Salmos 28:1-9
Salmos 28:1-9 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
A ti clamaré, oh Jehová. Roca mía, no te desentiendas de mí, Para que no sea yo, dejándome tú, Semejante a los que descienden al sepulcro. Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti, Cuando alzo mis manos hacia tu santo templo. No me arrebates juntamente con los malos, Y con los que hacen iniquidad, Los cuales hablan paz con sus prójimos, Pero la maldad está en su corazón. Dales conforme a su obra, y conforme a la perversidad de sus hechos; Dales su merecido conforme a la obra de sus manos. Por cuanto no atendieron a los hechos de Jehová, Ni a la obra de sus manos, Él los derribará, y no los edificará. Bendito sea Jehová, Que oyó la voz de mis ruegos. Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado, Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré. Jehová es la fortaleza de su pueblo, Y el refugio salvador de su ungido. Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad; Y pastoréales y susténtales para siempre.
Salmos 28:1-9 Nueva Traducción Viviente (NTV)
A ti elevo mi oración, oh SEÑOR, roca mía; no cierres tus oídos a mi voz. Pues si guardas silencio, mejor sería darme por vencido y morir. Escucha mi oración que pide misericordia, cuando clamo a ti por ayuda, cuando levanto mis manos hacia tu santo templo. No me arrastres junto con los perversos —con los que hacen lo malo—, los que hablan con sus vecinos amablemente mientras traman maldades en su corazón. ¡Dales el castigo que tanto merecen! Mídelo en proporción a su maldad. ¡Págales conforme a todas sus malas acciones! Hazles probar en carne propia lo que ellos les han hecho a otros. No les importa nada lo que el SEÑOR hizo ni lo que sus manos crearon. Por lo tanto, él los derrumbará y ¡jamás serán reconstruidos! ¡Alaben al SEÑOR! Pues él oyó que clamaba por misericordia. El SEÑOR es mi fortaleza y mi escudo; confío en él con todo mi corazón. Me da su ayuda y mi corazón se llena de alegría; prorrumpo en canciones de acción de gracias. El SEÑOR le da fuerza a su pueblo; es una fortaleza segura para su rey ungido. ¡Salva a tu pueblo! Bendice a Israel, tu posesión más preciada. Guíalos como un pastor y llévalos en tus brazos por siempre.
Salmos 28:1-9 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
A ti clamo, SEÑOR, Roca mía; no te desentiendas de mí, porque si guardas silencio, seré como los que bajan a la fosa. Oye mi voz suplicante cuando a ti acudo en busca de ayuda, cuando tiendo los brazos hacia tu Lugar Santísimo. No me arrastres con los malvados, con los que hacen iniquidad, con los que hablan de paz con su prójimo, pero en sus corazones planean maldad. Págales conforme a sus obras, conforme a sus malas acciones. Págales conforme a las obras de sus manos; ¡dales su merecido! Ya que no toman en cuenta las obras del SEÑOR y lo que él ha hecho con sus manos, él los derribará y nunca más volverá a levantarlos. Bendito sea el SEÑOR, que ha oído mi voz suplicante. El SEÑOR es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias. El SEÑOR es la fortaleza de su pueblo y un baluarte de salvación para su ungido. Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad y, cual pastor, guíalos por siempre.
Salmos 28:1-9 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
1 (1b) Dios mío, yo te llamo, no cierres tus oídos, porque tú eres quien me protege. Si no me respondes, de seguro moriré. Atiende mis ruegos cuando te tienda los brazos para pedirte ayuda. No me castigues junto con los malhechores, porque hablan con los demás y les desean lo mejor, pero en su pensamiento quisieran matarlos. ¡Págales con la misma moneda! ¡Dales su merecido! Sus acciones han sido malas; ¡devuélveles mal por mal, pues no toman en cuenta todo lo que has hecho! Por eso, ¡destrúyelos por completo, que no vuelvan a levantarse! ¡Bendito seas, Dios mío, por atender a mis ruegos! Tú eres mi fuerza; me proteges como un escudo. En ti confío de corazón, pues de ti recibo ayuda. El corazón se me llena de alegría, por eso te alabo en mis cantos. Tú, Dios mío, eres la fuerza de tu pueblo; danos la victoria, pues somos tu pueblo elegido. ¡Sálvanos y bendícenos! ¡Llévanos en tus brazos, pues tú eres nuestro pastor!
Salmos 28:1-9 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Señor, tú eres mi roca. A ti clamo. ¡No te apartes de mí! De lo contrario, seré como los que bajan al sepulcro. Escucha mi clamor, que pide tu ayuda, cuando levanto mis manos hacia tu santo templo. No me lleves junto con los malvados, ni con los que hacen el mal; con los que hablan de paz con sus amigos pero por dentro están llenos de maldad. Págales conforme a sus malas acciones; por tanta maldad que cometen, dales su merecido. Hazlos caer, Señor, y no vuelvas a levantarlos, pues no han entendido tus acciones ni han prestado atención a tus obras. Bendito seas, Señor, pues escuchas la voz de mis ruegos. Tú, Señor, eres mi escudo y mi fuerza; en ti confía mi corazón, pues recibo tu ayuda. Por eso mi corazón se alegra y te alaba con sus cánticos. Tú, Señor, infundes fuerzas a tu pueblo; tu ungido halla en ti un refugio salvador. ¡Salva a tu pueblo, bendice a tu herencia! ¡Guíalos y cuida de ellos ahora y siempre!
Salmos 28:1-9 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
1 (1b) Señor, mi protector, a ti clamo. ¡No te niegues a responderme! Pues si te niegas a responderme, ya puedo contarme entre los muertos. Oye mis gritos cuando te pido ayuda, cuando extiendo mis manos hacia tu santo templo. No me arrastres junto con los malvados, no me hagas correr la suerte de los malhechores, que por fuera se muestran amistosos pero por dentro son todo maldad. Dales su merecido, conforme a sus malas acciones; págales con la misma moneda, conforme al mal que han cometido. Ya que no tienen presentes las cosas que hizo el Señor, ¡que él los destruya y no los vuelva a levantar! ¡Bendito sea el Señor, que ha escuchado mis ruegos! El Señor es mi poderoso protector; en él confié plenamente, y él me ayudó. Mi corazón está alegre; cantaré y daré gracias al Señor. El Señor es la fuerza de su pueblo; es ayuda y refugio de su rey escogido. Salva a tu pueblo, Señor; bendice a los tuyos. Cuídalos como un pastor; ¡llévalos en tus brazos para siempre!
Salmos 28:1-9 La Biblia de las Américas (LBLA)
A ti clamo, oh SEÑOR; roca mía, no seas sordo para conmigo, no sea que si guardas silencio hacia mí, venga a ser semejante a los que descienden a la fosa. Escucha la voz de mis súplicas cuando a ti pido auxilio; cuando levanto mis manos hacia el lugar santísimo de tu santuario. No me arrastres con los impíos ni con los que obran iniquidad, que hablan de paz con su prójimo, mientras hay maldad en su corazón. Dales conforme a su obra y según la maldad de sus hechos; dales conforme a la obra de sus manos; págales su merecido. Porque no tienen en cuenta los hechos del SEÑOR ni la obra de sus manos, Él los derribará y no los edificará. ¶Bendito sea el SEÑOR, porque ha oído la voz de mis súplicas. El SEÑOR es mi fuerza y mi escudo; en Él confía mi corazón, y soy socorrido; por tanto, mi corazón se regocija, y le daré gracias con mi cántico. El SEÑOR es la fuerza de su pueblo, y Él es defensa salvadora de su ungido. Salva a tu pueblo y bendice a tu heredad, pastoréalos y llévalos para siempre.