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Construyendo Humildad

DÍA 3 DE 7

“La soberbia del hombre le abate (conduce al fracaso); pero al humilde de espíritu sustenta la honra” (Proverbios 29:23).

El orgullo conduce al fracaso

El orgullo (arrogancia, altivez, soberbia, envanecimiento) precede al fracaso y la ruina, según el rey Salomón. El orgullo surge de la testarudez y de la dureza de un corazón necio (demasiado centrado en sí). Esta actitud termina por acarrear el fracaso en la vida de la persona. “La soberbia del hombre le abate (conduce al fracaso); pero al humilde de espíritu sustenta la honra” (Proverbios 29:23). La altivez de corazón impide que la persona sea provista de sabiduría, pues el orgulloso tiene mucha dificultad para reconocer sus fallos, y en aceptar la opinión sincera de otros, por pensar que siempre tiene la razón. El orgullo impide aprender de los propios errores y de las opiniones de los demás.

La sobreestimación que produce el orgullo conlleva a decisiones erróneas. Al orgulloso le cuesta recibir consejo y ayuda – participar del trabajo colaborativo - por su tendencia a la autosuficiencia, por lo que corre un alto riesgo de equivocarse en la toma de decisiones. La mayoría de las veces se encuentra tomando las decisiones en solitario. Así el orgulloso se priva del trabajo en equipo, de la generación de sinergia en los procesos productivos en los que participa, y del aprendizaje que posibilita la autorreflexión sincera y realista de su propio desempeño. 

La persona orgullosa cree que siempre tiene la razón, y los demás están equivocados, por lo que generan mucho rechazo y resistencia, además de un ambiente difícil para el trabajo en equipo. Por otra parte, al orgulloso le cuesta admitir sus errores y equivocaciones, y por eso su capacidad de rectificación es muy baja, pues a sus ojos, él (ella) no se equivoca, de allí su dificultad para aprender de sus errores. Por eso la sabiduría huye del orgulloso. 



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Acerca de este Plan

Construyendo Humildad

La humildad es una virtud esencial en la vida. La humildad: reconocer lo que somos, sin exagerar ni minimizar. La persona humilde tiene conciencia de sus habilidades y capacidades propias, y como no tiene nada que demostrar, está más abierta a aprender y a reconocer sus errores, así como a apreciar el valor de las otras personas.

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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por brindar este plan. Para mayor información por favor visite: https://vidaefectiva.com/