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S. Lucas 24:36-49

S. Lucas 24:36-49 Reina Valera Contemporánea (RVC)

Todavía estaban ellos hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz sea con ustedes!» Ellos se espantaron y se atemorizaron, pues creían estar viendo un espíritu; pero Jesús les dijo: «¿Por qué se asustan? ¿Por qué dan cabida a esos pensamientos en su corazón? ¡Miren mis manos y mis pies! ¡Soy yo! Tóquenme y véanme: un espíritu no tiene carne ni huesos, como pueden ver que los tengo yo.» Y al decir esto, les mostró las manos y los pies. Y como ellos, por el gozo y la sorpresa que tenían, no le creían, Jesús les dijo: «¿Tienen aquí algo de comer?» Entonces ellos le dieron parte de un pescado asado, y él lo tomó y se lo comió delante de ellos. Luego les dijo: «Lo que ha pasado conmigo es lo mismo que les anuncié cuando aún estaba con ustedes: que era necesario que se cumpliera todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.» Entonces les abrió el entendimiento para que pudieran comprender las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito, y así era necesario, que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos al tercer día, y que en su nombre se predicara el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando por Jerusalén. De esto, ustedes son testigos. Yo voy a enviar sobre ustedes la promesa de mi Padre; pero ustedes, quédense en la ciudad de Jerusalén hasta que desde lo alto sean investidos de poder.»

S. Lucas 24:36-49 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Entonces, justo mientras contaban la historia, de pronto Jesús mismo apareció de pie en medio de ellos. «La paz sea con ustedes», les dijo. Pero todos quedaron asustados y temerosos; ¡pensaban que veían un fantasma! «¿Por qué están asustados? —les preguntó—. ¿Por qué tienen el corazón lleno de dudas? Miren mis manos. Miren mis pies. Pueden ver que de veras soy yo. Tóquenme y asegúrense de que no soy un fantasma, pues los fantasmas no tienen cuerpo, como ven que yo tengo». Mientras hablaba, él les mostró sus manos y sus pies. Aun así, ellos seguían sin creer, llenos de alegría y asombro. Entonces les preguntó: «¿Tienen aquí algo para comer?». Le dieron un pedazo de pescado asado, y él lo comió mientras ellos miraban. Entonces dijo: «Cuando estaba con ustedes antes, les dije que tenía que cumplirse todo lo escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos». Entonces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras, y dijo: «Efectivamente, se escribió hace mucho tiempo que el Mesías debería sufrir, morir y resucitar al tercer día. También se escribió que este mensaje se proclamaría con la autoridad de su nombre a todas las naciones, comenzando con Jerusalén: “Hay perdón de pecados para todos los que se arrepientan”. Ustedes son testigos de todas estas cosas. »Ahora enviaré al Espíritu Santo, tal como prometió mi Padre; pero quédense aquí en la ciudad hasta que el Espíritu Santo venga y los llene con poder del cielo».