Job 33:1-30
Job 33:1-30 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
»Te ruego, Job, que escuches mis palabras, que prestes atención a todo lo que digo. Estoy a punto de abrir la boca y voy a hablar hasta por los codos. Mis palabras salen de un corazón sincero; mis labios dan su opinión sincera. El Espíritu de Dios me ha creado; me infunde vida el aliento del Todopoderoso. Contéstame si puedes; prepárate y hazme frente. Ante Dios tú y yo somos iguales; también yo fui tomado de la tierra. No debieras alarmarte ni temerme, ni debiera pesar mi mano sobre ti. »Pero me parece haber oído que decías (al menos, eso fue lo que escuché): “Soy inocente. No tengo pecado. Estoy limpio y libre de culpa. Sin embargo, Dios me ha encontrado faltas; me considera su enemigo. Me ha sujetado los pies con cadenas y vigila todos mis pasos”. »Pero déjame decirte que estás equivocado, pues Dios es más grande que los mortales. ¿Por qué le echas en cara que no responde por ninguno de sus actos? Dios nos habla una y otra vez, aunque no lo percibamos. Algunas veces en sueños, otras veces en visiones nocturnas, cuando caemos en un sopor profundo o cuando dormitamos en el lecho, él nos habla al oído y nos aterra con sus advertencias, para apartarnos de hacer lo malo y alejarnos de la soberbia; para librarnos de caer en la tumba y de cruzar el umbral de la muerte. »A veces nos castiga con el lecho del dolor, con frecuentes dolencias en los huesos. Nuestro ser encuentra repugnante la comida; el mejor manjar nos parece aborrecible. Nuestra carne va perdiéndose en la nada, hasta se nos pueden contar los huesos. Nuestra vida va acercándose a la tumba, se acerca a los heraldos de la muerte. Mas si un ángel, uno entre mil, aboga por el hombre y sale en su favor, y da constancia de su rectitud; si le tiene compasión y ruega a Dios: “Sálvalo de caer en la tumba, que ya tengo su rescate”, entonces el hombre rejuvenece; ¡vuelve a ser como cuando era niño! Orará a Dios y recibirá su favor; verá su rostro y gritará de alegría y Dios lo hará volver a su estado de inocencia. El hombre reconocerá públicamente: “He pecado, he pervertido la justicia, pero no recibí mi merecido. Dios me libró de caer en la tumba; ¡estoy vivo y disfruto de la luz!”. »Todo esto Dios lo hace una, dos y hasta tres veces, para salvarnos de la tumba, para que la luz de la vida nos alumbre.
Job 33:1-30 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
»Yo te ruego, amigo Job, que prestes mucha atención a cada una de mis palabras. Ya estoy por abrir la boca; la lengua me hace cosquillas. Cada una de mis palabras nace de un corazón sincero. El Dios todopoderoso me hizo, y con su espíritu me dio vida. Si puedes responderme, estoy listo para discutir. A los ojos de Dios, tú y yo somos iguales; estamos hechos de barro. Así que no te alarmes, pues no soy mejor que tú. »Tú has estado insistiendo, y aún me parece escucharte: “¡Soy inocente, soy inocente! ¡No tengo de qué avergonzarme! Dios me encuentra culpable y me ve como su enemigo. Me tiene encadenado y a todas horas me vigila”. »¿Por qué te quejas de que Dios no te responde? Estás muy equivocado; Dios es más grande que nosotros. Tal vez no nos damos cuenta, pero Dios no deja de hablarnos; algunas veces nos habla en sueños, mientras dormimos profundamente; otras veces nos habla al oído; claramente nos advierte que ya no hagamos lo malo ni sigamos siendo orgullosos; así nos libra de la muerte. »A veces Dios nos castiga con agudos dolores de huesos. Perdemos el apetito, y no soportamos ningún alimento; la carne se nos va secando, y hasta se nos ven los huesos. Así se nos acerca la muerte. »Si un solo ángel se compadece de ti y le ruega a Dios que te salve de la muerte, volverás a ser como un niño. Pero el ángel tendrá que demostrar que tú eres inocente. Entonces orarás a Dios, y lo verás cara a cara; Dios te brindará su favor y te hará justicia. Entonces dirás a todo el mundo: “Aunque he pecado y he sido injusto, Dios no me castigó como merecía. ¡Estoy vivo, y puedo ver la luz porque Dios me salvó de la muerte!” »Todo esto lo hace Dios cuantas veces sea necesario, para salvarnos de la muerte y dejarnos seguir con vida.
