Cómo vivir como hijos del reyMuestra

Seguros en Cristo

Cuando critican lo que hacemos o la manera en que hacemos las cosas, necesitamos estar seguros en Cristo. Puedes oír lo que dicen todos o elegir oír lo que dice Dios. Cuando sabemos lo que somos en Cristo, conocemos cuál es nuestro llamado, así como, cuál es el propósito de Dios en nuestra vida. Sabemos que estamos en el lugar donde Dios nos puso. Entonces no nos dejemos intimidar ni perdamos nuestra seguridad. 

Si hemos sido empoderados en el liderazgo, por el jefe, por Dios, en eso está nuestra seguridad. Cuando no tenemos seguridad, nos vamos al otro lado, somos orgullosos y presumidos. Entre más seguridad tengas, tendrás que incrementar tu humildad. Eso fue lo que hizo Jesús, sabía de dónde venía y a dónde iba, por eso tomó el balde y lavó los pies a los discípulos. El orgullo es una muestra de que no tienes clase y que eres inseguro.

Los hijos del rey saben hablar

Todos necesitamos dominar el arte de la comunicación, la Biblia dice que debemos hablar bien, nuestras palabras deben edificar y producir fruto. Una persona, en un lugar de liderazgo e influencia que no sabe hablar, no sirve. 

Entre todas las películas que he visto, una me encantó: «The King’s speech», (El discurso del rey). Es una película de la vida real. Trata sobre el príncipe Alberto, más o menos en los años 1920, quien era uno de los herederos al trono de Inglaterra. Él ocupaba el segundo lugar, después de su hermano mayor. Tenía un problema, tartamudeaba. La película comienza en el estadio Wembley, lo ponen ante multitudes y en la radio a dar un discurso, pero no pudo hacerlo. 

Hicieron de todo por ayudarlo, buscaron los mejores especialistas, terapias y no lograba superar su problema. Hasta que su esposa consiguió un terapeuta no convencional, que usaba métodos no convencionales, llamado Lionel Logue, quien venía de Australia. Lo puso a leer una porción de un libro de Shakespeare, pero el príncipe dijo: «No soy capaz»; el doctor respondió: «Sé que eres capaz». Luego puso la prueba más difícil, unos audífonos con música y dijo: «Va a hablar encima de la música». El príncipe dijo: «¡No puedo!». Con mal genio se quitó los audífonos. 

Pasaron varios meses y quiso oír lo que el terapeuta había grabado, cuando lo oyó, ¡sonó perfecto! Decidió seguir con las terapias, pero lo mejor de todo, es que el terapeuta ofreció su amistad al príncipe. Lo llevó a abrir su corazón. Pero gracias a esto encontró la raíz del problema al hablar, era la inseguridad. Había perdido la confianza en sí mismo.