Job 20:4-29
Job 20:4-29 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
»Bien sabes tú que desde antaño, desde que Dios puso al ser humano en la tierra, muy breve ha sido la algarabía del malvado y la alegría del impío ha sido pasajera. Aunque su orgullo llegue hasta los cielos y alcance a tocar con la cabeza las nubes, él perecerá para siempre, como su excremento, y sus allegados dirán: “¿Qué se hizo?”. Como un sueño, como una visión nocturna, se desvanecerá y no volverá a ser hallado. Los ojos que lo vieron no volverán a verlo; su lugar no volverá a contemplarlo. Sus hijos tendrán que indemnizar a los pobres; ellos mismos restituirán las riquezas de su padre. El vigor juvenil que hoy sostiene sus huesos un día reposará en el polvo con él. »Aunque en su boca el mal sabe dulce y lo disimula bajo la lengua, y aunque no lo suelta para nada, sino que tenazmente lo retiene, ese pan se le agriará en el estómago; dentro de él se volverá veneno de áspid. Vomitará las riquezas que se engulló; Dios hará que las arroje de su vientre. Chupará veneno de serpientes; la lengua de un áspid lo matará. No disfrutará de los arroyos, de los ríos de crema y miel; no se engullirá las ganancias de sus negocios; no disfrutará de sus riquezas, porque oprimió al pobre y lo dejó sin nada, y se adueñó de casas que nunca construyó. »Su ambición nunca quedó satisfecha; no se salvará con su tesoro. Nada se libró de su voracidad; por eso no perdurará su bienestar. En medio de la abundancia, lo abrumará la angustia; le sobrevendrá toda la fuerza de la desgracia. Cuando el malvado se haya llenado el vientre, Dios dará rienda suelta a su enojo contra él y descargará sobre él sus golpes. Aunque huya de las armas de hierro, una flecha de bronce lo atravesará. Cuando del hígado y de la espalda intente sacarse la punta de la flecha, se verá sobrecogido de espanto, y la oscuridad total acechará sus tesoros. Un fuego no atizado acabará con él y con todo lo que haya quedado de su casa. Los cielos harán pública su culpa; la tierra se levantará a denunciarlo. En el día de la ira de Dios, un aluvión arrasará con su casa. Tal es el fin que Dios reserva al malvado; tal es la herencia que le asignó».
Job 20:4-29 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
»Desde que Dios creó al hombre y lo puso en este mundo, la alegría de los malvados no dura mucho tiempo. Eso lo sabes muy bien. Son tan orgullosos que piensan que pueden tocar el alto cielo, pero no son más que basura, y como basura desaparecerán; serán como un sueño que se olvida: un día se irán para siempre, y nadie volverá a encontrarlos; ¡sus amigos no volverán a verlos, ni sabrán qué pasó con ellos! La fuerza de su juventud se irá con ellos al sepulcro, y sus hijos tendrán que repartir entre la gente pobre todas las riquezas que acumularon. »Ellos creen que la maldad es dulce como un caramelo, y la siguen saboreando, pues no quieren renunciar a ella. Pero la maldad que hoy los alimenta, mañana será su veneno. ¡Dios los obligará a devolver todas las riquezas que se robaron! Su maldad es como veneno de víboras, que acabará por matarlos. Se adueñan de casas que nunca construyeron, y dejan sin nada a los pobres. Pero no llegarán a disfrutar de tanta riqueza y prosperidad, ni podrán saborear plenamente lo que sus negocios produzcan. »Fueron tan ambiciosos que nunca estuvieron contentos; a pesar de tener tanto, siempre quisieron tener más; por eso su bienestar no durará mucho tiempo. Aunque tengan abundancia, siempre vivirán angustiados; ¡sobre ellos caerá todo el peso de la desgracia! Mientras estén comiendo y bebiendo, Dios dará rienda suelta a su enojo y descargará sus golpes sobre ellos. Si tratan de librarse de una espada, con un cuchillo los matarán; y cuando quieran sacarse el cuchillo, se les saldrán los intestinos y eso los llenará de miedo. Les espera la más negra oscuridad; un fuego que ningún hombre prendió acabará con ellos y con sus casas. Cuando Dios castigue a los malvados, no encontrarán quien los defienda. Una gran inundación vendrá y sus casas serán destruidas. ¡Así ha decidido Dios que terminen los malvados!»