Job 33:1-30 Reina Valera Contemporánea (RVC)
»Te ruego, Job, que pongas atención a todo lo que tengo que decirte. Abriré mi labios y diré lo que tengo ya en la punta de la lengua. Mis palabras brotan de un corazón sincero; lo que me oigas decir no lleva mala intención. El espíritu de Dios me ha creado; el soplo del Todopoderoso me dio vida. ¡Veamos si puedes responderme! ¡Ordena tus palabras, y enfréntate a mí! ¡Por Dios, yo soy igual que tú! ¡También yo fui formado del barro! Ante mí, nada tienes que temer, pues no descargaré mi puño sobre ti. »Con mis oídos te oí decir, o al menos esto fue lo que escuché: “Yo estoy limpio, y en mí no hay pecado; soy inocente, y en mí no hay maldad. ¡Es Dios quien busca de qué acusarme! ¡Es Dios quien me tiene por su enemigo! ¡Me ha puesto grilletes en los pies, y me vigila por dondequiera que voy!” »Debo decirte que no hablas con justicia; Dios es más que el ser humano. ¿Por qué te empeñas en contender con él? ¡Dios no tiene por qué responderte! Él nos habla de muchas maneras, pero nosotros nunca entendemos. Nos habla en sueños, en visiones nocturnas, cuando el sueño nos vence y nos dormimos; entonces nos habla al oído, y nos indica lo que debemos hacer, para que nos apartemos del mal y dejemos de lado la soberbia; para que nos libremos de la tumba o de sufrir una muerte violenta. »Dios nos corrige con enfermedades, y con fuertes dolores de huesos; ¡hasta llegamos a aborrecer la comida, y por deliciosa que sea, no se nos antoja! El cuerpo se nos va enjutando, hasta dejar ver todos nuestros huesos. Cuando nos vemos al borde del sepulcro, y llegamos a las puertas de la muerte, a veces viene un ángel bondadoso, uno entre mil, que intercede por nosotros y da a conocer nuestras buenas acciones; se compadece de nosotros y le dice a Dios: “¡No lo dejes caer en el sepulcro que ya he encontrado cómo rescatarlo!” Su cuerpo recobra la lozanía de un niño, y vuelve a regocijarse como en su juventud. Entonces ora a Dios, y en su bondad Dios le deja ver su rostro, le devuelve la alegría, y lo restaura a su estado anterior: entonces canta ante sus semejantes, y reconoce su pecado y su injusticia, y admite que no sacó ningún provecho; entonces Dios lo libra del sepulcro y le hace volver a ver la luz. »Con tal bondad nos trata Dios cuantas veces sea necesario, para librarnos de caer en el sepulcro y alumbrarnos con la luz de la vida.
Job 33:1-30 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Por lo tanto, Job, escucha mis palabras; pon atención a lo que voy a decirte. Ya tengo en los labios la respuesta: voy a hablar con sinceridad y a decir francamente lo que pienso. Dios, el Todopoderoso, me hizo, e infundió en mí su aliento. Respóndeme, si puedes; prepárate a hacerme frente. Tú y yo somos iguales ante Dios; yo también fui formado de barro. Así que no tienes por qué asustarte de mí, pues no te voy a imponer mi autoridad. Me parece que te oí decir (tales son las palabras que escuché): «Yo soy puro e inocente, y no tengo falta ni pecado. Pero Dios busca de qué acusarme, y me trata como a su enemigo; me ha puesto cadenas en los pies, y vigila cada uno de mis pasos.» Pero tal afirmación es incorrecta, pues Dios es más grande que los hombres. ¿Por qué le echas en cara que no conteste a ninguno de tus argumentos? Dios habla de muchas maneras, pero no nos damos cuenta. A veces lo hace en las noches, en un sueño o una visión, cuando los hombres ya duermen, cuando el sueño los domina. Dios habla al oído de los hombres; los reprende y los llena de miedo, para apartarlos de sus malas obras y prevenirlos contra el orgullo. Así los libra de la tumba, los salva de la muerte. Otras veces Dios corrige al hombre con enfermedades, con fuertes dolores en todo su cuerpo. Todo alimento, aun el más delicioso, le resulta entonces insoportable. La carne se le va desgastando, se le pueden ver los huesos. Su vida está al borde del sepulcro, a las puertas de la muerte. Pero si hay cerca de él un ángel, uno entre mil que hable en su favor y dé testimonio de su rectitud, que le tenga compasión y diga a Dios: «Líbralo de la muerte, pues he encontrado su rescate», entonces su cuerpo recobrará la salud y volverá a ser como en su juventud. Hará súplicas a Dios, y él lo atenderá; con alegría verá a Dios cara a cara, y cantará a los hombres la bondad de Dios. Dirá: «Pequé, cometí injusticias, pero Dios no quiso castigarme; por el contrario, me salvó de la muerte y todavía puedo ver la luz.» Así trata Dios al hombre una y otra vez; lo salva de la muerte, lo deja seguir viendo la luz.
