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Dalintis

A esto Jesús respondió: —Yo soy el que da la vida y el que hace que los muertos resuciten. Quien pone su confianza en mí, aunque haya muerto, vivirá. Todo el que vive creyendo en mí, no morirá para siempre. ¿Puedes creer esto?

Jesús le contestó: —¿No te dije que si crees en mí verás el poder de Dios?

Jesús se puso a llorar

Cuando Jesús recibió el mensaje, dijo: —Esta enfermedad no terminará en muerte. Servirá para mostrar el poder de Dios y el poder que tengo yo, el Hijo de Dios.

Después de decir esto, Jesús gritó: —¡Lázaro, sal de ahí! Lázaro salió del sepulcro envuelto totalmente en las vendas de lino con que lo habían sepultado. Su cara estaba envuelta con una tela. Por eso Jesús dijo a los que estaban allí: —Quitadle todas las vendas y dejad que camine.

Todavía con lágrimas en los ojos, Jesús se acercó a la cueva donde habían puesto el cuerpo de Lázaro, y ordenó que quitaran la piedra que tapaba la entrada. Pero Marta le dijo: —Señor, ya hace cuatro días que Lázaro ha muerto. Seguramente ya huele mal.

Pero si camina de noche tropieza, porque le hace falta la luz. Nuestro amigo Lázaro está dormido, y yo voy a despertarlo.