Job 20:4-29 Reina Valera Contemporánea (RVC)
¿Acaso no sabes que esto siempre ha sido así, desde que hubo el primer hombre en la tierra? La alegría del malvado no dura mucho. El gozo del impío es solo momentáneo. Aunque su orgullo lo eleve hasta el cielo, y crea alcanzar las nubes levantando la cabeza, será, como basura, destruido para siempre, y quienes lo hayan visto no volverán a verlo. Se disipará, se esfumará como un sueño, como una visión nocturna que nadie vuelve a tener. Quienes lo conocieron, nunca más vuelven a verlo, y en su pueblo natal nadie lo podrá reconocer. Sus hijos pedirán la compasión de los pobres, y devolverán lo que su padre haya robado. Aunque ahora sea un hombre lleno de vigor, en la tumba quedará convertido en polvo. Solía deleitarse con la miel de su maldad, que su lengua paladeaba con deleite; si su maldad le parecía bien, no la dejaba, sino que la saboreaba con fruición. ¡Pero luego de comerla, le cambiará el sabor! ¡Será en sus entrañas como veneno de víboras! ¡Se hartó de riquezas, y tendrá que devolverlas! ¡Dios hará que las arroje de su vientre! ¡Absorberá el veneno mortal de áspides! ¡Una serpiente venenosa lo morderá, y no volverá a ver los ríos ni los arroyos, ni los torrentes de leche y miel! »No disfrutará de sus riquezas injustas, sino que todas ellas tendrá que devolverlas, porque a los pobres los dejó en el desamparo, y se adueñó de casas que él nunca construyó. Por eso, nunca podrá vivir tranquilo, pues en su ambición nada dejaba escapar. Nunca nada se libró de su voracidad; por eso su prosperidad no será duradera. Su extremada abundancia le causará dolor, y todo el poder del mal recaerá sobre él. Cuando se siente a la mesa, dispuesto a comer, Dios descargará todo el ardor de su ira sobre él y sobre todo lo que coma. Aunque huya de las armas de hierro, caerá víctima de un arco de bronce: una flecha le atravesará el cuerpo, la punta de acero le perforará el hígado, y le sobrevendrán terribles temores. Una terrible oscuridad le está reservada; un fuego no atizado lo consumirá, y acabará con lo que aún quede de su casa. Los cielos dejarán ver sus injusticias, y la tierra se levantará para acusarlo. El día que Dios tiene señalado para su ira, sus hijos serán llevados al destierro y esparcidos. Así castiga Dios a la gente malvada; esa es la herencia que Dios les ha asignado.»
Job 20:4-29 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Tú sabes que siempre ha sido así desde que el hombre existe sobre la tierra: la alegría del malvado dura poco; su gozo es solo por un momento. Aunque sea tan alto como el cielo y su cabeza llegue hasta las nubes, acabará como el estiércol y sus amigos no sabrán su paradero. Desaparecerá como un sueño, como una visión nocturna, y nadie podrá encontrarlo. Los que vivían con él y lo veían, no lo volverán a ver. Sus hijos tendrán que devolver a los pobres lo que él había robado. En pleno vigor y juventud bajará a la tumba. El mal le parece tan delicioso que lo saborea con la lengua; retiene su sabor en la boca y lo paladea lentamente. Pero luego, en el estómago, se le convierte en veneno de serpiente. Vomita las riquezas que había devorado; Dios se las saca del estómago. Estaba chupando veneno de serpiente, y ese veneno lo matará. No podrá disfrutar de la abundancia de la leche y la miel, que corren como ríos. Todo lo que había ganado, tendrá que devolverlo; no podrá aprovecharlo ni gozar de sus riquezas. Explotó y abandonó a los pobres; se adueñó de casas que no había construido. Nunca quedaba satisfecho su apetito, ni nada se libraba de su ambición; nada escapaba a su voracidad. Por eso no podrá durar su dicha. Cuanta más abundancia tenga, más infeliz será; sobre él caerá la mano de los malvados. Cuando trate de llenar su estómago, Dios descargará su ira sobre él: hará llover sobre él su enojo. Si escapa de un arma de hierro, lo alcanzarán con un arco de bronce. La flecha le atravesará el cuerpo, y la punta le saldrá por el hígado. Se llenará de terror; total oscuridad lo envolverá. Un fuego que no hará falta avivar acabará con él y con toda su casa. El cielo pondrá al descubierto su pecado, y la tierra se levantará para acusarlo. Cuando la ira de Dios se desborde sobre él, se perderán todas sus riquezas. Esto es lo que Dios ha destinado para el malo; esta es la suerte que le tiene preparada.
