Orando La Sabiduria De Dios en tu VidaMuestra

Perdón que Libera

Lectura: Salmo 103:8-14

EOAO: Salmo 103:12

Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.

DEVOCIONAL

Hay días en que necesito este recordatorio: que Dios me ha perdonado y ha quitado mis pecados tan lejos como el este está del oeste. Para mí, el perdón es una de las imágenes más hermosas del corazón de Dios; sin embargo, también es una de las cosas más difíciles que Él me pide que haga. Me encanta saber que Él me perdona por completo, pero ¿me pide que perdone a los que me han hecho daño? Eso es un poco más difícil de vivir.

Algunas heridas son más profundas de lo que alcanzan las palabras. Algunas heridas están todavía frescas, mientras que otras han permanecido silenciosamente en los rincones de nuestros corazones durante años, sintiéndose como en casa. Y mientras el mundo puede decirnos que nos aferremos -para protegernos, para esperar hasta que la otra persona "merezca" el perdón-, Dios nos invita a algo mucho más grande.

Nos invita a la verdadera libertad.

El Salmo 103 revela la impresionante misericordia de nuestro Dios. Él ve cada fracaso, cada debilidad, cada pecado, y aun así avanza hacia nosotras con compasión. No nos paga como merecen nuestros pecados. En cambio, Él perdona y elimina nuestras transgresiones por completo. No parcialmente. No condicionalmente. Completamente.

Y esa misma gracia que Él nos da, nos llama a extenderla a los demás.

Perdonar no significa olvidar o pretender que el dolor nunca sucedió. Significa poner la ofensa en las manos de Dios y decir: «Confío en que Tú manejarás esto». Es elegir decir: «Dios, Tú importas más: Tu sanidad, Tu justicia, Tu redención». Es soltar nuestro control sobre la ofensa y ponerla en Sus manos capaces y amorosas.

Necesitamos Su sabiduría para saber cómo avanzar, para establecer límites sanos y proteger la paz sin construir muros alrededor de nuestros corazones. Pero nuestro punto de partida es siempre el mismo: la cruz, el lugar al que volvemos para recordar cuán profundamente hemos sido perdonados.

Amiga, ¿hay algún peso que hayas estado cargando? ¿Un recuerdo que todavía te escuece? Tal vez sea el momento de pedir a Dios sabiduría y fuerza para perdonar, no porque la persona lo merezca, sino porque nunca debiste vivir atada por la amargura.