S. Mateo 27:32-40
S. Mateo 27:32-40 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Al salir, encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón y lo obligaron a llevar la cruz. Llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa «Lugar de la Calavera». Allí dieron a Jesús vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, se negó a beberlo. Lo crucificaron y repartieron su ropa, echando suertes. Y se sentaron a vigilarlo. Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: ESTE ES JESúS, EL REY DE LOS JUDíOS. Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él: —Tú que destruyes el Templo y en tres días lo reconstruyes, ¡sálvate a ti mismo! Si eres el Hijo de Dios, ¡baja de la cruz!
S. Mateo 27:32-40 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Los soldados salieron con Jesús. En el camino encontraron a un hombre llamado Simón, que era del pueblo de Cirene, y obligaron a ese hombre a cargar la cruz de Jesús. Cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que quiere decir «La Calavera», le dieron vino mezclado con una hierba amarga, la cual servía para aliviar los dolores. Jesús lo probó, pero no quiso beberlo. Los soldados clavaron a Jesús en la cruz, y luego hicieron un sorteo para ver quién de ellos se quedaría con su ropa. También colocaron un letrero por encima de la cabeza de Jesús, para explicar por qué lo habían clavado en la cruz. El letrero decía: «Este es Jesús, el Rey de los judíos». Junto con Jesús clavaron también a dos bandidos, y los pusieron uno a su derecha y el otro a su izquierda. Luego, los soldados se sentaron para vigilarlos. La gente que pasaba por allí insultaba a Jesús y se burlaba de él, haciéndole muecas y diciéndole: «Tú dijiste que podías destruir el templo y construirlo de nuevo en tres días. ¡Si tienes tanto poder, sálvate a ti mismo! ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz!»
S. Mateo 27:32-40 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Al salir de allí, se encontraron con un hombre de Cirene que se llamaba Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. Llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa «Lugar de la Calavera», y allí le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero Jesús, después de haberlo probado, no quiso beberlo. Después de que lo crucificaron, echaron suertes para repartirse sus vestidos, con lo que se cumplió lo dicho por el profeta: «Se repartieron mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.» Luego se sentaron a custodiarlo. Sobre su cabeza pusieron su causa escrita: «ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS.» Junto a él crucificaron también a dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban lo insultaban, y mientras meneaban la cabeza decían: «Tú, que derribas el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo. Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.»
S. Mateo 27:32-40 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Al salir de allí, encontraron a un hombre llamado Simón, natural de Cirene, a quien obligaron a cargar con la cruz de Jesús. Cuando llegaron a un sitio llamado Gólgota, (es decir, «Lugar de la Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero Jesús, después de probarlo, no lo quiso beber. Cuando ya lo habían crucificado, los soldados echaron suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús. Luego se sentaron allí para vigilarlo. Y por encima de su cabeza pusieron un letrero, donde estaba escrita la causa de su condena. El letrero decía: «Este es Jesús, el Rey de los judíos.» También fueron crucificados con él dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban lo insultaban, meneando la cabeza y diciendo: —¡Tú ibas a derribar el templo y a reconstruirlo en tres días! ¡Si eres Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz!
S. Mateo 27:32-40 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a este obligaron a que llevase la cruz. Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera, le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo. Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. Y sentados le guardaban allí. Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS. Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.
S. Mateo 27:32-40 La Biblia de las Américas (LBLA)
Y cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene llamado Simón, al cual obligaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa Lugar de la Calavera, le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, no lo quiso beber. Y habiéndole crucificado, se repartieron sus vestidos, echando suertes; y sentados, le custodiaban allí. Y pusieron sobre su cabeza la acusación contra Él, que decía: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS. Entonces fueron crucificados* con Él dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: Tú que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo, si eres el Hijo de Dios, y desciende de la cruz.
S. Mateo 27:32-40 Nueva Traducción Viviente (NTV)
En el camino, se encontraron con un hombre llamado Simón, quien era de Cirene, y los soldados lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. Salieron a un lugar llamado Gólgota (que significa «Lugar de la Calavera»). Los soldados le dieron a Jesús vino mezclado con hiel amarga, pero cuando la probó, se negó a beberla. Después de clavarlo en la cruz, los soldados sortearon su ropa tirando los dados. Luego se sentaron alrededor e hicieron guardia mientras él estaba colgado allí. Encima de la cabeza de Jesús, colocaron un letrero, que anunciaba el cargo en su contra. Decía: «Este es Jesús, el Rey de los judíos». Con él crucificaron a dos revolucionarios, uno a su derecha y otro a su izquierda. La gente que pasaba por allí gritaba insultos y movía la cabeza en forma burlona. «¡Pero mírate ahora! —le gritaban—. Dijiste que ibas a destruir el templo y a reconstruirlo en tres días. Muy bien, si eres el Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz».