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Deuteronomio 9:13-29

Deuteronomio 9:13-29 Reina Valera Contemporánea (RVC)

»El Señor también me dijo: “He observado a ese pueblo, y puedo ver que es un pueblo muy obstinado. ¡Déjame que los destruya! Voy a borrar su nombre de debajo del cielo, y a ti te pondré al frente de una nación más fuerte y mucho más numerosa que ellos.” Yo bajé del monte trayendo las tablas del pacto en mis dos manos, mientras el monte ardía en llamas. Al volver, me encontré con que ustedes habían pecado contra el Señor su Dios; muy pronto se habían apartado del camino que el Señor les había mandado seguir, y se habían hecho un becerro de fundición. Tomé entonces las dos tablas que traía en las manos, y las arrojé y quebré a la vista de ustedes. Luego me postré delante del Señor cuarenta días y cuarenta noches, como antes lo había hecho, y por causa del gran pecado que ustedes habían cometido no comí pan ni bebí agua, pues ustedes hicieron mal a los ojos del Señor e hicieron que se enojara. El Señor estaba muy enojado contra ustedes y quiso destruirlos. Era tal su furor y su ira que yo tuve miedo. Pero incluso esta vez el Señor me escuchó. »El Señor también se enojó en gran manera contra Aarón, y quería destruirlo; pero en aquella ocasión también oré por él. Luego tomé el objeto de su pecado, el becerro que ustedes habían hecho, y lo arrojé al fuego; lo molí muy bien y lo desmenucé hasta reducirlo a polvo, y luego eché ese polvo en el arroyo que bajaba del monte. »También en Tabera, en Masah y en Quibrot Hatavá provocaron ustedes la ira del Señor. Y también fueron rebeldes al mandato del Señor su Dios cuando, desde Cadés Barnea, el Señor los envió y les dijo: “Vayan a tomar posesión de la tierra que yo les he dado.” Y es que ustedes no le creyeron, ni obedecieron sus órdenes. Desde el día que los conocí, ustedes se han rebelado contra el Señor. »Entonces me postré delante del Señor, y estuve así cuarenta días y cuarenta noches, porque el Señor dijo que los iba a destruir. Yo oré al Señor, y le dije: “Señor y Dios, ¡no destruyas a tu propio pueblo! Con tu grandeza tú lo has rescatado; ¡lo sacaste de Egipto con mano poderosa! Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac y Jacob, y no te fijes en la terquedad de este pueblo, ni en su impiedad y pecado, no sea que los de la tierra de donde nos sacaste digan: ‘El Señor no pudo introducirlos en la tierra que les había prometido; más bien, los sacó para matarlos en el desierto porque los aborrecía.’ ¡Pero ellos son tu pueblo! ¡Son tuyos! ¡Tú los sacaste con tu gran poder y con tu brazo extendido!”

Deuteronomio 9:13-29 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Y me habló Jehová, diciendo: He observado a ese pueblo, y he aquí que es pueblo duro de cerviz. Déjame que los destruya, y borre su nombre de debajo del cielo, y yo te pondré sobre una nación fuerte y mucho más numerosa que ellos. Y volví y descendí del monte, el cual ardía en fuego, con las tablas del pacto en mis dos manos. Y miré, y he aquí habíais pecado contra Jehová vuestro Dios; os habíais hecho un becerro de fundición, apartándoos pronto del camino que Jehová os había mandado. Entonces tomé las dos tablas y las arrojé de mis dos manos, y las quebré delante de vuestros ojos. Y me postré delante de Jehová como antes, cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua, a causa de todo vuestro pecado que habíais cometido haciendo el mal ante los ojos de Jehová para enojarlo. Porque temí a causa del furor y de la ira con que Jehová estaba enojado contra vosotros para destruiros. Pero Jehová me escuchó aun esta vez. Contra Aarón también se enojó Jehová en gran manera para destruirlo; y también oré por Aarón en aquel entonces. Y tomé el objeto de vuestro pecado, el becerro que habíais hecho, y lo quemé en el fuego, y lo desmenucé moliéndolo muy bien, hasta que fue reducido a polvo; y eché el polvo de él en el arroyo que descendía del monte. También en Tabera, en Masah y en Kibrot-hataava provocasteis a ira a Jehová. Y cuando Jehová os envió desde Cades-barnea, diciendo: Subid y poseed la tierra que yo os he dado, también fuisteis rebeldes al mandato de Jehová vuestro Dios, y no le creísteis, ni obedecisteis a su voz. Rebeldes habéis sido a Jehová desde el día que yo os conozco. Me postré, pues, delante de Jehová; cuarenta días y cuarenta noches estuve postrado, porque Jehová dijo que os había de destruir. Y oré a Jehová, diciendo: Oh Señor Jehová, no destruyas a tu pueblo y a tu heredad que has redimido con tu grandeza, que sacaste de Egipto con mano poderosa. Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires a la dureza de este pueblo, ni a su impiedad ni a su pecado, no sea que digan los de la tierra de donde nos sacaste: Por cuanto no pudo Jehová introducirlos en la tierra que les había prometido, o porque los aborrecía, los sacó para matarlos en el desierto. Y ellos son tu pueblo y tu heredad, que sacaste con tu gran poder y con tu brazo extendido.

