Expande el fuego

Es en la transición entre la promesa y su cumplimiento donde vas a atravesar una de las pruebas más determinantes de tu vida: la prueba de la fidelidad. Deseo dejar grabada esta verdad en lo profundo de tu alma. Este mundo aplaude el carisma, pero el cielo aplaude la fidelidad.

De la historia de David, aprendemos que, muchas veces, Dios te mantiene por largo tiempo oculto. En la sombra. Te esconde durante años de la mirada de los hombres para que aprendas a vivir solo para la mirada de Dios. De hecho, David era rechazado prácticamen­te por todo su entorno, por lo que tuvo que aprender a vivir para la aprobación de uno solo: su Dios. Allí, en las montañas, donde nadie estaba mirando, fue donde David fue visto por el Eterno. Parecía que nadie miraba a David, excepto Dios, quien no podía dejar de mirarle. David era invisible para su padre, sus hermanos y sus vecinos; sin embargo, su corazón era tan visible para Dios como una antorcha en medio de la oscuridad. ¿Por qué? Porque el corazón de David poseía la virtud que es tremendamente atractiva para Dios, que nunca pasa desapercibida delante de él: la fidelidad.

Dios no te llama a tener éxito. Dios te llama a ser fiel. No te obsesio­nes por ser famoso o influyente o poderoso. Procura vivir apasiona­damente la etapa que te toca vivir, porque esa será tu promoción. De hecho, esa es mi definición de «fidelidad»: mantener tu corazón conec­tado y apasionado a algo o a alguien, a pesar de las circunstancias. Una persona fiel se entrega al máximo. Siempre.

Recuerda que lo que parece pequeño no siempre es pequeño. Pien­sa en esto: ¿no se abre una gran puerta con una pequeña llave? Quien posee la llave domina la puerta.Muchas veces, son las cosas pequeñas las que tienen poder sobre las cosas grandes. Las tareas aparentemente insignificantes pueden ser tu llave de acceso a las grandes oportunida­des. Y no solo eso, lo pequeño siempre es tu entrenamiento para la gran­deza, porque en el Reino de Dios, los reyes deben tener corazón de siervo.

«Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud. David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente».