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A menudo escuchamos que el amor de Dios es incondicional, pero ¿qué significa eso realmente?

Nuestra capacidad de amar tiene límites: si un amigo te traiciona, probablemente ya no querrás ser amigo de esa persona. Si una relación romántica fracasa, tu corazón se siente roto y no estás seguro de poder querer o amar a alguien de nuevo.

Pero el amor de Dios es diferente: lo traicionamos; lo rechazamos; mentimos y le rompemos el corazón con nuestras elecciones. Y a pesar de todo esto todavía nos ama.

El amor de Dios no tiene límites. Es puro y santo. Es más grande y mejor de lo que jamás podamos imaginar. ¡Su amor es tan inmenso, que no tiene sentido! Nuestras mentes no pueden comprender un amor como el suyo, pero nuestros corazones llegan a experimentarlo.

Y es Su amor hacia nosotros el fundamento de Su deseo de una relación con nosotros.

Reflexiona:

¿De qué manera ves que Dios te ama y te ha elegido como suyo?

Ora:

Padre, te doy gracias porque ya soy amado y elegido. Gracias porque soy tu hijo por medio del sacrificio de tu Hijo, Jesús. Ayúdame a caminar con confianza sabiendo que soy valorado, querido y profundamente amado. En tu nombre, oro. Amén.