Salmos 35:11-28
Salmos 35:11-28 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Se presentan testigos despiadados y me preguntan cosas que yo ignoro. Me devuelven mal por bien y eso me duele en el alma; pues cuando ellos enfermaban yo me vestía de luto, me afligía y ayunaba. ¡Ay, si pudiera retractarme de mis oraciones! Me vestía yo de luto, como por un amigo o un hermano. Afligido, inclinaba la cabeza, como si llorara por mi madre. Pero yo tropecé y ellos se alegraron y a una se juntaron contra mí. Asaltantes que yo no conocía; me calumniaban sin cesar. Me atormentaban, se burlaban de mí y contra mí rechinaban los dientes. ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tolerar esto? Libra mi vida, mi única vida, de los ataques de esos leones. Yo te daré gracias en la gran asamblea; ante una multitud te alabaré. No dejes que de mí se burlen mis enemigos traicioneros; no dejes que guiñen el ojo los que me odian sin motivo. Porque no vienen en son de paz, sino que urden mentiras contra la gente apacible del país. De mí se ríen a carcajadas y exclaman: «¡Miren en lo que vino a parar!». SEÑOR, tú has visto todo esto; no te quedes callado. ¡Señor, no te alejes de mí! ¡Despierta! ¡Levántate en mi defensa! ¡Defiéndeme, mi Dios y Señor! Júzgame según tu justicia, SEÑOR mi Dios; no dejes que se burlen de mí. No permitas que piensen: «¡Así queríamos verlo!». No permitas que digan: «Nos lo hemos tragado vivo». Queden avergonzados y confundidos todos los que se alegran de mi desgracia; sean cubiertos de deshonra y vergüenza todos los que se creen más que yo. Pero lancen voces de alegría y regocijo los que quieren mi vindicación y digan siempre: «Exaltado sea el SEÑOR, quien se deleita en el bienestar de su siervo». Con mi lengua proclamaré tu justicia y todo el día te alabaré.
Salmos 35:11-28 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Unos testigos malvados se levantan para acusarme, ¡pero yo no sé nada de lo que me preguntan! Lo que más me duele es que yo los traté bien y ahora ellos me tratan mal. Cuando se enfermaban, yo me afligía por ellos. Tan grande era mi tristeza que no comía ni me arreglaba. Más bien, le pedía a Dios que el enfermo fuera yo. Andaba yo muy triste y con la cabeza inclinada, como si hubiera muerto mi madre, mi hermano o mi amigo. Pero cuando me vieron caído, esos testigos lo festejaron. Como si fueran unos extraños a los que yo no conociera, se pusieron en mi contra y hablaron mal de mí; ¡sus ojos reflejaban odio! Dios mío, ¿no piensas hacer nada? ¡Esos malvados me quieren destruir! ¡Sálvame la vida, que es lo único que tengo! Así te alabaré y te daré gracias delante de todo tu pueblo, tu pueblo fuerte y numeroso. No dejes que me hagan burla mis terribles enemigos; no dejes que se burlen de mí, pues no tienen por qué odiarme. No hablan de vivir en paz, sino que inventan mentiras contra la gente tranquila. Sin pensarlo dos veces, dicen: «Tú cometiste ese crimen; ¡nosotros mismos lo vimos!» Mi Señor y Dios, ¡tú me conoces mejor que ellos! ¡No te alejes de mí, ni te niegues a escucharme! ¡Despierta y defiéndeme! ¡Levántate y hazme justicia! Tú eres un Dios justo: defiéndeme como sabes hacerlo. ¡No dejes que se burlen de mí! No les permitas que digan: «¡Se cumplió nuestro deseo! ¡Hemos acabado con él!» Pon en completa vergüenza a todos los que festejan mi mal, cubre de vergüenza y deshonra a los que me creen poca cosa, pero haz que griten de alegría los que desean mi bien. Permíteles que siempre digan: «¡Dios es muy grande! ¡Busca el bien de quien le sirve!» Yo, por mi parte, siempre te alabaré y diré que eres un Dios de bondad.
