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Salmos 17:1-15

Salmos 17:1-15 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor. Escucha mi oración hecha de labios sin engaño. De tu presencia proceda mi vindicación; Vean tus ojos la rectitud. Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche; Me has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste; He resuelto que mi boca no haga transgresión. En cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus labios Yo me he guardado de las sendas de los violentos. Sustenta mis pasos en tus caminos, Para que mis pies no resbalen. Yo te he invocado, por cuanto tú me oirás, oh Dios; Inclina a mí tu oído, escucha mi palabra. Muestra tus maravillosas misericordias, tú que salvas a los que se refugian a tu diestra, De los que se levantan contra ellos. Guárdame como a la niña de tus ojos; Escóndeme bajo la sombra de tus alas, De la vista de los malos que me oprimen, De mis enemigos que buscan mi vida. Envueltos están con su grosura; Con su boca hablan arrogantemente. Han cercado ahora nuestros pasos; Tienen puestos sus ojos para echarnos por tierra. Son como león que desea hacer presa, Y como leoncillo que está en su escondite. Levántate, oh Jehová; Sal a su encuentro, póstrales; Libra mi alma de los malos con tu espada, De los hombres con tu mano, oh Jehová, De los hombres mundanos, cuya porción la tienen en esta vida, Y cuyo vientre está lleno de tu tesoro. Sacian a sus hijos, Y aun sobra para sus pequeñuelos. En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.

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Salmos 17:1-15 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Oh SEÑOR, oye mi ruego pidiendo justicia; escucha mi grito de auxilio. Presta oído a mi oración, porque proviene de labios sinceros. Declárame inocente, porque tú ves a los que hacen lo correcto. Pusiste a prueba mis pensamientos y examinaste mi corazón durante la noche; me has escudriñado y no encontraste ningún mal. Estoy decidido a no pecar con mis palabras. He seguido tus mandatos, los cuales me impidieron ir tras la gente cruel y perversa. Mis pasos permanecieron en tu camino; no he vacilado en seguirte. Oh Dios, a ti dirijo mi oración porque sé que me responderás; inclínate y escucha cuando oro. Muéstrame tu amor inagotable de maravillosas maneras. Con tu gran poder rescatas a los que buscan refugiarse de sus enemigos. Cuídame como cuidarías tus propios ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas. Protégeme de los perversos que me atacan, del enemigo mortal que me rodea. No tienen compasión; ¡escucha cómo se jactan! Me rastrean y me rodean, a la espera de cualquier oportunidad para tirarme al suelo. Son como leones hambrientos, deseosos por despedazarme; como leones jóvenes, escondidos en emboscada. ¡Levántate, oh SEÑOR! ¡Enfréntalos y haz que caigan de rodillas! ¡Con tu espada rescátame de los perversos! Con el poder de tu mano, oh SEÑOR, destruye a los que buscan su recompensa en este mundo; pero sacia el hambre de los que son tu tesoro. Que sus hijos tengan abundancia y dejen herencia a sus descendientes. Porque soy recto, te veré; cuando despierte, te veré cara a cara y quedaré satisfecho.

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Salmos 17:1-15 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

SEÑOR, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. Pronuncia tu sentencia en mi favor; tus ojos ven lo que es justo. Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme a prueba, que no hallarás en mí ningún plan maligno! ¡Mi boca no pecará a pesar de lo que hace la otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia he apartado mis pasos; mis pies no tropiezan en tus sendas. Dios mío, a ti clamo porque tú me respondes; inclina a mí tu oído y escucha mi oración. Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. Protégeme como a la niña de tus ojos, escóndeme bajo la sombra de tus alas de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. Han cerrado su insensible corazón y profieren insolencias con su boca. Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. Parecen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. ¡Levántate, SEÑOR, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! ¡Con tu mano, SEÑOR, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia y hasta ha sobrado para sus descendientes. Pero yo en justicia veré tu rostro; cuando despierte, estaré satisfecho al contemplar tu semejanza.

