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Esdras 6:1-12

Esdras 6:1-12 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

Entonces el rey Darío ordenó que se investigara en los archivos donde se guardaban los tesoros de Babilonia. Y en el palacio de Ecbatana, en la provincia de Media, se encontró un rollo que contenía la siguiente memoria: En el primer año de su reinado, el rey Ciro promulgó el siguiente edicto respecto al Templo de Dios en Jerusalén: Que se echen los cimientos y se reconstruya el templo, para que en él se ofrezcan holocaustos. Tendrá sesenta codos tanto de alto como de ancho, tres hileras de piedras grandes y una de madera. Todos los gastos serán sufragados por el tesoro real. Con respecto a los utensilios de oro y de plata que Nabucodonosor sacó del Templo de Jerusalén y llevó a Babilonia, que los devuelvan a Jerusalén y que se pongan en el templo de Dios, donde deben estar. Entonces el rey Darío dio la siguiente orden a Tatenay, gobernador de la provincia al oeste del río Éufrates, y a Setar Bosnay y a sus compañeros, los funcionarios de dicha provincia: Aléjense de Jerusalén y no estorben la obra de reconstrucción del templo de Dios. Dejen que el gobernador de la provincia de Judá y los líderes de los judíos reconstruyan el templo en su antiguo sitio. También he decidido que ustedes deben prestarles ayuda, sufragando los gastos de la reconstrucción del templo con los impuestos que la provincia al oeste del río Éufrates paga al tesoro real. No se tarden en pagar todos los gastos, para que no se interrumpan las obras. Además, todos los días, sin falta, deberán suministrarles becerros, carneros y corderos para ofrecerlos en holocausto al Dios del cielo, junto con trigo, sal, vino y aceite, y todo lo que necesiten, según las instrucciones de los sacerdotes que están en Jerusalén. Así podrán ellos ofrecer sacrificios gratos al Dios del cielo y rogar por la vida del rey y de sus hijos. He determinado asimismo que, quien desobedezca esta orden, sea empalado en una viga sacada de su propia casa y le derrumben la casa. ¡Que el Dios que decidió poner su Nombre allí derribe a cualquier rey o nación que intente modificar este decreto o destruir ese templo de Dios en Jerusalén! Yo, Darío, promulgo este decreto. Publíquese y cúmplase al pie de la letra.

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Esdras 6:1-12 Reina Valera Contemporánea (RVC)

El rey Darío ordenó buscar en los archivos de Babilonia, en el palacio donde guardaban los tesoros, y en el palacio de Acmeta, que está en la provincia de Media, hallaron un libro con este escrito: «Memorándum. Fechado el primer año del rey Ciro. »Su Majestad ordena la reconstrucción del templo de Dios en Jerusalén, y el restablecimiento de los sacrificios. »Su Majestad ordena también que las murallas sean reafirmadas, con una altura y una anchura de veintisiete metros, y con tres hileras de grandes bloques de piedra y una hilera de madera nueva. El costo total de la obra será pagado por el tesoro real. »En cuanto a los utensilios de oro y de plata del templo de Dios en Jerusalén, los cuales Nabucodonosor sacó de allí para traerlos a Babilonia, estos deberán ser devueltos y llevados al templo de Dios en Jerusalén.» «Por lo tanto, ustedes, Tatenay, gobernador de la ribera occidental del río Éufrates, y Setar Bosnay y compañeros, deberán alejarse de allí y dejar que el gobernador y los ancianos judíos lleven a cabo la reconstrucción del templo de Dios en su mismo lugar. »Yo, Darío, ordeno que los gastos de la obra sean cubiertos puntualmente por la tesorería del rey, tomándolos de los tributos que se recogen al otro lado del río Éufrates y entregándolos a los ancianos judíos para que la obra de reconstrucción no se detenga. »Todo lo que sea necesario, como becerros, carneros, corderos, trigo, sal, vino y aceite para los holocaustos en honor del Dios del cielo, sea proporcionado diariamente a los sacerdotes en Jerusalén, según ellos lo pidan y sin obstáculo alguno, a fin de que puedan ofrecer sacrificios gratos al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y de sus hijos. »Yo, Darío, ordeno que cualquiera que altere este decreto sea empalado con una viga arrancada de su propia casa, y que esa casa sea convertida en un muladar. »Que el Dios que estableció ese lugar como residencia de su nombre destruya a cualquier rey o pueblo que interfiera o se oponga, o quiera destruir el templo de Dios en Jerusalén. Yo, Darío, emito este decreto y ordeno que se cumpla con prontitud.»

