¿Cómo utilizar correctamente tus talentos?

A simple vista pareciera que los únicos acreditados para edificar la obra del Señor fueran los mencionados en Efesios 4:11; sin embargo, en el Reino no todos pueden ser apóstoles, profetas, evangelistas, pastores o maestros.

Muchas veces confundimos servicio con llamado y, en ocasiones, hemos condicionado el Reino de Dios y su justicia por estar buscando la añadidura. Hemos querido manipular a Dios diciéndole: “si me bendijeras, si me prosperaras, si me escucharas, si me ensancharas” y ponemos nuestras prioridades por encima de las suyas, como si tuviéramos la autoridad superior de decidir quiénes somos o para dónde vamos.

Si fuiste llamado a ser alguno de los que habla el pasaje, pon al servicio del Reino tus dones y talentos; pero si no estás en esa lista, entonces convierte tus actitudes y habilidades en el motor que te mueva a desarrollar la pasión suficiente para inspirar a la gente a seguirte, pese a todo pronóstico. Conviértete en el motivo de esperanza de aquellos que están esperando que hagas lo que Dios te ordenó a hacer para que ellos sean bendecidos. Sé de los que dicen: “voy a obedecer hasta que lo consiga”; conviértete en el abanderado de los que por muchos años han estado esperando que alguien con atributos suficientes y una fe descomunal salga del anonimato y se convierta en el hombre o la mujer que deje un legado generacional. Trabaja para que, aun cuando tú no estés en la tierra, la gente recuerde tu nombre como el que escribió el primer capítulo de la historia que ellos están viviendo.

¡Atrévete a ir por más!

Haz lo que Dios te ordenó hacer y pon tus dones a su servicio. Porque para todo aquel que está dedicado al servicio de Dios, su verdadero llamado y del cual no puede escapar, es alcanzar la visión que le fue revelada para liderar desde ahí y dar a conocer a Jesús.