Deuteronomio 9:13-29 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

También el SEÑOR me dijo: «He visto a este pueblo y ¡realmente es un pueblo terco! Déjame que lo destruya y borre hasta el recuerdo de su nombre. De ti, en cambio, haré una nación más fuerte y numerosa que la de ellos». Luego me di vuelta y bajé de la montaña que ardía en llamas. En las manos traía yo las dos tablas del pacto. Entonces vi que ustedes habían pecado contra el SEÑOR su Dios, pues se habían fabricado un ídolo fundido con forma de becerro. ¡Bien pronto se habían apartado del camino que el SEÑOR les había mandado! Así que tomé las dos tablas que traía en las manos y las arrojé al suelo, haciéndolas pedazos delante de ustedes. Nuevamente me postré delante del SEÑOR cuarenta días y cuarenta noches, y no comí pan ni bebí agua. Lo hice por el gran pecado que ustedes habían cometido al hacer lo malo a los ojos del SEÑOR, provocando así su ira. Tuve verdadero miedo del enojo y de la ira del SEÑOR, pues a tal grado se indignó contra ustedes que quiso destruirlos. Sin embargo, el SEÑOR me escuchó una vez más. Y tan enojado estaba el SEÑOR contra Aarón que quería destruirlo y también en esa ocasión intercedí por él. Luego tomé el becerro que ustedes se fabricaron, ese ídolo que los hizo pecar y lo quemé en el fuego; lo desmenucé y lo molí hasta hacerlo polvo; después arrojé el polvo al arroyo que baja de la montaña. En Taberá, en Masá y en Quibrot Hatavá ustedes provocaron también la ira del SEÑOR. Además, cuando el SEÑOR los envió desde Cades Barnea y les dijo: «Suban y tomen posesión de la tierra que les he dado», ustedes se rebelaron contra la orden del SEÑOR su Dios; no confiaron en él ni le obedecieron. ¡Desde que los conozco han sido rebeldes al SEÑOR! Como el SEÑOR había dicho que los destruiría, yo me quedé postrado ante él esos cuarenta días y cuarenta noches. Oré al SEÑOR y le dije: «SEÑOR y Dios, ¡no destruyas tu propia heredad, el pueblo que por tu grandeza redimiste y sacaste de Egipto con gran despliegue de fuerza! ¡Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob! Pasa por alto la terquedad de este pueblo, su maldad y su pecado, no sea que en el país de donde nos sacaste digan: “El SEÑOR no pudo llevarlos a la tierra que les había prometido. Y como los aborrecía, los sacó para que murieran en el desierto”. Después de todo, ellos son tu propia heredad; son el pueblo que sacaste con gran despliegue de fuerza y de poder».

Deuteronomio 9:13-29 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Me he dado cuenta de que este pueblo es muy terco. ¡Déjame destruirlo, para que nadie vuelva a recordarlo! Pero a ti, te pondré por jefe de un pueblo mucho más fuerte y grande”. »Yo bajé del monte con las dos tablas del pacto en mis manos. Cuando bajé, el monte ardía en llamas. Al llegar a donde ustedes estaban, vi cómo habían pecado contra Dios: se habían hecho un ídolo con forma de toro y lo estaban adorando. »No les tomó mucho tiempo desobedecer a su Dios. Y fue tanto mi enojo que arrojé al suelo las dos tablas, y a la vista de todos se hicieron pedazos. Después tomé el ídolo que habían hecho, lo quemé y eché las cenizas al arroyo que bajaba del monte. »El pecado de ustedes me causó mucho dolor y tristeza, pues hizo enojar a Dios. Por eso me arrodillé delante de él, y durante cuarenta días y cuarenta noches no comí ni bebí nada. Dios estaba tan enojado con ustedes y con Aarón, que estaba decidido a destruirlos. »Yo sentí tanto miedo que oré a Dios y le dije: “Dios mío, no destruyas al pueblo que sacaste de Egipto con tu gran poder. Es tu pueblo. Recuerda que Abraham, Isaac y Jacob siempre te fueron fieles y te obedecieron en todo. Olvídate de que este pueblo es terco; olvídate de su pecado y de su maldad. Si lo destruyes, los otros pueblos van a pensar que no pudiste llevarlo hasta la tierra que le prometiste. También van a pensar que tú no lo quieres, y que lo sacaste al desierto para destruirlo por completo. Esta gente es tu pueblo; es el pueblo que con tu gran poder sacaste de Egipto”. »Una vez más, Dios escuchó mi oración y los perdonó. Pero no fue esa la única ocasión en que ustedes lo hicieron enojar. También lo hicieron enojar en Taberá, en Masá y en Quibrot-hataavá. Además, cuando ustedes estaban en Cadés-barnea, Dios les ordenó que fueran a conquistar la tierra prometida, pero ustedes no creyeron en su promesa ni lo obedecieron. ¡Desde el día en que los conocí, ustedes han sido siempre tercos y desobedientes!»