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Salmos 17:1-15 Reina Valera Contemporánea (RVC)

Señor, ¡escúchame! ¡Atiende mi clamor de justicia! ¡Presta oído a mi oración, pues no brota de labios mentirosos! ¡Sé tú quien me reivindique! ¡Posa tus ojos en mi rectitud! Tú has examinado mi corazón; por las noches has venido a verme. ¡Ponme a prueba, que nada malo hallarás! ¡Nada malo han pronunciado mis labios! Yo no hago lo que otros hacen; al contrario, tomo en cuenta tus palabras y me alejo de caminos de violencia. Sostén mis pasos en tus sendas para que mis pies no resbalen. Dios mío, yo te invoco porque tú me respondes; ¡inclina a mí tu oído, y escucha mis palabras! Tú, que salvas de sus perseguidores a los que buscan tu protección, ¡dame una muestra de tu gran misericordia! ¡Cuídame como a la niña de tus ojos! ¡Escóndeme bajo la sombra de tus alas! ¡No dejes que me vean mis malvados enemigos, los opresores que quieren quitarme la vida! Se regodean en su soberbia, y profieren palabras insolentes. Me tienen rodeado por completo, y solo esperan verme caer por tierra. Parecen leones que esperan a su presa; parecen cachorros, echados en su escondite. ¡Reacciona, Señor! ¡Enfréntate a ellos, y ponlos en vergüenza! ¡Con tu espada, ponme a salvo de esos malvados! ¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos malvados que viven obsesionados con los bienes de este mundo! ¡Ya los has saciado con tus riquezas, y hasta les sobra para sus hijos más pequeños! A mí me bastará con ver tu rostro de justicia; ¡satisfecho estaré al despertar y contemplarte!

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Salmos 17:1-15 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

1 (1b) Señor, escucha mi causa justa, atiende a mi clamor, presta oído a mi oración, pues no sale de labios mentirosos. ¡Que venga de ti mi sentencia, pues tú sabes lo que es justo! Tú has penetrado mis pensamientos; de noche has venido a vigilarme; me has sometido a pruebas de fuego, y no has encontrado maldad en mí. No he dicho cosas indebidas, como hacen los demás; me he alejado de caminos de violencia, de acuerdo con tus mandatos. He seguido firme en tus caminos; jamás me he apartado de ellos. Oh Dios, a ti mi voz elevo, porque tú me contestas; préstame atención, escucha mis palabras. Dame una clara muestra de tu amor, tú, que salvas de sus enemigos a los que buscan protección en tu poder. Cuídame como a la niña de tus ojos; protégeme bajo la sombra de tus alas de los malvados que me atacan, ¡de los enemigos mortales que me rodean! Son engreídos, hablan con altanería; han seguido de cerca mis pasos esperando el momento de echarme por tierra. Parecen leones, feroces leones que agazapados en su escondite esperan con ansias dar el zarpazo. Levántate, Señor, ¡enfréntate con ellos! ¡Hazles doblar las rodillas! Con tu espada, ponme a salvo del malvado; con tu poder, Señor, líbrame de ellos; ¡arrójalos de este mundo, que es su herencia en esta vida! Deja que ellos se llenen de riquezas, que sus hijos coman hasta que revienten, y que aún sobre para sus nietos. Pero yo, en verdad, quedaré satisfecho con mirarte cara a cara, ¡con verme ante ti cuando despierte!

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Salmos 17:1-15 La Biblia de las Américas (LBLA)

Oye, oh SEÑOR, una causa justa; atiende a mi clamor; presta oído a mi oración, que no es de labios engañosos. Que mi vindicación venga de tu presencia; que tus ojos vean con rectitud. Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche; me has puesto a prueba y nada hallaste; he resuelto que mi boca no peque. En cuanto a las obras de los hombres, por la palabra de tus labios yo me he guardado de las sendas de los violentos. Mis pasos se han mantenido firmes en tus senderos. No han resbalado mis pies. ¶Yo te he invocado, oh Dios, porque tú me responderás; inclina a mí tu oído, escucha mi palabra. Muestra maravillosamente tu misericordia, tú que salvas a los que se refugian a tu diestra huyendo de los que se levantan contra ellos. Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme a la sombra de tus alas de los impíos que me despojan, de mis enemigos mortales que me rodean. Han cerrado su insensible corazón; hablan arrogantemente con su boca. Ahora nos han cercado en nuestros pasos; fijan sus ojos para echarnos por tierra, como león que ansía despedazar, como leoncillo que acecha en los escondrijos. ¶Levántate, SEÑOR, sal a su encuentro, derríbalo; con tu espada libra mi alma del impío, de los hombres, con tu mano, oh SEÑOR, de los hombres del mundo, cuya porción está en esta vida, y cuyo vientre llenas de tu tesoro; se llenan de hijos, y dejan lo que les sobra a sus pequeños. En cuanto a mí, en justicia contemplaré tu rostro; al despertar, me saciaré cuando contemple tu imagen.

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