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Esdras 6:1-12 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Entonces el rey Darío dio la orden de buscar en la casa de los archivos, donde guardaban los tesoros allí en Babilonia. Y fue hallado en Acmeta, en el palacio que está en la provincia de Media, un libro en el cual estaba escrito así: Memoria: En el año primero del rey Ciro, el mismo rey Ciro dio orden acerca de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalén, para que fuese la casa reedificada como lugar para ofrecer sacrificios, y que sus paredes fuesen firmes; su altura de sesenta codos, y de sesenta codos su anchura; y tres hileras de piedras grandes, y una de madera nueva; y que el gasto sea pagado por el tesoro del rey. Y también los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, los cuales Nabucodonosor sacó del templo que estaba en Jerusalén y los pasó a Babilonia, sean devueltos y vayan a su lugar, al templo que está en Jerusalén, y sean puestos en la casa de Dios. Ahora, pues, Tatnai gobernador del otro lado del río, Setar-boznai, y vuestros compañeros los gobernadores que estáis al otro lado del río, alejaos de allí. Dejad que se haga la obra de esa casa de Dios; que el gobernador de los judíos y sus ancianos reedifiquen esa casa de Dios en su lugar. Y por mí es dada orden de lo que habéis de hacer con esos ancianos de los judíos, para reedificar esa casa de Dios; que de la hacienda del rey, que tiene del tributo del otro lado del río, sean dados puntualmente a esos varones los gastos, para que no cese la obra. Y lo que fuere necesario, becerros, carneros y corderos para holocaustos al Dios del cielo, trigo, sal, vino y aceite, conforme a lo que dijeren los sacerdotes que están en Jerusalén, les sea dado día por día sin obstáculo alguno, para que ofrezcan sacrificios agradables al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y por sus hijos. También por mí es dada orden, que cualquiera que altere este decreto, se le arranque un madero de su casa, y alzado, sea colgado en él, y su casa sea hecha muladar por esto. Y el Dios que hizo habitar allí su nombre, destruya a todo rey y pueblo que pusiere su mano para cambiar o destruir esa casa de Dios, la cual está en Jerusalén. Yo Darío he dado el decreto; sea cumplido prontamente.

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Esdras 6:1-12 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Entonces el rey Darío dio órdenes para que se investigara en los archivos de Babilonia, los cuales estaban guardados en la tesorería. Sin embargo, fue en la fortaleza de Ecbatana, en la provincia de Media, donde se encontró un rollo que decía lo siguiente: «Memorando: »En el primer año del reinado del rey Ciro, se emitió un decreto en relación con el templo de Dios en Jerusalén. »Que se reconstruya el templo con los cimientos originales en el sitio donde los judíos solían ofrecer sus sacrificios. Su altura será de veintisiete metros, y su anchura será de veintisiete metros. A cada tres hileras de piedras especialmente preparadas, se les pondrá encima una capa de madera. Todos los gastos correrán por cuenta de la tesorería real. Además, las copas de oro y de plata que Nabucodonosor tomó del templo de Dios en Jerusalén y llevó a Babilonia serán devueltas a Jerusalén y colocadas nuevamente en el lugar que corresponden. Que sean devueltas al templo de Dios». Entonces el rey Darío envió el siguiente mensaje: «Por consiguiente, Tatnai, gobernador de la provincia situada al occidente del río Éufrates, y Setar-boznai junto con sus colegas y otros funcionarios del occidente del río Éufrates, ¡manténganse bien lejos de allí! No estorben la construcción del templo de Dios. Dejen que se reconstruya en su sitio original y no le pongan trabas al trabajo del gobernador de Judá ni al de los ancianos de los judíos. »Además, por la presente, decreto que ustedes tendrán que ayudar a esos ancianos de los judíos mientras reconstruyan el templo de Dios. Ustedes tienen que pagar el costo total de la obra, sin demora, con los impuestos que se recaudan en la provincia situada al occidente del río Éufrates, a fin de que la construcción no se interrumpa. »Denles a los sacerdotes de Jerusalén todo lo que necesiten, sean becerros, carneros o corderos, para las ofrendas quemadas que presenten al Dios del cielo; y sin falta, provéanles toda la sal y todo el trigo, el vino y el aceite de oliva que requieran para cada día. Entonces ellos podrán ofrecer sacrificios aceptables al Dios del cielo y orar por el bienestar del rey y sus hijos. »También declaro que a los que violen de cualquier manera este decreto se les arrancará una viga de su casa; luego, serán levantados y atravesados en ella, y su casa será reducida a un montón de escombros. Que el Dios que eligió la ciudad de Jerusalén como el lugar donde se dé honra a su nombre destruya a cualquier rey o nación que viole este mandato y destruya este templo. »Yo, Darío, he emitido el presente decreto. Que se obedezca al pie de la letra».

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Esdras 6:1-12 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Entonces el rey Darío ordenó que se buscara en los archivos del palacio la orden de Ciro para reconstruir el templo. En el palacio de Ecbatana, que está en la provincia de Media, se encontró un libro donde estaba escrito el siguiente registro: «En el primer año de su reinado, Ciro ordena: Que se reconstruya el templo de Dios en Jerusalén para que allí se presenten ofrendas. El templo será de veintisiete metros de largo, nueve metros de ancho y trece metros y medio de alto. Por cada tres hileras de grandes piedras se colocará una hilera de madera nueva. El tesoro del reino pagará todos los gastos. Los utensilios de oro y plata del templo de Dios en Jerusalén, que Nabucodonosor trajo a Babilonia, deberán ser devueltos. Cada utensilio se colocará de nuevo en el lugar que le corresponde en el templo». Entonces el rey Darío les envió esta respuesta a Tatenai, a Setar-boznai y a los demás jefes de la provincia: «Retírense de Jerusalén y dejen que el gobernador y los jefes de los judíos continúen reconstruyendo el templo de Dios. Además, ustedes deberán ayudarlos en los trabajos, y pagar puntualmente todos los gastos que tengan. Esto se hará con los impuestos que esa provincia paga al tesoro del reino. Asegúrense de que todos los días se les entregue lo que necesiten para las ofrendas que se presenten al Dios del cielo: toros, carneros o corderos, o bien trigo, sal, vino o aceite. Quiero que las ofrendas que se presenten sean agradables al Dios del cielo y que rueguen por mi vida y la de mis hijos. »Cualquiera que desobedezca esta orden morirá de la siguiente manera: Se le atravesará el cuerpo con la punta afilada de una viga sacada de su propia casa, y la casa deberá ser totalmente destruida. ¡Y que Dios destruya a cualquier rey o nación que se atreva a desobedecer esta orden, o intente destruir su templo! »Esta orden deberá cumplirse al pie de la letra.» Darío, rey de Persia