Deuteronomio 9:13-29 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

»El Señor también me dijo: “Ya he visto que este pueblo es muy terco. Quítate de mi camino, que voy a destruirlos y a borrar de la tierra su memoria; pero de ti haré una nación más fuerte y numerosa que ellos.” »Cuando bajé del monte, el cual estaba ardiendo, traía yo en mis manos las dos tablas de la alianza. Pero al ver que ustedes habían pecado contra el Señor, y que se habían hecho un becerro de metal fundido, abandonando así el camino que el Señor les había ordenado seguir, arrojé las dos tablas que traía en las manos, y las hice pedazos delante de ustedes. Después me arrodillé delante del Señor y, tal como ya lo había hecho antes, estuve cuarenta días y cuarenta noches sin comer ni beber nada, por causa del pecado que ustedes habían cometido, con lo que ofendieron al Señor y provocaron su ira. Yo estaba asustado del enojo y furor que el Señor manifestó contra ustedes, hasta el punto de querer destruirlos; pero una vez más el Señor me escuchó. También estaba el Señor muy enojado contra Aarón, y quería destruirlo, pero yo intervine en favor de él; luego agarré el becerro que ustedes se habían hecho y con el cual pecaron, y lo arrojé al fuego, y después de molerlo hasta convertirlo en polvo, lo eché al arroyo que baja del monte. »También en Taberá, en Masá y en Quibrot-hataavá, provocaron ustedes la ira del Señor. Y cuando el Señor les ordenó partir de Cadés-barnea para ir a tomar posesión del país que él les había dado, también se opusieron a su mandato y no tuvieron fe en él ni quisieron obedecerlo. ¡Desde que yo los conozco, ustedes han sido rebeldes al Señor! Como el Señor había amenazado con destruirlos, yo me quedé arrodillado delante del Señor durante cuarenta días y cuarenta noches, y con ruegos le dije: “Señor, no destruyas a este pueblo, que es tuyo, que tú liberaste con tu grandeza y sacaste de Egipto con gran poder. Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob. No tengas en cuenta la terquedad de este pueblo, ni su maldad y pecado, para que no se diga en el país del que nos sacaste: El Señor no pudo hacerlos entrar en el país que les había prometido, y como los odiaba, los hizo salir de aquí para hacerlos morir en el desierto. Pero ellos son tu pueblo, son tuyos; tú los sacaste de Egipto con gran despliegue de poder.”

Deuteronomio 9:13-29 La Biblia de las Américas (LBLA)

