Salmos 78:42-55
Salmos 78:42-55 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Jamás se acordaron de su poder, de cuando los rescató del opresor, ni de sus señales milagrosas en Egipto, ni de sus portentos en la región de Zoán, cuando convirtió en sangre los ríos egipcios y no pudieron ellos beber de sus arroyos; cuando les envió tábanos que se los devoraban y ranas que los destruían; cuando entregó sus cosechas a los saltamontes y sus sembrados a la langosta; cuando con granizo destruyó sus viñas y con escarcha sus higueras; cuando entregó su ganado al granizo y sus rebaños a las centellas; cuando lanzó contra ellos el ardor de su ira, de su furor, indignación y hostilidad: ¡todo un ejército de ángeles destructores! Dio rienda suelta a su enojo y no los libró de la muerte, sino que los entregó a la plaga. Dio muerte a todos los primogénitos de Egipto, las primicias de su virilidad en los campamentos de Cam. A su pueblo lo guio como a un rebaño; los llevó por el desierto, como a ovejas, infundiéndoles confianza para que no temieran. Pero a sus enemigos se los tragó el mar. Trajo a su pueblo a esta su tierra santa, a estas montañas que su diestra conquistó. Al paso de los israelitas expulsó naciones, cuyas tierras dio a su pueblo como herencia; ¡así estableció en sus tiendas a las tribus de Israel!
Salmos 78:42-55 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
No se acordaron del día cuando Dios, con su poder, los libró de sus enemigos. Tampoco recordaron los grandes milagros que Dios hizo en Egipto, cuando convirtió en sangre todos los ríos egipcios, y el agua no se podía beber. Les mandó moscas y ranas, que todo lo destruían; dejó que los saltamontes acabaran con todos sus sembrados; destruyó sus viñas con granizo, y sus higueras, con inundaciones; dejó que los rayos y el granizo acabaran con sus vacas y sus ovejas. Dios estaba tan enojado que los castigó con dureza; les mandó todo un ejército de mensajeros de muerte; dio rienda suelta a su enojo y les mandó un castigo mortal; ¡no les perdonó la vida! En cada familia egipcia hirió de muerte a los hijos mayores. Pero a su pueblo lo guio y lo llevó por el desierto, como guía el pastor a sus ovejas; les dio seguridad para que no tuvieran miedo, pero hizo que a sus enemigos se los tragara el mar. Dejó que su pueblo ocupara toda la tierra prometida, la cual ganó con su poder. Conforme avanzaban los israelitas, Dios echaba fuera a las naciones, y a Israel le entregó las tierras de esos pueblos. ¡Fue así como los israelitas se establecieron allí!
Salmos 78:42-55 Reina Valera Contemporánea (RVC)
No traían a la memoria su poder, ni el día en que él los libró de la angustia, cuando realizó en Egipto sus señales, y sus maravillas en el campo de Soán; cuando convirtió en sangre sus ríos y sus corrientes, para que no bebieran. Les mandó enjambres de moscas, que los devoraban, y también ranas, que los destruían; dejó que la oruga y la langosta destruyeran el fruto de su trabajo. Con granizo destruyó sus viñas, y con escarcha acabó con sus higueras. Con granizo hizo estragos en sus ganados, y con sus rayos acabó con sus animales. Descargó sobre ellos el ardor de su ira; los angustió con su enojo y su indignación, ¡con un ejército de ángeles destructores! Le abrió paso a su furor y no les salvó la vida, sino que los entregó a la muerte. En Egipto, en los campamentos de Cam, les quitó la vida a todos los primogénitos, a los primeros frutos de su vigor. Dios hizo que su pueblo saliera como ovejas, y como un rebaño los llevó por el desierto; con mano segura los fue llevando, para que no tuvieran ningún temor, mientras que el mar cubrió a sus enemigos. Y los trajo a las fronteras de su tierra santa, a este monte que ganó con su mano derecha. Expulsó a las naciones de la presencia de su pueblo, repartió en sorteo las tierras que les dio en propiedad, y permitió que las tribus de Israel se asentaran allí.
