Completed in 1986 by a team of Latin American evangelical Bible scholars, La Biblia de las Américas (LBLA) is an original work translated from the Hebrew-Aramaic and Greek directly into modern Spanish. The LBLA presents the Word of God in a clear and flowing style while maintaining accuracy. Following the same principles of translation set for the NASB, the LBLA is understandable to the general public and also suitable for serious study.

LBLA Audio NT

<div class="version vid89 iso6393spa" data-vid="89" data-iso6393="spa">
 <div class="book bkJHN">
 <div class="chapter ch4" data-usfm="JHN.4">
 <div class="label">4</div><div class="s"> La mujer samaritana</div><div class="p"> 1Por tanto, cuando el Se&#241;or supo que los fariseos hab&#237;an o&#237;do que &#201;l#4:1 Lit., Jes&#250;s hac&#237;a y bautizaba m&#225;s disc&#237;pulos que Juan 2(aunque Jes&#250;s mismo no bautizaba, sino sus disc&#237;pulos), 3sali&#243; de Judea y parti&#243; otra vez para Galilea. 4Y ten&#237;a que pasar por Samaria. 5Lleg&#243;*, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la parcela de tierra que Jacob dio a su hijo Jos&#233;; 6y all&#237; estaba el pozo de Jacob. Entonces Jes&#250;s, cansado del camino, se sent&#243;#4:6 Lit., se sent&#243; as&#237; junto al pozo. Era como la hora sexta#4:6 I.e., las doce del d&#237;a. 7Una mujer de Samaria vino* a sacar agua, y Jes&#250;s le dijo*: Dame de beber. 8Pues sus disc&#237;pulos hab&#237;an ido a la ciudad a comprar alimentos. 9Entonces la mujer samaritana le dijo*: &#191;C&#243;mo es que t&#250;, siendo jud&#237;o, me pides de beber a m&#237;, que soy samaritana? (Porque los jud&#237;os no tienen tratos con los samaritanos.) 10Respondi&#243; Jes&#250;s y le dijo: Si t&#250; conocieras el don de Dios, y qui&#233;n es el que te dice: &#171;Dame de beber&#187;, t&#250; le habr&#237;as pedido a &#201;l, y &#201;l te hubiera dado agua viva. 11Ella le dijo*: Se&#241;or, no tienes con qu&#233; sacarla, y el pozo es hondo; &#191;de d&#243;nde, pues, tienes esa agua viva? 12&#191;Acaso eres t&#250; mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo del cual bebi&#243; &#233;l mismo, y sus hijos, y sus ganados? 13Respondi&#243; Jes&#250;s y le dijo: Todo el que beba de esta agua volver&#225; a tener sed, 14pero el que beba del agua que yo le dar&#233;, no tendr&#225; sed jam&#225;s, sino que el agua que yo le dar&#233; se convertir&#225; en &#233;l en una fuente de agua que brota para vida eterna. 15La mujer le dijo*: Se&#241;or, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aqu&#237; a sacarla. 16&#201;l le dijo*: Ve, llama a tu marido y ven ac&#225;. 17Respondi&#243; la mujer y le dijo: No tengo marido. Jes&#250;s le dijo*: Bien has dicho: &#171;No tengo marido&#187;, 18porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad. 19La mujer le dijo*: Se&#241;or, me parece que t&#250; eres profeta. 20Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros dec&#237;s que en Jerusal&#233;n est&#225; el lugar donde se debe adorar. 21Jes&#250;s le dijo*: Mujer, cr&#233;eme; la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusal&#233;n adorar&#233;is al Padre. 22Vosotros ador&#225;is lo que no conoc&#233;is; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvaci&#243;n viene#4:22 Lit., es de los jud&#237;os. 23Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorar&#225;n al Padre en esp&#237;ritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. 24Dios es esp&#237;ritu#4:24 O, Dios es un Esp&#237;ritu, y los que le adoran deben adorarle en esp&#237;ritu y en verdad. 