Reflexiones ¡de Película!Muestra

FORREST GUMP

“Tienes que aprovechar muy bien lo que Dios te ha dado”, le dijo su mamá a Forrest Gump. Así se convirtió en el protagonista de la maravillosa historia de un joven que prosperó en todo lo que hizo porque Dios estaba con él. 

Una vez un grupo de chicos comenzó a tirarle piedras y a correr tras Forrest burlándose de su leve retraso mental y aparatos que tenía en las piernas. Como su amiga Jenny le había aconsejado que frente al peligro él corriera, así lo hizo. Gracias a ese hecho los aparatos se desprendieron de sus piernas y ¡ya nunca más los usó! 

De hecho, adquirió tanta velocidad al correr, que al verlo el capitán de un equipo de football americano, lo llamó para que se sumara al plantel de jugadores ¡pues no había quien lo alcanzara al correr! Gracias al football, obtuvo un certificado académico; luego se sumó al ejército y fue a Vietnam. Su participación fue muy exitosa rescatando a cuatro soldados heridos en combate, entre ellos su amigo Buba y al teniente Dan Taylor. Esto le mereció más tarde la medalla de Honor del Congreso. 

En el tiempo libre que disponía en Vietnam aprendió a jugar al ping pong, y para sorpresa de todos, fue tan bueno su desempeño, que lo designaron para viajar por todo el país animando a los ex combatientes de guerra a encontrar en ese deporte una alternativa de distracción y superación. 

Años después, decidieron unirlo a la selección norteamericana de ping pong,  quienes posteriormente fueron los primeros embajadores de la paz en pisar suelo chino después de miles de años. Forrest y Dan habían acordado tener un barco de pesca cuando terminara la guerra, y como no podía ser de otra manera el joven prodigio cumplió con su palabra. Pero al comprobar que no pescaban nada, decidió ir todos los domingos a la iglesia hasta ver que Dios hiciera un milagro, el cual ocurrió. Pues una noche un embravecido huracán destruyó todas las fl otas pesqueras de la zona, menos la de ellos. Así ya no hubo competencia, y toda la pesca quedó en sus manos. 

¡El negocio creció tanto que compraron 12 navíos más y su marca de pescados enlatados se hizo muy famosa! Al dinero excedente decidieron invertirlo en una compañía de computadoras, y así este muchacho se convirtió en millonario. Como de allí en adelante ya no debía preocuparse por el dinero, dedicó el resto de sus días a cortar césped en forma gratuita. 

La vida de Forrest es un fiel reflejo de los que esperan en Dios, como ocurría con José en Egipto. 

 “Porque el Señor estaba con él, y todo lo que él emprendía,el Señor lo hacía prosperar". Génesis 39:23.