Salmos 35:11-28 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Unos testigos violentos se levantan y me interrogan acerca de cosas que yo ignoro. Me pagan mal el bien que les hice, y eso me duele en el alma. Si estaban enfermos, yo me preocupaba; ayunaba y me vestía de cilicio. ¡Quisiera que mis oraciones volvieran a mí! Yo manifestaba mi tristeza por ellos vistiéndome de luto, como por un hermano; ¡como si hubiera muerto mi propia madre! Pero caí, y ellos se juntaron contra mí; se juntó contra mí gente despreciable, gente que yo no conocía, y me maltrataron sin descanso. ¡Como auténticos truhanes y malvivientes, rechinaban los dientes contra mí! Señor, ¿cuánto más seguirás viendo esto? ¡Salva mi vida de las garras de estos leones! ¡Es la única vida que tengo! Yo hablaré de ti en medio de la multitud; ¡te alabaré delante de todo el pueblo! ¡No dejes que se burlen de mí los que sin causa me ven como enemigo, ni tampoco los que me odian sin motivo, esos que se hacen señas con los ojos! Son gente que no busca la paz, sino que urden planes engañosos en contra de gente inocente. Se carcajean al hablar de mí, y exclaman: «¡Ja, ja! ¡Miren lo que hemos llegado a ver!» Pero tú, Señor, eres testigo; ¡no te quedes callado, ni te alejes de mí! ¡Señor, levántate a defenderme! ¡Dios mío, levántate y hazme justicia! Señor y Dios, ¡júzgame según tu justicia, para que nadie se burle de mí! Que nadie piense en su corazón: «¡Se cumplió nuestro deseo de verlo derrotado!» Que la vergüenza y la confusión sean para los que buscan mi mal. Que se queden avergonzados y confundidos los que se engrandecen contra mí. Pero que canten y se alegren los que están a mi favor. Que digan siempre: «¡Grande es el Señor, pues se deleita en el bienestar de su siervo!» Con mi lengua proclamaré tu justicia, y a todas horas te alabaré.
Salmos 35:11-28 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Se levantan testigos malvados y me preguntan cosas que yo no sé. Me han pagado mal por bien, y esto me causa mucha tristeza; pues cuando ellos se enfermaban yo me afligía por ellos, me ponía ropas ásperas y ayunaba, y en mi interior no dejaba de orar. Andaba yo triste y decaído, como si estuviera de luto por mi madre, por un amigo o por mi propio hermano. Pero cuando caí, todos juntos se rieron de mí; como si fueran gente extraña y desconocida, me maltrataron sin cesar. Me atormentaron, se burlaron de mí, me lanzaron miradas cargadas de odio. Señor, ¿cuánto tiempo seguirás viendo esto? ¡Sálvame la vida, mi única vida, de esos leones que andan rugiendo! Te daré gracias ante tu pueblo numeroso; ¡te alabaré ante la gran multitud! Que no se alegren de mí mis enemigos; que no se guiñen el ojo los que me odian sin razón. Pues ellos no buscan la paz, sino que hacen planes traicioneros contra la gente pacífica del país; abren tamaña boca contra mí, y dicen: «¡Miren lo que hemos llegado a ver!» ¡A ti te consta, Señor! ¡No te quedes en silencio! ¡No te alejes de mí! Levántate, Señor y Dios mío, ¡despierta! Hazme justicia, ponte de mi parte. Júzgame, Señor y Dios mío, de acuerdo con tu justicia. ¡Que no se rían de mí! Que no digan ni piensen: «¡Esto es lo que queríamos! ¡Lo hemos arruinado por completo!» Que queden cubiertos de vergüenza los que se alegran de mi desgracia; que queden totalmente cubiertos de vergüenza los que se creen superiores a mí. Pero que se alegren y griten de alegría los que quieren verme victorioso; que digan constantemente: «¡El Señor es grande, y le agrada el bienestar de su siervo!» Con mi lengua hablaré de tu justicia; ¡todo el día te alabaré!
Salmos 35:11-28 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Se levantan testigos malvados; De lo que no sé me preguntan; Me devuelven mal por bien, Para afligir a mi alma. Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; Afligí con ayuno mi alma, Y mi oración se volvía a mi seno. Como por mi compañero, como por mi hermano andaba; Como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba. Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron; Se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía; Me despedazaban sin descanso; Como lisonjeros, escarnecedores y truhanes, Crujieron contra mí sus dientes. Señor, ¿hasta cuándo verás esto? Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones. Te confesaré en grande congregación; Te alabaré entre numeroso pueblo. No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos, Ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo. Porque no hablan paz; Y contra los mansos de la tierra piensan palabras engañosas. Ensancharon contra mí su boca; Dijeron: ¡Ea, ea, nuestros ojos lo han visto! Tú lo has visto, oh Jehová; no calles; Señor, no te alejes de mí. Muévete y despierta para hacerme justicia, Dios mío y Señor mío, para defender mi causa. Júzgame conforme a tu justicia, Jehová Dios mío, Y no se alegren de mí. No digan en su corazón: ¡Ea, alma nuestra! No digan: ¡Le hemos devorado! Sean avergonzados y confundidos a una los que de mi mal se alegran; Vístanse de vergüenza y de confusión los que se engrandecen contra mí. Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa, Y digan siempre: Sea exaltado Jehová, Que ama la paz de su siervo. Y mi lengua hablará de tu justicia Y de tu alabanza todo el día.
