Cantares 6:4-13
Cantares 6:4-13 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Tú, amada mía, eres bella como Tirsá, hermosa como Jerusalén imponente como ejército con sus banderas. Aparta de mí la mirada, que tus ojos me tienen fascinado. Tus cabellos son como los rebaños de cabras que descienden de Galaad. Tus dientes son como rebaños de ovejas que ascienden después de haber sido bañadas. Cada una de ellas tiene gemelas, ninguna de ellas está sola. Tus mejillas, tras el velo, parecen dos mitades de granadas. Pueden ser sesenta las reinas, ochenta las concubinas e innumerables las vírgenes, pero una sola es preciosa, paloma mía, la hija consentida de su madre, la favorita de quien le dio la vida. Las doncellas la ven y la bendicen; las reinas y las concubinas la alaban. ¿Quién es esta, admirable como la aurora? ¡Es bella como la luna, radiante como el sol, imponente como ejército con sus banderas! Descendí al huerto de los nogales para admirar los nuevos brotes en el valle, para admirar los retoños de las vides y los granados en flor. Sin darme cuenta, mi pasión me puso entre las carrozas reales de mi pueblo. Vuelve, Sulamita, vuelve; vuélvete a nosotros, ¡queremos contemplarte!
Cantares 6:4-13 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Eres bella, amada mía; bella como la ciudad de Tirsá, hermosa como Jerusalén, majestuosa como las estrellas. ¡Por favor, ya no me mires, que tus ojos me conquistaron! Son tus negros cabellos cabritos que juguetean en los montes de Galaad. Son tus blancos dientes cabritas recién bañadas. Son perfectos, no te falta ninguno. Tus mejillas, tras el velo, son rojas como manzanas. Puede haber sesenta reinas, y más de ochenta mujeres; pero mi palomita amada es una mujer singular; ¡es una mujer perfecta! Es la hija preferida de su madre. Hasta las mujeres mismas la ven y la felicitan; reinas y princesas no se cansan de alabarla. ¿Y quién es esta hermosura? Es admirable, como la aurora; bella es, como la luna, y esplendorosa como el sol; ¡majestuosa como las estrellas! Bajé al jardín de los nogales para ver las nuevas flores del valle, los retoños de las vides y los manzanos en flor. Pero, antes de darme cuenta, ¡mi pasión me condujo hasta el carro de mi príncipe! 13 (7.1) Danza, Sulamita; danza para nosotros: ¡queremos verte danzar!
Cantares 6:4-13 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Eres hermosa como Tirsa, amiga mía, y deseable como Jerusalén; ¡majestuosa como las huestes celestiales! ¡Desvía de mí tus miradas, que tus ojos me subyugan! Son tus cabellos como las cabritas que descienden de los montes de Galaad. Comparables son tus dientes a un rebaño de blancas ovejas. Todas ellas tienen su pareja; ningún espacio dejan vacío. Tus mejillas son dos gajos de granada que se asoman tras el velo. Puede haber sesenta reinas, y hasta ochenta concubinas y un sinnúmero de doncellas, pero la paloma que poseo es única y perfecta. Es la hija única y predilecta de la madre que la vio nacer. Las doncellas la ven, y la bendicen; ¡las reinas y las concubinas la alaban! ¿Quién es esta que aparece como la luz de un nuevo día? Bella es, como la luna; también radiante, como el sol; ¡majestuosa como las huestes celestiales! Yo bajé al jardín de los nogales, para contemplar los frutos del valle y ver si ya brotaban las vides y florecían los granados; ¡pero antes de darme cuenta me vi entre los carros de Aminadab! ¡Regresa, Sulamita, regresa! ¡Regresa, que deseamos contemplarte!
Cantares 6:4-13 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Tú, amor mío, eres hermosa y encantadora como las ciudades de Tirsá y Jerusalén; irresistible como un ejército en marcha. ¡Deja ya de mirarme, pues tus ojos me han vencido! Tus cabellos son como cabritos que retozan por los montes de Galaad. Tus dientes, todos perfectos, son cual rebaño de ovejas recién salidas del baño y listas para la trasquila. Tus mejillas son dos gajos de granada escondidos tras tu velo. Sesenta son las reinas, ochenta las concubinas y muchísimas las doncellas, pero mi palomita virginal es una sola; una sola es la hija preferida de la mujer que la dio a luz. Al verla, las jóvenes la felicitan; reinas y concubinas la alaban. ¿Quién es esta que se asoma como el sol en la mañana? Es hermosa como la luna, radiante como el sol, ¡irresistible como un ejército en marcha! Fui al bosque de los nogales a admirar el verdor en el arroyo; quería ver los brotes de los viñedos y las flores de los granados. Después ya no supe qué pasó hasta que me vi en un carro junto a mi príncipe. 13 (7.1) ¡Regresa, Sulamita, regresa! ¡Regresa, queremos verte!
