La Trampa de la EnvidiaMuestra

A través de este plan, te animo a que comprendamos el daño que causa la envidia en nuestras vidas y en la de los demás. Dios quiere que conozcamos estas razones para que ese veneno sea erradicado de nuestro corazón. La envidia es un pecado que puede destruir relaciones, comunidades y vidas.

La Biblia muestra ejemplos que nos sirven de advertencia, en los cuales se revela cómo nace la envidia y envenena a quienes se dejan dominar por ella.

Caín, el primer hijo de Adán y Eva, se enfureció porque Dios rechazó su sacrificio, pero aceptó el de Abel. Y aunque estaba en sus manos remediar la situación, se dejó cegar por la envidia y asesinó a su hermano.

Los diez hermanos de José lo envidiaron por la relación tan especial que lo unía a su padre. Y más lo odiaron cuando les contó sus sueños proféticos. Quisieron matarlo y terminaron vendiéndolo como esclavo. Después mintieron al decirle a su padre que su hijo había muerto.

El rey Salomón comprobó que la envidia no conoce límites. Una mujer cuyo recién nacido había muerto intentó que otra madre creyera que el bebé fallecido era el suyo. Se celebró un juicio, y la malvada mujer llegó al extremo de aceptar la idea de asesinar al bebé vivo.

La envidia conduce al desastre, al odio, a la injusticia e incluso al asesinato. Ted Bundy (asesino en serie) confesó que sentía envidia de los hombres exitosos y que quería "ser como ellos"; familias cometen crímenes contra su propia sangre por dinero, terrenos y propiedades; compañeros de trabajo se hacen la vida imposible unos a otros a causa del favoritismo; amigos se distancian por este sentir.

Oremos:
Padre Celestial, gracias porque Tú eres bueno, fiel y misericordioso. Señor, ayúdame a encontrar la paz y el contentamiento en ti. Enséñame a no dejarme llenar de envidia amarga, que mi corazón permanezca tranquilo. Dame la gracia de enfocarme en mi propio camino y no envidiar el éxito de los demás. Enséñame a ser generoso y amable con todos, pero también conmigo mismo. En el nombre de Jesús, amén.