Una garantía maravillosaMuestra

Somos herederos de Dios

Pablo enseñó que si somos hijos, somos herederos del Padre y coherederos junto con el Primogénito. La herencia que tenemos es la que el Padre nos da. La Palabra declara que el Espíritu nos fue dado como las arras de nuestra herencia.

Las arras son una garantía de cumplimiento de una promesa. En la antigüedad, las arras eran unas monedas de oro, y cada una tenía un costo bastante elevado, se les veía tan solo «como un anticipo», trata de imaginar el valor de doce centenarios de oro, cada uno en la actualidad podría costar unos dos mil dólares; ese «adelanto», llegaba a unos $24.000 dólares y eran tan solo una garantía de la provisión que el novio iba a dar a su novia mientras sea su esposa. 

El Espíritu Santo, como las arras; es la garantía de que Dios va a cumplir cabalmente todo lo que ha dicho sobre nosotros. ¿Qué es lo que da más valor a una garantía ofrecida por un hombre?, algunos dirían que su firma, otros podrían pensar que su palabra, otra cosa podría ser una fianza, pues no, muchas veces se anulan contratos, hay bancarrotas y lo peor, existen muchas personas que no cumplen lo que prometen. 

Dios nos dio algo para garantizar nuestra comunión con Él y lo que nos dio fue su Espíritu, en otras palabras dijo, lo que yo soy lo pongo en ustedes, porque Dios es espíritu; para que sepan que yo garantizo lo que estoy diciendo conmigo mismo; por lo tanto, hay excelentes noticias, jamás te puedes perder, porque si te pierdes, Dios se pierde, y eso no puede ser. Él ha garantizado con su Espíritu que está dentro de ti, que no te vas a perder, que tienes vida eterna, que eres hijo de Dios, y que eres su heredero. Su garantía te habita. 

No importa lo que te digan, que vas a perder la salvación, que vas a terminar quien sabe en donde, recuerda que tienes la garantía más grande. Si te pierdes, Él se pierde. Con respecto a la herencia, también se nos ha dado la vida eterna, vida para siempre. Eternidad es algo que nunca termina, cuando recibiste la vida de Cristo, recibiste la garantía de una vida para siempre; tal vez cambiamos el cascarón, dejamos este cuerpo que se va envejeciendo, pero tenemos vida para siempre.