Salmos 35:11-28 La Biblia de las Américas (LBLA)
Se levantan testigos malvados, y de lo que no sé me preguntan. Me devuelven mal por bien para aflicción de mi alma. Pero yo, cuando ellos estaban enfermos, vestía de cilicio; humillé mi alma con ayuno, y mi oración se repetía en mi pecho. Como por mi amigo, como por mi hermano, andaba de aquí para allá; como el que está de duelo por la madre, enlutado me encorvaba. Pero ellos se alegraron en mi tropiezo, y se reunieron; los agresores, a quienes no conocía, se juntaron contra mí; me despedazaban sin cesar. Como bufones impíos en una fiesta, rechinaban sus dientes contra mí. ¶¿Hasta cuándo, Señor, estarás mirando? Rescata mi alma de sus estragos, mi única vida de los leones. En la gran congregación te daré gracias; entre mucha gente te alabaré. No permitas que se regocijen a costa mía los que injustamente son mis enemigos, ni que guiñen el ojo con malicia los que sin causa me aborrecen. Porque ellos no hablan paz, sino que piensan palabras engañosas contra los pacíficos de la tierra, y abrieron bien grande su boca contra mí; dijeron: ¡Ajá, ajá, nuestros ojos lo han visto! ¶Tú lo has visto, SEÑOR, no calles; Señor, no estés lejos de mí. Despierta y levántate para mi defensa y para mi causa, Dios mío y Señor mío. Júzgame conforme a tu justicia, oh SEÑOR, Dios mío; que no se rían de mí. Que no digan en su corazón: ¡Ajá, lo que queríamos! Que no digan: ¡Lo hemos devorado! Sean avergonzados y humillados a una los que se alegran de mi mal; cúbranse de vergüenza y deshonra los que se engrandecen contra mí. ¶Canten de júbilo y regocíjense los que favorecen mi vindicación; y digan continuamente: Engrandecido sea el SEÑOR, que se deleita en la paz de su siervo. Y mi lengua hablará de tu justicia y de tu alabanza todo el día.
Salmos 35:11-28 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Testigos maliciosos testifican en mi contra y me acusan de crímenes que desconozco por completo. Me pagan mal por bien y estoy enfermo de desesperación. Sin embargo, cuando ellos se enfermaban, yo me entristecía; me afligía a mí mismo ayunando por ellos, pero mis oraciones no tenían respuesta. Estaba triste como si fueran mis amigos o mi familia, como si me lamentara por mi propia madre. Pero ahora que yo estoy en dificultades, ellos se ponen contentos; con aires de triunfo se unen en mi contra. Me ataca gente que ni siquiera conozco; me calumnian sin cesar. Se burlan de mí y me insultan; me gruñen. ¿Hasta cuándo, oh Señor, te quedarás observando sin actuar? Rescátame de sus ataques feroces. ¡Protege mi vida de estos leones! Después te daré gracias frente a la gran asamblea; te alabaré delante de todo el pueblo. No permitas que mis enemigos traicioneros se regodeen en mi derrota; no permitas que los que me odian sin motivo se deleiten en mi tristeza. No hablan de paz; conspiran contra personas inocentes que no se meten con nadie. Gritan: «¡Ajá! ¡Con nuestros ojos lo vimos hacerlo!». Oh SEÑOR, tú sabes de todo esto; no te quedes callado. No me abandones ahora, oh Señor. ¡Despierta! ¡Levántate en mi defensa! Toma mi caso, Dios mío y Señor mío. Declárame inocente, oh SEÑOR mi Dios, porque tú haces justicia; no permitas que mis enemigos se rían de mí en mis dificultades. No les permitas decir: «¡Miren, conseguimos lo que queríamos! ¡Ahora lo comeremos vivo!». Que sean humillados y avergonzados los que se alegran de mis dificultades; que sean cubiertos de vergüenza y de deshonra los que triunfan sobre mí. Pero dales mucha alegría a los que vinieron a defenderme; que todo el tiempo digan: «¡Grande es el SEÑOR, quien se deleita en bendecir a su siervo con paz!». Entonces proclamaré tu justicia y te alabaré todo el día.