Job 20:4-29 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
¿No sabes esto, que así fue siempre, Desde el tiempo que fue puesto el hombre sobre la tierra, Que la alegría de los malos es breve, Y el gozo del impío por un momento? Aunque subiere su altivez hasta el cielo, Y su cabeza tocare en las nubes, Como su estiércol, perecerá para siempre; Los que le hubieren visto dirán: ¿Qué hay de él? Como sueño volará, y no será hallado, Y se disipará como visión nocturna. El ojo que le veía, nunca más le verá, Ni su lugar le conocerá más. Sus hijos solicitarán el favor de los pobres, Y sus manos devolverán lo que él robó. Sus huesos están llenos de su juventud, Mas con él en el polvo yacerán. Si el mal se endulzó en su boca, Si lo ocultaba debajo de su lengua, Si le parecía bien, y no lo dejaba, Sino que lo detenía en su paladar; Su comida se mudará en sus entrañas; Hiel de áspides será dentro de él. Devoró riquezas, pero las vomitará; De su vientre las sacará Dios. Veneno de áspides chupará; Lo matará lengua de víbora. No verá los arroyos, los ríos, Los torrentes de miel y de leche. Restituirá el trabajo conforme a los bienes que tomó, Y no los tragará ni gozará. Por cuanto quebrantó y desamparó a los pobres, Robó casas, y no las edificó; Por tanto, no tendrá sosiego en su vientre, Ni salvará nada de lo que codiciaba. No quedó nada que no comiese; Por tanto, su bienestar no será duradero. En el colmo de su abundancia padecerá estrechez; La mano de todos los malvados vendrá sobre él. Cuando se pusiere a llenar su vientre, Dios enviará sobre él el ardor de su ira, Y la hará llover sobre él y sobre su comida. Huirá de las armas de hierro, Y el arco de bronce le atravesará. La saeta le traspasará y saldrá de su cuerpo, Y la punta relumbrante saldrá por su hiel; Sobre él vendrán terrores. Todas las tinieblas están reservadas para sus tesoros; Fuego no atizado los consumirá; Devorará lo que quede en su tienda. Los cielos descubrirán su iniquidad, Y la tierra se levantará contra él. Los renuevos de su casa serán transportados; Serán esparcidos en el día de su furor. Esta es la porción que Dios prepara al hombre impío, Y la heredad que Dios le señala por su palabra.