Cantares 6:4-13 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa; De desear, como Jerusalén; Imponente como ejércitos en orden. Aparta tus ojos de delante de mí, Porque ellos me vencieron. Tu cabello es como manada de cabras Que se recuestan en las laderas de Galaad. Tus dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero, Todas con crías gemelas, Y estéril no hay entre ellas. Como cachos de granada son tus mejillas Detrás de tu velo. Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas, Y las doncellas sin número; Mas una es la paloma mía, la perfecta mía; Es la única de su madre, La escogida de la que la dio a luz. La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; Las reinas y las concubinas, y la alabaron. ¿Quién es esta que se muestra como el alba, Hermosa como la luna, Esclarecida como el sol, Imponente como ejércitos en orden? Al huerto de los nogales descendí A ver los frutos del valle, Y para ver si brotaban las vides, Si florecían los granados. Antes que lo supiera, mi alma me puso Entre los carros de Aminadab. Vuélvete, vuélvete, oh sulamita; Vuélvete, vuélvete, y te miraremos.
Cantares 6:4-13 La Biblia de las Américas (LBLA)
¶Eres hermosa como Tirsa, amada mía, encantadora como Jerusalén, imponente como ejército con estandartes. Aparta de mí tus ojos, porque ellos me han confundido; tu cabellera es como rebaño de cabras que descienden de Galaad. Tus dientes son como rebaño de ovejas que suben del lavadero, todas tienen mellizas, y ninguna de ellas ha perdido su cría. Tus mejillas son como mitades de granada detrás de tu velo. Sesenta son las reinas y ochenta las concubinas, y las doncellas, sin número; pero sin igual es mi paloma, mi perfecta, es la hija única de su madre, la preferida de la que la dio a luz. Las doncellas la vieron y la llamaron bienaventurada, también las reinas y las concubinas, y la alabaron, diciendo: ¶«¿Quién es esta que se asoma como el alba, hermosa como la luna llena, refulgente como el sol, imponente como escuadrones abanderados?». Descendí al huerto de los nogales para ver el verdor del valle, para ver si la vid había retoñado, si los granados habían florecido. Sin que me diera cuenta, mi alma me colocó sobre los carros de mi noble pueblo. ¶Regresa, regresa, oh Sulamita; regresa, regresa, para que te contemplemos.
Cantares 6:4-13 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Eres hermosa, amada mía, como la bella ciudad de Tirsa. Sí, eres tan hermosa como Jerusalén, tan majestuosa como un ejército con sus estandartes desplegados al viento. Aparta de mí tus ojos, porque me dominan. Tu cabello cae en ondas, como un rebaño de cabras que serpentea por las laderas de Galaad. Tus dientes son blancos como ovejas recién bañadas. Tu sonrisa es perfecta; cada diente hace juego con su par. Tus mejillas son como granadas de color rosado detrás de tu velo. Aun entre sesenta reinas y ochenta concubinas e incontables doncellas, yo todavía elegiría a mi paloma, a mi mujer perfecta, la favorita de su madre, muy amada por quien la dio a luz. Las jóvenes la ven y la alaban; hasta las reinas y las concubinas del palacio le entonan alabanzas: «¿Quién es esa, que se levanta como la aurora, tan hermosa como la luna, tan resplandeciente como el sol, tan majestuosa como un ejército con sus estandartes desplegados al viento?». Bajé a la arboleda de nogales y salí al valle para ver los nuevos brotes primaverales, para ver si habían brotado las vides o si las granadas ya estaban florecidas. Antes de darme cuenta, mis fuertes deseos me habían llevado a la carroza de un hombre noble. Vuelve, vuelve a nosotras, oh doncella de Sulam. Regresa, regresa, para que te veamos otra vez.