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Ester 9:1-19

Ester 9:1-19 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

En el mes duodécimo, que es el mes de Adar, a los trece días del mismo mes, cuando debía ser ejecutado el mandamiento del rey y su decreto, el mismo día en que los enemigos de los judíos esperaban enseñorearse de ellos, sucedió lo contrario; porque los judíos se enseñorearon de los que los aborrecían. Los judíos se reunieron en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para descargar su mano sobre los que habían procurado su mal, y nadie los pudo resistir, porque el temor de ellos había caído sobre todos los pueblos. Y todos los príncipes de las provincias, los sátrapas, capitanes y oficiales del rey, apoyaban a los judíos; porque el temor de Mardoqueo había caído sobre ellos. Pues Mardoqueo era grande en la casa del rey, y su fama iba por todas las provincias; Mardoqueo iba engrandeciéndose más y más. Y asolaron los judíos a todos sus enemigos a filo de espada, y con mortandad y destrucción, e hicieron con sus enemigos como quisieron. En Susa capital del reino mataron y destruyeron los judíos a quinientos hombres. Mataron entonces a Parsandata, Dalfón, Aspata, Porata, Adalía, Aridata, Parmasta, Arisai, Aridai y Vaizata, diez hijos de Amán hijo de Hamedata, enemigo de los judíos; pero no tocaron sus bienes. El mismo día se le dio cuenta al rey acerca del número de los muertos en Susa, residencia real. Y dijo el rey a la reina Ester: En Susa capital del reino los judíos han matado a quinientos hombres, y a diez hijos de Amán. ¿Qué habrán hecho en las otras provincias del rey? ¿Cuál, pues, es tu petición? y te será concedida; ¿o qué más es tu demanda? y será hecha. Y respondió Ester: Si place al rey, concédase también mañana a los judíos en Susa, que hagan conforme a la ley de hoy; y que cuelguen en la horca a los diez hijos de Amán. Y mandó el rey que se hiciese así. Se dio la orden en Susa, y colgaron a los diez hijos de Amán. Y los judíos que estaban en Susa se juntaron también el catorce del mes de Adar, y mataron en Susa a trescientos hombres; pero no tocaron sus bienes. En cuanto a los otros judíos que estaban en las provincias del rey, también se juntaron y se pusieron en defensa de su vida, y descansaron de sus enemigos, y mataron de sus contrarios a setenta y cinco mil; pero no tocaron sus bienes. Esto fue en el día trece del mes de Adar, y reposaron en el día catorce del mismo, y lo hicieron día de banquete y de alegría. Pero los judíos que estaban en Susa se juntaron el día trece y el catorce del mismo mes, y el quince del mismo reposaron y lo hicieron día de banquete y de regocijo. Por tanto, los judíos aldeanos que habitan en las villas sin muro hacen a los catorce del mes de Adar el día de alegría y de banquete, un día de regocijo, y para enviar porciones cada uno a su vecino.

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Ester 9:1-19 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

