellos, y se establecieron en su lugar, tal como Israel hizo con la tierra que el SEÑOR les dio en posesión.) Levantaos ahora, y cruzad el torrente de Zered». Y cruzamos el torrente de Zered. Y el tiempo que nos llevó para venir de Cades-barnea, hasta que cruzamos el torrente de Zered, fue de treinta y ocho años; hasta que pereció toda la generación de los hombres de guerra de en medio del campamento, como el SEÑOR les había jurado. Además, la mano del SEÑOR fue contra ellos, para destruirlos de en medio del campamento, hasta que todos perecieron. Y aconteció que cuando todos los hombres de guerra habían ya perecido de entre el pueblo, el SEÑOR me habló, diciendo: «Tú cruzarás hoy por Ar la frontera de Moab. Y cuando llegues frente a los hijos de Amón, no los molestes ni los provoques, porque no te daré nada de la tierra de los hijos de Amón en posesión, pues se la he dado a los hijos de Lot por heredad». (Es también conocida como la tierra de los gigantes, porque antiguamente habitaban en ella gigantes, a los que los amonitas llaman zomzomeos, pueblo grande, numeroso y alto como los anaceos, pero que el SEÑOR destruyó delante de ellos. Y los amonitas los desalojaron y se establecieron en su lugar, tal como Dios hizo con los hijos de Esaú, que habitan en Seir, cuando destruyó a los horeos delante de ellos; y ellos los desalojaron, y se establecieron en su lugar hasta hoy. Y a los aveos que habitaban en aldeas hasta Gaza, los caftoreos, que salieron de Caftor, los destruyeron y se establecieron en su lugar.) «Levantaos; partid y pasad por el valle del Arnón. Mira, he entregado en tu mano a Sehón amorreo, rey de Hesbón, y a su tierra; comienza a tomar posesión y entra en batalla con él. Hoy comenzaré a infundir el espanto y temor tuyo entre los pueblos debajo del cielo, quienes, al oír tu fama, temblarán y se angustiarán a causa de ti».

Deuteronomio 2:1-25 Nueva Traducción Viviente (NTV)

»Luego dimos la vuelta y regresamos por el desierto hacia el mar Rojo, tal como el SEÑOR me había indicado y, durante mucho tiempo, anduvimos de un lugar a otro en la región del monte Seir. »Finalmente el SEÑOR me dijo: “Ya han estado vagando lo suficiente por esta zona montañosa; ahora diríjanse al norte. También da las siguientes órdenes al pueblo: ‘Atravesarán el territorio de sus parientes, los edomitas, los descendientes de Esaú, que viven en Seir. Los edomitas se sentirán amenazados, así que vayan con cuidado. No los molesten, porque yo les he dado como propiedad toda la zona montañosa que rodea el monte Seir, y a ustedes no les daré ni un metro cuadrado de esa tierra. Páguenles por todo el alimento que necesiten para comer y también por el agua para beber. Pues el SEÑOR Dios de ustedes los ha bendecido en todo lo que han hecho. Él les ha cuidado cada paso que han dado por este inmenso desierto. En estos cuarenta años, el SEÑOR su Dios los ha acompañado, y no les ha faltado nada’”. »Entonces pasamos de largo el territorio de nuestros parientes, los descendientes de Esaú, que viven en Seir. Evitamos el camino que pasa por el valle del Arabá, que sube desde Elat y Ezión-geber. »Luego, cuando nos dirigimos hacia el norte por la ruta del desierto que atraviesa a Moab, el SEÑOR nos advirtió: “No molesten a los moabitas, descendientes de Lot, ni comiencen una guerra contra ellos. A los moabitas les he dado la ciudad de Ar como propiedad y a ustedes no les daré nada de su tierra”». (Una raza de gigantes conocida como los emitas vivió en una época en la región de Ar. Eran tan fuertes, altos y numerosos como los anaceos, otra raza de gigantes. A los emitas y a los anaceos también se les conoce como refaítas, aunque los moabitas los llaman emitas. Antiguamente los horeos vivían en Seir, pero fueron expulsados y desplazados de esa tierra por los descendientes de Esaú, de la misma manera que Israel expulsó a los habitantes de Canaán cuando el SEÑOR le dio la tierra de ellos). Moisés siguió diciendo: «Entonces el SEÑOR nos dijo: “Pónganse en marcha. Crucen el arroyo Zered”. Así que cruzamos el arroyo. »¡Treinta y ocho años pasaron desde que partimos por primera vez de Cades-barnea hasta que cruzamos finalmente el arroyo Zered! Para entonces, todos los hombres con edad suficiente para ir a la guerra habían muerto en el desierto, tal como el SEÑOR juró que sucedería. El SEÑOR los hirió hasta que todos quedaron eliminados de la comunidad. »Cuando todos los hombres con edad para ir a la guerra murieron, el SEÑOR me dijo: “Hoy cruzarán la frontera con Moab por la ciudad de Ar y entrarán en la tierra de los amonitas, que son descendientes de Lot; pero no los molesten ni comiencen una guerra contra ellos. A los amonitas les he dado el territorio de Amón como propiedad y a ustedes no les daré ninguna parte de la tierra de ellos”». (Antiguamente, a esa región se le consideraba la tierra de los refaítas, porque ellos habían vivido allí, aunque los amonitas los llamaban zomzomeos. También eran fuertes, altos y numerosos como los anaceos. Pero el SEÑOR destruyó a los refaítas para que los amonitas se apoderaran de la tierra de ellos. Lo mismo hizo por los descendientes de Esaú, que vivían en Seir, pues destruyó a los horeos para que los de Esaú pudieran establecerse allí. Los descendientes de Esaú viven en esa tierra hasta el día de hoy. Algo parecido sucedió cuando los caftoritas de Creta invadieron y destruyeron a los aveos, que habían vivido en aldeas en la región de Gaza). Moisés siguió diciendo: «Entonces el SEÑOR dijo: “¡Pónganse en marcha! Crucen el valle del Arnón. Miren, les voy a entregar al amorreo Sehón, rey de Hesbón, y también a su tierra. Atáquenlo y comiencen a apoderarse de su territorio. A partir de hoy, haré que los pueblos de toda la tierra sientan terror a causa de ustedes. Cuando oigan hablar de ustedes, temblarán de espanto y de miedo”».