Salmos 119:89-96
Salmos 119:89-96 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Tu palabra, SEÑOR, es eterna y está firme en los cielos. Tu fidelidad permanece por todas las generaciones; estableciste la tierra y quedó firme. Todo subsiste hoy, conforme a tus leyes, porque todo está a tu servicio. Si tu Ley no fuera mi regocijo, la aflicción habría acabado conmigo. Jamás me olvidaré de tus preceptos, pues con ellos me has dado vida. ¡Sálvame, pues te pertenezco y escudriño tus preceptos! Los malvados esperan destruirme, pero yo me esfuerzo por entender tus mandatos. He visto que aun la perfección tiene sus límites; ¡solo tus mandamientos son infinitos!
Salmos 119:89-96 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Dios mío, tú eres eterno y siempre fiel. Mientras el cielo y la tierra existan, tu palabra permanecerá; ¡todo lo creado está a tu servicio! Si tu palabra no me hiciera tan feliz, ¡ya me hubiera muerto de tristeza! Jamás me olvido de tu palabra, pues ella me da vida. ¡Sálvame, pues soy tuyo y busco cumplir tus mandamientos! Hay malvados que quieren matarme, pero yo quiero entender tus enseñanzas. Todo en este mundo acabará; ¡solo tu palabra no tiene fin!
Salmos 119:89-96 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Señor, tu palabra es eterna, y permanece firme como los cielos. Tu fidelidad es la misma por todas las edades; tú afirmaste la tierra, y esta permanece firme. Por tus decretos, todo subsiste hoy, y todo está a tu servicio. Si en tu ley no hallara mi regocijo, la aflicción ya habría acabado conmigo. Jamás me olvidaré de tus mandamientos, porque con ellos me has devuelto la vida. Mi vida te pertenece; ¡sálvame, Señor, pues yo estudio tus mandamientos! Los malvados buscan cómo destruirme, pero yo trato de entender tus testimonios. He visto que aun lo perfecto se acaba, pero tus mandamientos son eternos.
Salmos 119:89-96 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Señor, tu palabra es eterna; ¡afirmada está en el cielo! Tu fidelidad permanece para siempre; tú afirmaste la tierra, y quedó en pie. Todas las cosas siguen firmes, conforme a tus decretos, porque todas ellas están a tu servicio. Si tu enseñanza no me trajera alegría, la tristeza habría acabado conmigo. Jamás me olvidaré de tus preceptos, pues por ellos me has dado vida. ¡Sálvame, pues soy tuyo y he seguido tus preceptos! Los malvados esperan el momento de destruirme, pero yo estoy atento a tus mandatos. He visto que todas las cosas tienen su fin, pero tus mandamientos son infinitos.
Salmos 119:89-96 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos. De generación en generación es tu fidelidad; Tú afirmaste la tierra, y subsiste. Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, Pues todas ellas te sirven. Si tu ley no hubiese sido mi delicia, Ya en mi aflicción hubiera perecido. Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, Porque con ellos me has vivificado. Tuyo soy yo, sálvame, Porque he buscado tus mandamientos. Los impíos me han aguardado para destruirme; Mas yo consideraré tus testimonios. A toda perfección he visto fin; Amplio sobremanera es tu mandamiento.
Salmos 119:89-96 La Biblia de las Américas (LBLA)
¶Para siempre, oh SEÑOR, tu palabra está firme en los cielos. Tu fidelidad permanece por todas las generaciones; tú estableciste la tierra, y ella permanece. Por tus ordenanzas permanecen hasta hoy, pues todas las cosas te sirven. Si tu ley no hubiera sido mi deleite, entonces habría perecido en mi aflicción. Jamás me olvidaré de tus preceptos, porque por ellos me has vivificado. Tuyo soy, Señor, sálvame, pues tus preceptos he buscado. Los impíos me esperan para destruirme; tus testimonios consideraré. He visto un límite a toda perfección; tu mandamiento es sumamente amplio.
Salmos 119:89-96 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Tu eterna palabra, oh SEÑOR, se mantiene firme en el cielo. Tu fidelidad se extiende a cada generación, y perdura igual que la tierra que creaste. Tus ordenanzas siguen siendo verdad hasta el día de hoy, porque todo está al servicio de tus planes. Si tus enseñanzas no me hubieran sostenido con alegría, ya habría muerto en mi sufrimiento. Jamás olvidaré tus mandamientos, pues por medio de ellos me diste vida. Soy tuyo, ¡rescátame!, porque me he esforzado mucho en obedecer tus mandamientos. Aunque los malvados se escondan por el camino para matarme, con calma, mantendré mi mente puesta en tus leyes. Aun la perfección tiene sus límites, pero tus mandatos no tienen límite.