Job 6:1-15
Job 6:1-15 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
A esto Job respondió: «¡Cómo quisiera que mi angustia se pesara y se pusiera en la balanza, junto con mi desgracia! ¡De seguro pesarían más que la arena de los mares! ¡Por algo mis palabras son tan impetuosas! Las saetas del Todopoderoso me han herido, y mi espíritu absorbe su veneno. ¡Dios ha enviado sus terrores contra mí! ¿Rebuzna el asno salvaje si tiene hierba? ¿Muge el buey si tiene forraje? ¿Puede comerse sin sal la comida desabrida? ¿Tiene algún sabor la clara de huevo? Mi paladar se niega a probarla; ¡esa comida me enferma! »¡Ah, si Dios me concediera lo que pido! ¡Si Dios me otorgara lo que anhelo! ¡Ah, si Dios se decidiera a destrozarme por completo, a descargar su mano sobre mí y aniquilarme! Aun así me quedaría este consuelo, esta alegría en medio de mi implacable dolor: ¡el no haber negado las palabras del Dios Santo! »¿Qué fuerzas me quedan para seguir esperando? ¿Qué fin me espera para querer vivir? ¿Tengo acaso la fuerza de la roca? ¿Acaso tengo piel de bronce? ¿Cómo puedo valerme por mí mismo, si me han quitado todos mis recursos? »Al amigo que sufre no se le niega la lealtad, aunque se haya apartado del temor al Todopoderoso. Pero mis hermanos me traicionan como un torrente; como corrientes de arroyos que desaparecen
Job 6:1-16 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Job le respondió a Elifaz de la siguiente manera: «¡Me gustaría que todas mis desgracias pudieran pesarse en una balanza! ¡Son tantas, que pesarían más que toda la arena del mar! ¡No debiera sorprenderles oírme hablar así! El Dios todopoderoso me ha herido, y eso me llena de miedo; ¡ya siento correr por mi cuerpo el veneno de sus flechas! »Con pasto en el pesebre, no hay burro que rebuzne ni buey que brame. Con sal, toda comida es buena; ¡hasta la clara de huevo es sabrosa! Pero lo que estoy sufriendo, ¡sabe peor que comida sin sal! »¡Cómo quisiera que Dios me diera lo que le pido: que de una vez me aplaste, y me deje hecho polvo! »¡Jamás he desobedecido a Dios! Este es el consuelo que me queda en medio de mi dolor. »Yo no estoy hecho de piedra, ni estoy hecho de bronce. Ya no me quedan fuerzas para seguir viviendo, ni espero nada de esta vida. No tengo a nadie que me ayude, ni puedo valerme por mí mismo. Si en verdad fueran mis amigos, no me abandonarían, aunque yo no obedeciera a Dios. Pero ustedes, mis amigos, cambian tanto como los ríos: unas veces están secos, y otras veces se desbordan. Cuando la nieve se derrite, corren turbios y revueltos
Job 6:1-15 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Job le respondió, y dijo: «¡Cómo quisiera que pusieran en la misma balanza mi tormento por un lado y mi queja por el otro! ¡Verían que pesan más que la arena del mar! ¡Por eso he hablado sin ton ni son! El Dios poderoso me ha clavado sus flechas, y puedo sentir su veneno penetrar en mi espíritu; ¡los terrores de Dios me tienen asediado! ¿Rebuzna el asno montés si no le falta hierba? ¿Muge el buey si no le falta pastura? ¿Habrá quien coma sin sal la comida desabrida? ¿A quién le gusta la clara del huevo? ¡Pues las cosas que antes no soportaba son las que ahora me alimentan! »¡Cómo quisiera que Dios me escuchara, y que me concediera lo que más anhelo! ¡Cómo quisiera que Dios me quitara la vida, que descargara su mano y me hiciera morir! Para mí, sería un gran consuelo morir de inmediato sin importar el dolor, pues no he renegado de su santa voluntad. ¿Quién me refuerza y me mantiene de pie? He perdido la paciencia, pues desconozco mi fin. ¿Soy acaso tan duro como la roca? ¿Acaso es mi piel resistente como el bronce? Estoy tan débil, que no me puedo mover, y nadie viene para brindarme auxilio. Al amigo que sufre se le consuela, aunque se haya olvidado del Todopoderoso. ¡Pero mis impetuosos amigos me han fallado! ¡Son como las corrientes que se salen de su cauce!
Job 6:1-15 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Si todas mis penas y desgracias pudieran pesarse en una balanza, pesarían más que la arena del mar. Por eso he hablado con pasión. El Todopoderoso ha clavado en mí sus flechas, y el veneno de ellas me corre por el cuerpo. Dios me ha llenado de terror con sus ataques. ¿Acaso rebuzna el asno, si tiene hierba? ¿O brama el toro, si tiene pasto? ¿Quién come sin sal una cosa desabrida? ¿Qué gusto tiene una cosa sin sabor? Pues lo que jamás quise comer es ahora mi alimento. ¡Ojalá Dios me conceda lo que le pido; ojalá me cumpla lo que deseo! ¡Ojalá Dios se decida por fin a aplastarme y acabar con mi vida! A pesar de la violencia del dolor, eso sería un gran consuelo para mí, pues siempre he respetado las leyes del Dios santo. Ya no me quedan fuerzas para resistir, ni razón alguna para seguir viviendo. No tengo la dureza de la roca, ni la consistencia del bronce. No puedo valerme por mí mismo, ni cuento con ningún apoyo. Al amigo que sufre se le ama, aun cuando no haya sido fiel al Todopoderoso. Pero ustedes, mis amigos, me han fallado, como arroyos que se quedan secos.
Job 6:1-15 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Respondió entonces Job, y dijo: ¡Oh, que pesasen justamente mi queja y mi tormento, Y se alzasen igualmente en balanza! Porque pesarían ahora más que la arena del mar; Por eso mis palabras han sido precipitadas. Porque las saetas del Todopoderoso están en mí, Cuyo veneno bebe mi espíritu; Y terrores de Dios me combaten. ¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba? ¿Muge el buey junto a su pasto? ¿Se comerá lo desabrido sin sal? ¿Habrá gusto en la clara del huevo? Las cosas que mi alma no quería tocar, Son ahora mi alimento. ¡Quién me diera que viniese mi petición, Y que me otorgase Dios lo que anhelo, Y que agradara a Dios quebrantarme; Que soltara su mano, y acabara conmigo! Sería aún mi consuelo, Si me asaltase con dolor sin dar más tregua, Que yo no he escondido las palabras del Santo. ¿Cuál es mi fuerza para esperar aún? ¿Y cuál mi fin para que tenga aún paciencia? ¿Es mi fuerza la de las piedras, O es mi carne de bronce? ¿No es así que ni aun a mí mismo me puedo valer, Y que todo auxilio me ha faltado? El atribulado es consolado por su compañero; Aun aquel que abandona el temor del Omnipotente. Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente; Pasan como corrientes impetuosas
Job 6:1-15 La Biblia de las Américas (LBLA)
Entonces respondió Job y dijo: ¡Oh, si pudiera pesarse mi sufrimiento, y ponerse en la balanza junto con mi calamidad! Porque pesarían ahora más que la arena de los mares: por eso mis palabras han sido precipitadas. Porque las flechas del Todopoderoso están clavadas en mí, cuyo veneno bebe mi espíritu, y contra mí se juntan los terrores de Dios. ¿Acaso rebuzna el asno montés junto a su hierba, o muge el buey junto a su forraje? ¿Se come sin sal lo insípido, o hay gusto en la clara del huevo? Mi alma se niega a tocar estas cosas; son para mí alimento repugnante. ¶¡Quién me diera que mi petición se cumpliera, que Dios me concediera mi anhelo, que Dios consintiera en aplastarme, que soltara su mano y acabara conmigo! Mas aún es mi consuelo, y me regocijo en el dolor sin tregua, que no he negado las palabras del Santo. ¿Cuál es mi fuerza, para que yo espere, y cuál es mi fin, para que yo resista? ¿Es mi fuerza la fuerza de las piedras, o es mi carne de bronce? ¿Es que mi ayuda no está dentro de mí, y está alejado de mí todo auxilio? ¶Para el abatido, debe haber compasión de parte de su amigo; no sea que abandone el temor del Todopoderoso. Mis hermanos han obrado engañosamente como un torrente, como las corrientes de los arroyos que se desvanecen
Job 6:1-15 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Entonces Job habló de nuevo: «Si se pudiera pesar mi sufrimiento y poner mis problemas en la balanza, pesarían más que toda la arena del mar. Por eso hablé impulsivamente. Pues el Todopoderoso me ha derribado con sus flechas; y el veneno de ellas infecta mi espíritu. Los terrores de Dios están alineados contra mí. ¿Acaso no tengo derecho a quejarme? ¿No rebuznan los burros salvajes cuando no encuentran hierba y mugen los bueyes cuando no tienen qué comer? ¿No se queja la gente cuando a la comida le falta sal? ¿Hay alguien que desee comer la insípida clara del huevo? Cuando la miro, mi apetito desaparece; ¡solo pensar en comerla me da asco! »¡Ah, que se otorgara mi petición! ¡Que Dios me concediera mi deseo! Quisiera que él me aplastara, quisiera que extendiera su mano y me matara. Al menos puedo consolarme con esto: a pesar del dolor, no he negado las palabras del Santo; pero no tengo fuerzas para seguir, no tengo nada por lo cual vivir. ¿Tengo yo la fuerza de una roca? ¿Está mi cuerpo hecho de bronce? No, estoy desamparado por completo, sin ninguna oportunidad de salir adelante. »Uno debería ser compasivo con un amigo abatido, pero tú me acusas sin ningún temor del Todopoderoso. Hermanos míos, han demostrado ser tan poco confiables como un arroyo de temporada que desborda su cauce en la primavera