El edicto y la orden del rey debían ejecutarse el día trece del mes doce, que es el mes de adar . Los enemigos de los judíos esperaban dominarlos ese día; pero ahora se habían invertido los papeles y los judíos dominaban a quienes los odiaban. En todas las provincias del rey Asuero, los judíos se reunieron en sus respectivas ciudades para atacar a los que procuraban su ruina. Nadie podía combatirlos, porque el miedo a ellos se había apoderado de todos. Los nobles de las provincias, los sátrapas, los gobernadores y los administradores del rey apoyaban a los judíos, porque el miedo a Mardoqueo se había apoderado de todos ellos. Mardoqueo se había convertido en un personaje distinguido dentro del palacio real. Su fama se extendía por todas las provincias y cada vez se hacía más poderoso. Los judíos mataron a filo de espada a todos sus enemigos. Los mataron, aniquilaron e hicieron lo que quisieron con quienes los odiaban. En la ciudad de Susa mataron y aniquilaron a quinientos hombres. También mataron a Parsandata, Dalfón, Aspata, Porata, Adalías, Aridata, Parmasta, Arisay, Ariday y Vaizata, que eran los diez hijos de Amán, hijo de Hamedata, el enemigo de los judíos. Pero no se apoderaron de sus bienes. Ese mismo día, al enterarse el rey del número de muertos en la ciudad de Susa, dijo a la reina Ester: —Si los judíos han matado y aniquilado a quinientos hombres y a los diez hijos de Amán en la ciudad de Susa, ¡qué no habrán hecho en el resto de las provincias del reino! Dime cuál es tu deseo y se te concederá. ¿Qué otra petición tienes? ¡Se cumplirá tu deseo! —Si a Su Majestad le parece bien —respondió Ester—, concédales permiso a los judíos de Susa para prorrogar hasta mañana el edicto de este día y permita que sean colgados en la horca los diez hijos de Amán. El rey ordenó que se hiciera así. Se emitió un edicto en Susa y los diez hijos de Amán fueron colgados. Los judíos de Susa se reunieron también el día catorce del mes de adar y mataron allí a trescientos hombres, pero no se apoderaron de sus bienes. Mientras tanto, los judíos restantes que estaban en las provincias del rey también se reunieron para defenderse y librarse de sus enemigos. Mataron a setenta y cinco mil de quienes los odiaban, pero tampoco se apoderaron de sus bienes. Esto sucedió el día trece del mes de adar . El día catorce descansaron, y lo celebraron con un alegre banquete. En cambio, los judíos de Susa que se habían reunido el trece y el catorce descansaron el día quince y lo celebraron con un alegre banquete. Por eso los judíos de las zonas rurales —los que viven en las aldeas—, celebran el catorce del mes de adar como día de alegría y banquete, y se hacen regalos unos a otros.

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Ester 9:1-19 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Llegó el día trece del mes de Adar, cuando debía cumplirse la orden del rey para que los judíos fueran destruidos. ¡Pero ocurrió lo contrario, porque ese día los judíos triunfaron sobre sus enemigos! En todas las provincias del reino de Asuero, los judíos se reunieron en sus respectivas ciudades, dispuestos a atacar a cualquiera que les quisiera hacer daño. Pero nadie se atrevió a hacerles frente, porque ahora todos les tenían miedo. Además, por miedo a Mardoqueo, todas las autoridades ayudaron a los judíos, pues ahora él tenía un puesto muy importante en el reino. Mardoqueo se hizo muy famoso en todas las provincias, y cada vez tenía más poder. Los judíos se armaron de espadas, y acabaron con todos sus enemigos. También en la ciudad de Susa mataron a quinientos hombres, incluyendo a los diez hijos de Amán que se llamaban: Parsandata, Dalfón, Aspata, Porata, Adalías, Aridata, Parmasta, Arisai, Aridai y Vaizata. Pero no se adueñaron de sus pertenencias. Ese mismo día informaron al rey cuántos habían muerto en Susa. Entonces el rey le comentó a la reina Ester: —En la ciudad de Susa los judíos han matado a quinientos hombres, incluyendo a los diez hijos de Amán. ¡Sin duda, en el resto del reino habrán hecho algo parecido! ¿Qué más deseas? Pídeme lo que quieras, que yo te lo concederé. Ester le respondió: —Si a Su Majestad le parece bien, quisiera que también mañana se permita a los judíos de Susa acabar con sus enemigos. También quisiera que los cadáveres de los hijos de Amán sean exhibidos en público. El rey ordenó que se hiciera así; y el documento con la orden fue entregado en Susa. Los judíos que estaban en Susa también se reunieron el día catorce del mes de Adar y mataron a trescientos hombres, pero no se adueñaron de sus pertenencias. Los otros judíos que estaban en las provincias del rey se habían reunido el día trece del mes de Adar para defenderse y librarse de sus enemigos. Ese día mataron a setenta y cinco mil de sus enemigos, pero no se adueñaron de sus pertenencias. El día catorce descansaron y se dedicaron a festejar su victoria. Pero los judíos que estaban en Susa se reunieron los días trece y catorce para defenderse, y el día quince también hicieron fiesta. Por eso los judíos de las provincias eligieron el día catorce del mes de Adar como día de celebración, y en ese día se hacen regalos unos a otros.

