Estoy aquí, SeñorMuestra

Con los desastres que he hecho

Una conciencia culpable no siempre es algo bueno. La culpa puede paralizarte. Puede hacer que quieras evitar y evadir a Dios, posponer la oración y encontrar otras cosas que hacer el domingo por la mañana.

A veces, sin embargo, simplemente te cansas de poner excusas, culpar a alguien más o minimizar el mal que has hecho. A veces simplemente no puedes soportar llevar esa carga por más tiempo y quieres deshacerte de ella. Es hora de volver a casa con tu Padre celestial y ser honesto acerca de los desastres que has hecho: "Olvida los pecados y transgresiones que cometí en mi juventud. Acuérdate de mí según tu gran amor, porque tú, Señor, eres bueno" (Salmo 25:7).

Nota la actitud de la persona que ora: 1)Tono humilde; 2) Confesión de responsabilidad personal; 3) Apela no a la propia dignidad, sino al amor del Señor; 4) Confía en que la bondad y misericordia de Dios tendrán la última palabra sobre tu ira y juicio. Estos son los grandes dones de Cristo nuestro Salvador, y se dan gratuitamente. El perdón de Dios tiene doble poder. Primero, alivia la presión y el temor. Segundo, fortalece tu espíritu con el Espíritu. Tienes un nuevo incentivo para limpiar algunos de tus desastres y reparar los daños. Te gusta estar cerca de Dios otra vez, y como siempre, cuando eres tocado por Su Palabra, tu vida mejora.

No lo pospongas. Ven a casa.