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Esdras 6:1-12 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Entonces el rey Darío ordenó buscar en los archivos donde se guardaban los documentos de valor en Babilonia; y en el palacio de Ecbatana, que está en la provincia de Media, se encontró un libro en el que constaba la siguiente memoria: «En el primer año de su reinado, el rey Ciro dictó esta orden: »“En relación con el templo de Dios en Jerusalén: Que se pongan los cimientos y se reconstruya el edificio, para que se ofrezcan allí sacrificios. Ha de tener veintisiete metros de alto por veintisiete de ancho; además, tres hileras de grandes bloques de piedra y una de madera nueva. El tesoro real pagará los gastos. En cuanto a los utensilios de oro y plata del templo de Dios, los cuales Nabucodonosor sacó del templo de Jerusalén y trajo a Babilonia, que se devuelvan y sean llevados a Jerusalén, y que sean colocados en el templo de Dios, que es su sitio.”» Entonces el rey Darío dio la siguiente orden a Tatenai, gobernador de la provincia al oeste del río Éufrates, y a Setar-boznai y sus compañeros, los funcionarios de esa misma provincia: «Retírense de Jerusalén y dejen que el gobernador de los judíos y sus dirigentes se encarguen de reconstruir en su sitio el templo de Dios. Estas son mis órdenes en cuanto a la manera de ayudar a los dirigentes judíos para que reconstruyan el templo de Dios: Que con los impuestos que el tesoro real recibe de la provincia al oeste del río Éufrates, se paguen puntualmente los gastos para que no se interrumpan las obras. Y que diariamente y sin falta se entregue a los sacerdotes de Jerusalén, según sus indicaciones, todo lo que necesiten, sean becerros, carneros o corderos para los holocaustos al Dios del cielo; o bien trigo, sal, vino o aceite, para que ofrezcan al Dios del cielo sacrificios agradables y rueguen también por la vida del rey y de sus hijos. »Ordeno también que si alguien desobedece esta orden, se arranque una viga de su propia casa y sea empalado en ella; y que su casa sea convertida en un montón de escombros. ¡Y que el Dios que escogió a Jerusalén como residencia de su nombre, destruya a cualquier rey o nación que se atreva a causar dificultades o perjuicios al templo del Señor que está en Jerusalén! Yo, Darío, he dado esta orden. Cúmplase al pie de la letra.»

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Esdras 6:1-12 La Biblia de las Américas (LBLA)

Entonces el rey Darío proclamó un decreto, y buscaron en los archivos donde se guardaban los tesoros allí en Babilonia. Y en Acmeta, en la fortaleza que está en la provincia de Media, hallaron un rollo en el que estaba escrito lo siguiente: Memorándum: En el año primero del rey Ciro, el rey Ciro proclamó un decreto: «En cuanto a la casa de Dios en Jerusalén, que sea reedificado el templo, el lugar donde se ofrecen los sacrificios, y que se conserven sus cimientos, con su altura de sesenta codos y su anchura de sesenta codos; con tres hileras de piedras enormes y una hilera de madera; y que los gastos se paguen del tesoro real. Y que también se devuelvan los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, los cuales Nabucodonosor sacó del templo en Jerusalén y trajo a Babilonia, y que se lleven a sus lugares en el templo en Jerusalén y sean colocados en la casa de Dios». Ahora pues, Tatnai, gobernador de la provincia al otro lado del río, Setar-boznai, y vuestros compañeros, los oficiales del otro lado del río, alejaos de allí. No impidáis esta obra de la casa de Dios, y que el gobernador de los judíos y los ancianos de los judíos reedifiquen esta casa de Dios en su lugar. Además, este es mi decreto en cuanto a lo que habéis de hacer por estos ancianos de Judá en la reedificación de esta casa de Dios: del tesoro real de los tributos del otro lado del río se han de pagar todos los gastos a este pueblo, y esto sin demora. Y todo lo que se necesite: novillos, carneros y corderos para holocausto al Dios del cielo, y trigo, sal, vino y aceite de unción, según lo pidan los sacerdotes que están en Jerusalén, se les dará día por día sin falta, para que puedan ofrecer sacrificios agradables al Dios del cielo y orar por la vida del rey y de sus hijos. Y he proclamado un decreto de que cualquiera que quebrante este edicto, de su casa se arranque un madero, y levantándolo, sea colgado en él, y que su casa sea reducida a escombros a causa de esto. Y que el Dios que ha hecho morar allí su nombre derribe a todo rey o pueblo que trate de cambiarlo para destruir esta casa de Dios en Jerusalén. Yo, Darío, he proclamado este decreto; que sea ejecutado con toda exactitud.

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