Job 33:1-30 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Por tanto, Job, oye ahora mis razones, Y escucha todas mis palabras. He aquí yo abriré ahora mi boca, Y mi lengua hablará en mi garganta. Mis razones declararán la rectitud de mi corazón, Y lo que saben mis labios, lo hablarán con sinceridad. El espíritu de Dios me hizo, Y el soplo del Omnipotente me dio vida. Respóndeme si puedes; Ordena tus palabras, ponte en pie. Heme aquí a mí en lugar de Dios, conforme a tu dicho; De barro fui yo también formado. He aquí, mi terror no te espantará, Ni mi mano se agravará sobre ti. De cierto tú dijiste a oídos míos, Y yo oí la voz de tus palabras que decían: Yo soy limpio y sin defecto; Soy inocente, y no hay maldad en mí. He aquí que él buscó reproches contra mí, Y me tiene por su enemigo; Puso mis pies en el cepo, Y vigiló todas mis sendas. He aquí, en esto no has hablado justamente; Yo te responderé que mayor es Dios que el hombre. ¿Por qué contiendes contra él? Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones. Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; Pero el hombre no entiende. Por sueño, en visión nocturna, Cuando el sueño cae sobre los hombres, Cuando se adormecen sobre el lecho, Entonces revela al oído de los hombres, Y les señala su consejo, Para quitar al hombre de su obra, Y apartar del varón la soberbia. Detendrá su alma del sepulcro, Y su vida de que perezca a espada. También sobre su cama es castigado Con dolor fuerte en todos sus huesos, Que le hace que su vida aborrezca el pan, Y su alma la comida suave. Su carne desfallece, de manera que no se ve, Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen. Su alma se acerca al sepulcro, Y su vida a los que causan la muerte. Si tuviese cerca de él Algún elocuente mediador muy escogido, Que anuncie al hombre su deber; Que le diga que Dios tuvo de él misericordia, Que lo libró de descender al sepulcro, Que halló redención; Su carne será más tierna que la del niño, Volverá a los días de su juventud. Orará a Dios, y este le amará, Y verá su faz con júbilo; Y restaurará al hombre su justicia. Él mira sobre los hombres; y al que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, Y no me ha aprovechado, Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro, Y su vida se verá en luz. He aquí, todas estas cosas hace Dios Dos y tres veces con el hombre, Para apartar su alma del sepulcro, Y para iluminarlo con la luz de los vivientes.