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Ester 9:1-19 Reina Valera Contemporánea (RVC)

El día trece del mes duodécimo, que es el mes de Adar, debía ser ejecutado el decreto del rey, que ordenaba que los judíos debían ser exterminados por sus enemigos. Pero sucedió todo lo contrario, porque fueron los judíos los que se vengaron de quienes los aborrecían. Ese día los judíos se reunieron en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para vengarse de los que habían procurado su mal, y nadie les opuso resistencia porque el temor a ellos había cundido por todos los pueblos. Era tanto el miedo que sentían ante Mardoqueo, que todos los príncipes de las provincias, sátrapas, capitanes y oficiales del rey, apoyaban a los judíos. Y es que Mardoqueo ya era muy importante en la casa del rey. Su fama se extendía por todas las provincias, y cada vez ganaba más poder. Y así, los judíos mataron a filo de espada a todos sus enemigos; les causaron gran mortandad y destrucción, e hicieron con ellos lo que quisieron. Solo en Susa, que era la capital del reino, los judíos mataron y destruyeron a quinientos hombres, y también mataron a Parsandata, Dalfón, Aspata, Porata, Adalía, Aridata, Parmasta, Arisay, Ariday y Vaizata, que eran diez hijos de Amán, el hijo de Hamedata y enemigo de los judíos, aunque no tocaron sus bienes. Ese mismo día se informó al rey acerca del número de muertos que hubo en Susa, la residencia real. Entonces el rey le dijo a la reina Ester: «Si en Susa, capital del reino, los judíos mataron a quinientos hombres y a diez hijos de Amán, ¿qué no habrán hecho en las otras provincias del reino? ¿Qué otra petición tienes? Te será concedida. ¿O qué más quieres? Se hará lo que pidas.» Ester respondió: «Si a Su Majestad le parece bien, concédase a los judíos hacer mañana en Susa lo mismo que hicieron hoy, y que cuelguen en la horca a los diez hijos de Amán.» El rey ordenó que se hiciera así. La orden fue dada en Susa, y los diez hijos de Amán fueron colgados. Los judíos que estaban en Susa se reunieron también el catorce del mes de Adar, y mataron en Susa a otros trescientos hombres, pero no tocaron sus bienes. También los otros judíos que estaban en las demás provincias del rey se juntaron y se dispusieron a defender su vida. Se libraron de sus enemigos, y mataron a setenta y cinco mil de ellos, pero no tocaron sus bienes. Esto sucedió el día trece del mes de Adar, y el día catorce del mismo mes descansaron y lo declararon día de banquete y de alegría. Los judíos que estaban en Susa se juntaron los días trece y catorce del mismo mes, y el día quince del mismo mes descansaron y lo declararon día de banquete y de alegría. Por eso desde entonces los judíos que viven en las aldeas y en villas sin murallas celebran el día catorce del mes de Adar como un día de alegría y de banquete; es para ellos un día de regocijo, en el que cada uno comparte su comida con su vecino.

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Ester 9:1-19 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