Salmos 78:42-55 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
No se acordaron de aquel día cuando Dios, con su poder, los salvó del enemigo; cuando en los campos de Soan, en Egipto, hizo cosas grandes y asombrosas; cuando convirtió en sangre los ríos, y los egipcios no pudieron beber de ellos. Mandó sobre ellos tábanos y ranas, que todo lo devoraban y destruían; entregó a la langosta las cosechas por las que ellos habían trabajado. Con granizo y escarcha destruyó sus higueras y sus viñas. Sus vacas y sus ovejas murieron bajo el granizo y los rayos. Dios les envió la furia de su enojo: furor, condenación y angustia, como mensajeros de calamidades. ¡Dio rienda suelta a su furor! No les perdonó la vida, sino que los entregó a la muerte; ¡hizo morir en Egipto mismo al primer hijo de toda familia egipcia! Sacó a Israel como a un rebaño de ovejas; llevó a su pueblo a través del desierto. Los llevó con paso seguro para que no tuvieran miedo, pero a sus enemigos el mar los cubrió. Dios trajo a su pueblo a su tierra santa, ¡a las montañas que él mismo conquistó! Quitó a los paganos de la vista de Israel; repartió la tierra en lotes entre sus tribus, y las hizo vivir en sus campamentos.
Salmos 78:42-55 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
No se acordaron de su mano, Del día que los redimió de la angustia; Cuando puso en Egipto sus señales, Y sus maravillas en el campo de Zoán; Y volvió sus ríos en sangre, Y sus corrientes, para que no bebiesen. Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, Y ranas que los destruían. Dio también a la oruga sus frutos, Y sus labores a la langosta. Sus viñas destruyó con granizo, Y sus higuerales con escarcha; Entregó al pedrisco sus bestias, Y sus ganados a los rayos. Envió sobre ellos el ardor de su ira; Enojo, indignación y angustia, Un ejército de ángeles destructores. Dispuso camino a su furor; No eximió la vida de ellos de la muerte, Sino que entregó su vida a la mortandad. Hizo morir a todo primogénito en Egipto, Las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam. Hizo salir a su pueblo como ovejas, Y los llevó por el desierto como un rebaño. Los guio con seguridad, de modo que no tuvieran temor; Y el mar cubrió a sus enemigos. Los trajo después a las fronteras de su tierra santa, A este monte que ganó su mano derecha. Echó las naciones de delante de ellos; Con cuerdas repartió sus tierras en heredad, E hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel.
Salmos 78:42-55 La Biblia de las Américas (LBLA)
No se acordaron de su poder, del día en que los redimió del adversario, cuando hizo sus señales en Egipto, y sus prodigios en el campo de Zoán. Convirtió en sangre sus ríos y sus corrientes, y no pudieron beber. Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, y ranas que los destruían. Entregó también sus cosechas al saltamontes, y el fruto de su trabajo a la langosta. Con granizo destruyó sus vides, y sus sicómoros con escarcha. Entregó también al granizo sus ganados, y sus rebaños a los rayos. Envió sobre ellos el ardor de su ira, furia, indignación y angustia, un ejército de ángeles destructores. Preparó senda para su ira; no eximió sus almas de la muerte, sino que entregó sus vidas a la plaga, e hirió a todos los primogénitos en Egipto, las primicias de su virilidad en las tiendas de Cam. Mas a su pueblo lo sacó como a ovejas, como a rebaño los condujo en el desierto; los guió con seguridad, de modo que no temieron, pero el mar se tragó a sus enemigos. ¶Los trajo, pues, a su tierra santa, a esta tierra montañosa que su diestra había adquirido. Y expulsó a las naciones de delante de ellos; las repartió con medida por herencia, e hizo habitar en sus tiendas a las tribus de Israel.
Salmos 78:42-55 Nueva Traducción Viviente (NTV)
No se acordaron de su poder ni de cómo los rescató de sus enemigos. No recordaron las señales milagrosas que hizo en Egipto ni sus maravillas en la llanura de Zoán. Pues él convirtió los ríos en sangre, para que nadie pudiera beber de los arroyos. Envió grandes enjambres de moscas para que los consumieran y miles de ranas para que los arruinaran. Les dio sus cultivos a las orugas; las langostas consumieron sus cosechas. Destruyó sus vides con granizo y destrozó sus higueras con aguanieve. Dejó su ganado a merced del granizo, sus animales, abandonados a los rayos. Desató sobre ellos su ira feroz, toda su furia, su enojo y hostilidad. Envió contra ellos a un grupo de ángeles destructores. Se enfureció contra ellos; no perdonó la vida de los egipcios, sino que los devastó con plagas. Mató al hijo mayor de cada familia egipcia, la flor de la juventud en toda la tierra de Egipto. Pero guio a su propio pueblo como a un rebaño de ovejas; los condujo a salvo a través del desierto. Los protegió para que no tuvieran temor; en cambio, sus enemigos quedaron cubiertos por el mar. Los llevó a la frontera de la tierra santa, a la tierra de colinas que había conquistado para ellos. A su paso expulsó a las naciones de esa tierra, la cual repartió por sorteo a su pueblo como herencia y estableció a las tribus de Israel en sus hogares.