Job 33:1-30 La Biblia de las Américas (LBLA)
Por tanto, Job, oye ahora mi discurso, y presta atención a todas mis palabras. He aquí, ahora abro mi boca, en mi paladar habla mi lengua. Mis palabras proceden de la rectitud de mi corazón, y con sinceridad mis labios hablan lo que saben. El Espíritu de Dios me ha hecho, y el aliento del Todopoderoso me da vida. Contradíceme si puedes; colócate delante de mí, ponte en pie. He aquí, yo como tú, pertenezco a Dios; del barro yo también he sido formado. He aquí, mi temor no te debe espantar, ni mi mano agravarse sobre ti. ¶Ciertamente has hablado a oídos míos, y el sonido de tus palabras he oído: «Yo soy limpio, sin transgresión; soy inocente y en mí no hay culpa. -»He aquí, Él busca pretextos contra mí; me tiene por enemigo suyo. -»Pone mis pies en el cepo; vigila todas mis sendas». He aquí, déjame decirte que no tienes razón en esto, porque Dios es más grande que el hombre. ¶¿Por qué te quejas contra Él, diciendo que no da cuenta de todas sus acciones? Ciertamente Dios habla una vez, y otra vez, pero nadie se da cuenta de ello. En un sueño, en una visión nocturna, cuando un sueño profundo cae sobre los hombres, mientras dormitan en sus lechos, entonces Él abre el oído de los hombres, y sella su instrucción, para apartar al hombre de sus obras, y del orgullo guardarlo; libra su alma de la fosa y su vida de pasar al Seol. ¶El hombre es castigado también con dolor en su lecho, y con queja continua en sus huesos, para que su vida aborrezca el pan, y su alma el alimento favorito. Su carne desaparece a la vista, y sus huesos que no se veían, aparecen. Entonces su alma se acerca a la fosa, y su vida a los que causan la muerte. ¶Si hay un ángel que sea su mediador, uno entre mil, para declarar al hombre lo que es bueno para él, y que tenga piedad de él, y diga: «Líbralo de descender a la fosa, he hallado su rescate»; que su carne se vuelva más tierna que en su juventud, que regrese a los días de su vigor juvenil. Entonces orará a Dios, y Él lo aceptará, para que vea con gozo su rostro, y restaure su justicia al hombre. Cantará él a los hombres y dirá: «He pecado y pervertido lo que es justo, y no es apropiado para mí. -»Él ha redimido mi alma de descender a la fosa, y mi vida verá la luz». ¶He aquí, Dios hace todo esto a menudo con los hombres, para rescatar su alma de la fosa, para que sea iluminado con la luz de la vida.
Job 33:1-30 Nueva Traducción Viviente (NTV)
»Job, escucha mis palabras; presta atención a lo que tengo que decir. Ahora que he comenzado a hablar, déjame continuar. Hablo con toda sinceridad; digo la verdad. El Espíritu de Dios me ha creado, y el aliento del Todopoderoso me da vida. Respóndeme, si puedes; presenta tu argumento y define tu posición. Mira, tú y yo, ambos, pertenecemos a Dios; yo también fui formado del barro. Así que no tienes que tenerme miedo; no seré duro contigo. »Tú has hablado en mi presencia y he escuchado tus palabras. Dijiste: “Yo soy puro; no tengo pecado; soy inocente; no tengo culpa. Dios busca pleito conmigo y me considera su enemigo. Él puso mis pies en el cepo y vigila todos mis movimientos”. »Pero estás equivocado, y te mostraré el porqué, pues Dios es más grande que todo ser humano. Así que, ¿por qué presentas cargos contra él? ¿Por qué dices que no responde a las quejas de la gente? Pues Dios habla una y otra vez, aunque la gente no lo reconozca. Habla en sueños, en visiones nocturnas, cuando el sueño profundo cae sobre las personas mientras están acostadas. Susurra a sus oídos y las aterroriza con advertencias. Él hace que se aparten de sus malas acciones; no las deja caer en el orgullo. Él las protege de la tumba, de cruzar el río de la muerte. »Otras veces Dios emplea el dolor para disciplinar a la gente en su lecho de enfermo, con dolores incesantes en sus huesos. Ellos pierden el apetito; no desean ni la comida más deliciosa. Su carne se consume y son puro hueso. Están a las puertas de la muerte; los ángeles de la muerte los esperan. »Pero si aparece un ángel del cielo —un mensajero especial para interceder por una persona y para declarar que es recta— él le tendrá compasión y dirá: “Sálvalo de la tumba, porque he encontrado un rescate por su vida”. Entonces su cuerpo se volverá tan sano como el de un niño, fuerte y juvenil otra vez. Cuando él ore a Dios, será aceptado y Dios lo recibirá con alegría y lo restaurará a una relación correcta. Declarará a sus amigos: “Pequé y torcí la verdad, pero no valió la pena. Dios me rescató de la tumba y ahora mi vida está llena de luz”. »Así es, Dios actúa de esa forma una y otra vez por las personas. Él las rescata de la tumba para que disfruten de la luz de la vida.