El día trece del mes doce, llamado Adar, era la fecha señalada para el cumplimiento de la orden del rey, y también el día en que los enemigos de los judíos esperaban dominarlos; pero sucedió todo lo contrario, pues los judíos los dominaron a ellos. En todas las provincias del rey Asuero, los judíos se reunieron en las ciudades donde vivían, para atacar a los que habían querido su desgracia. No hubo nadie que se enfrentara con ellos, porque el terror se había apoderado de todos los pueblos. Todas las autoridades de las provincias, los gobernadores regionales y provinciales, y los que ocupaban altos cargos en el gobierno, apoyaban a los judíos por miedo a Mardoqueo, pues él era ya un gran personaje en el palacio real y su fama se había extendido por todas las provincias, y cada día tenía más poder. A filo de espada acabaron los judíos con todos sus enemigos; los exterminaron por completo e hicieron con ellos lo que quisieron. Tan solo en la ciudadela de Susa mataron a quinientos hombres; mataron también a Parsandata, Dalfón, Aspata, Porata, Adalías, Aridata, Parmasta, Arisai, Aridai y Vaizata, que eran los diez hijos de Amam, el enemigo de los judíos; pero no tocaron sus bienes. Aquel mismo día, al enterarse el rey del número de muertos que había habido en la ciudadela de Susa, le dijo a la reina Ester: —Los judíos han matado a quinientos hombres y a los diez hijos de Amam en la ciudadela de Susa. ¿Qué más habrán hecho en las otras provincias del reino? ¡Dime qué más deseas, y te lo concederé! Y Ester respondió: —Si a Su Majestad le parece bien, que se permita a los judíos de Susa hacer mañana lo mismo que han hecho conforme al decreto, y que se cuelguen en la horca los cuerpos de los diez hijos de Amam. El rey ordenó que se hiciera así. El decreto se publicó en Susa, y los cadáveres de los diez hijos de Amam fueron colgados. Los judíos que vivían en Susa se volvieron a reunir el día catorce del mes de Adar, y mataron allí a trescientos hombres más; pero no tocaron sus bienes. Los judíos que vivían en las otras provincias se reunieron, el día trece del mismo mes, para defender sus vidas y deshacerse de sus enemigos; mataron a setenta y cinco mil de ellos, pero no tocaron sus bienes. El día catorce descansaron y lo celebraron con banquetes y alegría. Como los judíos de Susa se habían concentrado los días trece y catorce, descansaron el día quince, celebrándolo también con banquetes y alegría. Pero los judíos que viven en pueblos y aldeas que no tienen murallas, celebran el día catorce del mes de Adar con alegría y fiestas, y unos a otros se hacen regalos.

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Ester 9:1-19 La Biblia de las Américas (LBLA)

En el mes doce (es decir, el mes de Adar), el día trece cuando estaban para ejecutarse el mandato y edicto del rey, el mismo día que los enemigos de los judíos esperaban obtener dominio sobre ellos, sucedió lo contrario, porque fueron los judíos los que obtuvieron dominio sobre los que los odiaban. Se reunieron los judíos en sus ciudades por todas las provincias del rey Asuero para echar mano a los que buscaban su daño; y nadie podía oponérseles, porque el temor a ellos había caído sobre todos los pueblos. Y todos los príncipes de las provincias, los sátrapas, los gobernadores y los que manejaban los negocios del rey ayudaron a los judíos, porque el temor a Mardoqueo había caído sobre ellos, pues Mardoqueo era grande en la casa del rey, y su fama se había extendido por todas las provincias, porque Mardoqueo se hacía más y más grande. Y los judíos hirieron a todos sus enemigos a filo de espada, con matanza y destrucción; e hicieron lo que quisieron con los que los odiaban. En la fortaleza de Susa los judíos mataron y destruyeron a quinientos hombres, también a Parsandata, Dalfón, Aspata, Porata, Adalía, Aridata, Parmasta, Arisai, Aridai y Vaizata, los diez hijos de Amán, hijo de Hamedata, enemigo de los judíos; pero no echaron mano a los bienes. Aquel mismo día comunicaron al rey el número de los que fueron muertos en la fortaleza de Susa. Y el rey dijo a la reina Ester: En la fortaleza de Susa los judíos han matado y exterminado a quinientos hombres y a los diez hijos de Amán. ¡Qué habrán hecho en las demás provincias del rey! ¿Cuál es tu petición ahora? Pues te será concedida. ¿Qué más quieres? También te será hecho. Entonces Ester dijo: Si le place al rey, que mañana también se conceda a los judíos que están en Susa hacer conforme al edicto de hoy; y que los diez hijos de Amán sean colgados en la horca. El rey ordenó que así se hiciera; y un edicto fue promulgado en Susa, y los diez hijos de Amán fueron colgados. Los judíos que se hallaban en Susa se reunieron también el día catorce del mes de Adar y mataron a trescientos hombres en Susa, pero no echaron mano a los bienes. Y los demás judíos que se hallaban en las provincias del rey se reunieron para defender sus vidas y librarse de sus enemigos; y mataron a setenta y cinco mil de los que los odiaban, pero no echaron mano a los bienes. Esto sucedió el día trece del mes de Adar, y el día catorce descansaron, y lo proclamaron día de banquete y de regocijo. Pero los judíos que se hallaban en Susa se reunieron el trece y el catorce del mismo mes, y descansaron el día quince y lo proclamaron día de banquete y de regocijo. Por eso los judíos de las áreas rurales, que habitan en las ciudades abiertas, proclaman el día catorce del mes de Adar día festivo para regocijarse, hacer banquetes y enviarse porciones de comida unos a otros.