Job 20:4-29 La Biblia de las Américas (LBLA)
¿Acaso sabes esto, que desde la antigüedad, desde que el hombre fue puesto sobre la tierra, es breve el júbilo de los malvados, y un instante dura la alegría del impío? Aunque su presunción llegue a los cielos, y su cabeza toque las nubes, como su propio estiércol perece para siempre; los que lo han visto dirán: «¿Dónde está?». Huye como un sueño, y no lo pueden encontrar, y como visión nocturna es ahuyentado. El ojo que lo veía, ya no lo ve, y su lugar no lo contempla más. Sus hijos favorecen a los pobres, y sus manos devuelven sus riquezas. Sus huesos están llenos de vigor juvenil, mas con él en el polvo yacen. ¶Aunque el mal sea dulce en su boca, y lo oculte bajo su lengua, aunque lo desee y no lo deje ir, sino que lo retenga en su paladar, con todo la comida en sus entrañas se transforma en veneno de cobras dentro de él. Traga riquezas, pero las vomitará; de su vientre se las hará echar Dios. Chupa veneno de cobras, lengua de víbora lo mata. No mira a los arroyos, a los ríos que fluyen miel y cuajada. Devuelve lo que ha ganado, no lo puede tragar; en cuanto a las riquezas de su comercio, no las puede disfrutar. Pues ha oprimido y abandonado a los pobres; se ha apoderado de una casa que no construyó. ¶Porque no conoció sosiego en su interior, no retiene nada de lo que desea. Nada le quedó por devorar, por eso no dura su prosperidad. En la plenitud de su abundancia estará en estrechez; la mano de todo el que sufre vendrá contra él. Cuando llene su vientre, Dios enviará contra él el ardor de su ira y la hará llover sobre él mientras come. Tal vez huya del arma de hierro, pero el arco de bronce lo atravesará. La saeta lo traspasa y sale por su espalda, y la punta relumbrante por su hiel. Vienen sobre él terrores, completas tinieblas están reservadas para sus tesoros; fuego no atizado lo devorará, y consumirá al que quede en su tienda. Los cielos revelarán su iniquidad, y la tierra se levantará contra él. Las riquezas de su casa se perderán; serán arrasadas en el día de su ira. Esta es la porción de Dios para el hombre impío, y la herencia decretada por Dios para él.
Job 20:4-29 Nueva Traducción Viviente (NTV)
»¿No te das cuenta que desde el principio del tiempo, desde que el hombre fue puesto sobre la tierra por primera vez, el triunfo de los malos ha durado poco y la alegría de los que viven sin Dios ha sido pasajera? Aunque el orgullo de los incrédulos llegue hasta los cielos y toquen las nubes con la cabeza, aun así, ellos desaparecerán para siempre y serán desechados como su propio estiércol. Sus conocidos preguntarán: “¿Dónde están?”. Se desvanecerán como un sueño y nadie los encontrará; desaparecerán como una visión nocturna. Quienes alguna vez los vieron, no los verán más; sus familias nunca volverán a verlos. Sus hijos mendigarán de los pobres porque tendrán que devolver las riquezas que robaron. A pesar de ser jóvenes, sus huesos yacerán en el polvo. »Ellos disfrutaron del dulce sabor de la maldad, dejando que se deshiciera bajo su lengua. La saborearon, dejándola mucho tiempo en la boca; pero de repente, la comida en su estómago se vuelve ácida, un veneno en su vientre. Vomitarán la riqueza que se tragaron; Dios no permitirá que la retengan. Chuparán el veneno de cobras y la víbora los matará. Nunca más disfrutarán de las corrientes de aceite de oliva ni de los ríos de leche y miel. Devolverán todo lo que consiguieron con tanto esfuerzo; su riqueza no les traerá alegría. Pues oprimieron a los pobres y los dejaron sin nada; se adueñaron de sus casas. Estuvieron siempre llenos de avaricia y nunca quedaron satisfechos; no queda nada de todo lo que soñaron. Comen hasta hartarse, pero después no les queda nada; por eso, su prosperidad no perdurará. »En medio de la abundancia, caerán en dificultades y el sufrimiento se apoderará de ellos. Que Dios les llene la vida de problemas; que Dios haga llover su enojo sobre ellos. Cuando intenten escapar de un arma de hierro, una flecha de bronce los atravesará. Cuando les arranquen la flecha de la espalda, la punta brillará con sangre. El terror de la muerte los invade. Sus tesoros serán lanzados a la más densa oscuridad. Un fuego descontrolado devorará sus bienes, y consumirá todo lo que les queda. Los cielos pondrán al descubierto su culpa, y la tierra testificará contra ellos. La inundación arrasará con su casa; el enojo de Dios descenderá en torrentes sobre ellos. Esa es la recompensa que Dios da a los malvados; es la herencia decretada por Dios».