También me habló el SEÑOR, diciendo: «He visto a este pueblo, y en verdad es un pueblo de dura cerviz. Déjame que los destruya y borre su nombre de debajo del cielo; y de ti haré una nación más grande y más poderosa que ellos». Y volví, y descendí del monte mientras el monte ardía en fuego, y las dos tablas del pacto estaban en mis dos manos. Y vi que en verdad habíais pecado contra el SEÑOR vuestro Dios. Os habíais hecho un becerro de fundición; pronto os habíais apartado del camino que el SEÑOR os había ordenado. Tomé las dos tablas, las arrojé de mis manos y las hice pedazos delante de vuestros ojos. Y me postré delante del SEÑOR como al principio, por cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua, a causa de todo el pecado que habíais cometido al hacer lo malo ante los ojos del SEÑOR, provocándole a ira. Porque temí la ira y el furor con que el SEÑOR estaba enojado contra vosotros para destruiros, pero el SEÑOR me escuchó también esta vez. Y el SEÑOR se enojó tanto con Aarón que quiso destruirlo; y también intercedí por Aarón al mismo tiempo. Y tomé el objeto de vuestro pecado, el becerro que os habíais hecho, y lo quemé en el fuego, y lo hice pedazos, desmenuzándolo hasta que quedó tan fino como el polvo; y eché su polvo al arroyo que bajaba del monte. Nuevamente, en Tabera, en Masah y en Kibrot-hataava, provocasteis a ira al SEÑOR. Y cuando el SEÑOR os envió de Cades-barnea, diciendo: «Subid y tomad posesión de la tierra que yo os he dado», entonces os rebelasteis contra la orden del SEÑOR vuestro Dios; no le creísteis, ni escuchasteis su voz. Vosotros habéis sido rebeldes al SEÑOR desde el día en que os conocí. Entonces me postré delante del SEÑOR los cuarenta días y cuarenta noches, lo cual hice porque el SEÑOR había dicho que os iba a destruir. Y oré al SEÑOR, y dije: «Oh Señor DIOS, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad, que tú has redimido con tu grandeza, que tú has sacado de Egipto con mano fuerte. Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires la dureza de este pueblo ni su maldad ni su pecado. De otra manera los de la tierra de donde tú nos sacaste dirán: “Por cuanto el SEÑOR no pudo hacerlos entrar en la tierra que les había prometido y porque los aborreció, los sacó para hacerlos morir en el desierto”. Sin embargo, ellos son tu pueblo, tu heredad, a quien tú has sacado con tu gran poder y tu brazo extendido».

Deuteronomio 9:13-29 Nueva Traducción Viviente (NTV)

»El SEÑOR también me dijo: “He visto lo terco y lo rebelde que es este pueblo. Quítate del medio, para que lo destruya y borre su nombre de la faz de la tierra. Luego haré una nación poderosa con tus descendientes, una nación más fuerte y numerosa que esta gente”. »Así que, mientras el monte seguía ardiendo en llamas, di la vuelta y comencé a bajar; en las manos llevaba las dos tablas de piedra grabadas con las condiciones del pacto. Abajo, ante mis ojos, pude ver que ustedes habían pecado contra el SEÑOR su Dios. Habían fundido oro y se habían hecho un becerro. ¡Qué pronto se apartaron del camino que el SEÑOR les había ordenado seguir! Entonces tomé las tablas de piedra y las tiré al suelo, y se partieron en pedazos a la vista de todos. »Luego me postré hasta el suelo delante del SEÑOR y estuve allí otros cuarenta días y cuarenta noches. No comí pan ni bebí agua, debido al pecado tan grande que ustedes habían cometido al hacer lo que el SEÑOR odiaba, con lo cual provocaron su enojo. Tuve miedo de que ese enojo tan intenso del SEÑOR, que lo volvió en contra de ustedes, lo llevara a destruirlos; pero una vez más, él me escuchó. El SEÑOR estaba tan enojado con Aarón que también quería destruirlo a él; pero oré por Aarón, y el SEÑOR le perdonó la vida. Así que tomé el pecado de ustedes —o sea, el becerro que habían hecho—, lo derretí en el fuego y luego lo molí hasta que quedó hecho polvo, y después lo arrojé en el arroyo que baja del monte. »Ustedes también hicieron enojar al SEÑOR en Taberá, en Masá y en Kibrot-hataava. Además, en Cades-barnea, el SEÑOR les ordenó que salieran, diciendo: “Suban y tomen la tierra que les he dado”. Pero ustedes se rebelaron contra la orden del SEÑOR su Dios y se negaron a confiar en él y a obedecerlo. Así es, vienen rebelándose contra el SEÑOR desde que los conozco. »Por esa razón, me postré hasta el suelo delante del SEÑOR y estuve allí durante cuarenta días y cuarenta noches, porque el SEÑOR dijo que iba a destruirlos. Oré al SEÑOR y dije: “Oh SEÑOR Soberano, no los destruyas; son tu propio pueblo. Son tu posesión más preciada, los que redimiste de Egipto con tu gran poder y tu mano fuerte. Te ruego que no les tomes en cuenta su terquedad ni su terrible pecado, y que recuerdes, en cambio, a tus siervos Abraham, Isaac y Jacob. Si tú destruyes a este pueblo, los egipcios van a decir: ‘Los israelitas murieron porque el SEÑOR no pudo llevarlos a la tierra que había prometido darles’. O también podrían decir: ‘Los destruyó porque los odiaba; los llevó al desierto a propósito para aniquilarlos’. Pero los israelitas son tu pueblo y tu posesión más preciada, los que sacaste de Egipto con tu gran fuerza y tu brazo poderoso”.