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Ester 9:1-19 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Así que, el 7 de marzo, los dos decretos del rey entraron en vigencia. Ese día, los enemigos de los judíos tenían la esperanza de dominarlos, pero ocurrió todo lo contrario. Fueron los judíos quienes dominaron a sus enemigos. Los judíos se reunieron en sus ciudades, en todas las provincias del rey, para atacar a todo el que intentara hacerles daño; pero nadie pudo hacerles frente porque todos les tenían miedo. Además, todos los nobles de las provincias, los funcionarios de más alta posición, los gobernadores y los funcionarios reales ayudaron a los judíos por temor a Mardoqueo. Pues a Mardoqueo lo habían ascendido a un alto cargo en el palacio del rey, y su fama se extendía por todas las provincias a medida que se hacía más y más poderoso. Así que, el día señalado, los judíos hirieron de muerte a sus enemigos a filo de espada. Mataron y aniquilaron a sus enemigos e hicieron lo que quisieron con quienes los odiaban. En la propia fortaleza de Susa, los judíos mataron a quinientos hombres. También mataron a Parsandata, a Dalfón, a Aspata, a Porata, a Adalía, a Aridata, a Parmasta, a Arisai, a Aridai y a Vaizata: los diez hijos de Amán, hijo de Hamedata, el enemigo de los judíos; pero no se quedaron con ninguna de sus pertenencias. Ese mismo día, cuando se le informó al rey el número de muertos en la fortaleza de Susa, hizo llamar a la reina Ester y le dijo: —Los judíos mataron a quinientos hombres solo en la fortaleza de Susa, además de los diez hijos de Amán. Si aquí hicieron eso, ¿qué habrá pasado en el resto de las provincias? Ahora bien, ¿qué más quieres? Te será concedido; dímelo y lo haré. Ester contestó: —Si al rey le agrada, que a los judíos de Susa se les dé permiso para hacer mañana lo que hicieron hoy, y que los cuerpos de los diez hijos de Amán sean atravesados en un poste. El rey estuvo de acuerdo, y el decreto se hizo público en Susa. Atravesaron los cuerpos de los diez hijos de Amán. Luego, el 8 de marzo, los judíos de Susa se reunieron y mataron a trescientos hombres más, y otra vez tampoco se quedaron con ninguna de sus pertenencias. Mientras tanto, los demás judíos en todas las provincias del rey se reunieron para defender su vida. Quedaron aliviados de todos sus enemigos, al matar a setenta y cinco mil de los que los odiaban; pero no se quedaron con ninguna de sus pertenencias. Eso ocurrió en todas las provincias el 7 de marzo, y el día 8 descansaron para celebrar su victoria con un día de fiesta y alegría. (Los judíos de Susa mataron a sus enemigos el día 7 de marzo, continuaron el 8, y luego el día 9 descansaron y lo designaron su día de fiesta y alegría). De manera que, hasta el día de hoy, los judíos del campo que viven en aldeas remotas celebran un día feriado anualmente en el día señalado a fines del invierno, en el cual se alegran y se mandan regalos de comida unos a otros.

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