25La mujer le dijo*: S&#233; que el Mes&#237;as viene (el que es llamado Cristo); cuando &#201;l venga nos declarar&#225; todo. 26Jes&#250;s le dijo*: Yo soy, el que habla contigo.</div><div class="p"> 27En esto llegaron sus disc&#237;pulos y se admiraron de que hablara con una mujer, pero ninguno le pregunt&#243;: &#191;Qu&#233; tratas de averiguar? o: &#191;Por qu&#233; hablas con ella? 28Entonces la mujer dej&#243; su c&#225;ntaro, fue a la ciudad y dijo* a los hombres: 29Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho. &#191;No ser&#225; este el Cristo#4:29 I.e., el Mes&#237;as? 30Y salieron de la ciudad e iban a &#201;l. 31Mientras tanto, los disc&#237;pulos le rogaban, diciendo: Rab&#237;#4:31 O, Maestro, come. 32Pero &#201;l les dijo: Yo tengo para comer una comida que vosotros no sab&#233;is. 33Los disc&#237;pulos entonces se dec&#237;an entre s&#237;: &#191;Le habr&#225; tra&#237;do alguien de comer? 34Jes&#250;s les dijo*: Mi comida es hacer la voluntad del que me envi&#243; y llevar a cabo su obra. 35&#191;No dec&#237;s vosotros: &#171;Todav&#237;a faltan cuatro meses, y despu&#233;s viene la siega&#187;? He aqu&#237;, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos que ya est&#225;n blancos para la siega. 36Ya el segador recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra se regocije juntamente con el que siega. 37Porque en este caso el dicho es verdadero: &#171;Uno es el que siembra y otro el que siega&#187;. 38Yo os envi&#233; a segar lo que no hab&#233;is trabajado; otros han trabajado y vosotros hab&#233;is entrado en su labor.</div><div class="p"> 39Y de aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en &#201;l por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: &#201;l me dijo todo lo que yo he hecho. 40De modo que cuando los samaritanos vinieron a &#201;l, le rogaban que se quedara con ellos; y se qued&#243; all&#237; dos d&#237;as. 41Y muchos m&#225;s creyeron por su palabra, 42y dec&#237;an a la mujer: Ya no creemos por lo que t&#250; has dicho#4:42 O, por tus palabras, porque nosotros mismos le hemos o&#237;do, y sabemos que este es en verdad el Salvador del mundo.</div><div class="p"> 43Despu&#233;s de los dos d&#237;as, sali&#243; de all&#237; para Galilea. 44Porque Jes&#250;s mismo dio testimonio de que a un profeta no se le honra en su propia tierra. 45As&#237; que cuando lleg&#243; a Galilea, los galileos le recibieron, pues hab&#237;an visto todo lo que hizo en Jerusal&#233;n durante la fiesta; porque ellos tambi&#233;n hab&#237;an ido a la fiesta.</div><div class="s"> Curaci&#243;n del hijo de un oficial del rey</div><div class="p"> 46Entonces vino otra vez a Can&#225; de Galilea, donde hab&#237;a convertido el agua en vino. Y hab&#237;a all&#237; cierto oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo en Caperna&#250;m. 47Cuando &#233;l oy&#243; que Jes&#250;s hab&#237;a venido de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicaba que bajara y sanara a su hijo, porque estaba al borde de la muerte. 48Jes&#250;s entonces le dijo: Si no veis se&#241;ales#4:48 O, milagros y prodigios, no creer&#233;is. 49El oficial del rey le dijo*: Se&#241;or, baja antes de que mi hijo muera. 50Jes&#250;s le dijo*: Vete, tu hijo vive. Y el hombre crey&#243; la palabra que Jes&#250;s le dijo y se fue. 51Y mientras bajaba, sus siervos le salieron al encuentro y le dijeron que su hijo#4:51 O, muchacho viv&#237;a. 52Entonces les pregunt&#243; a qu&#233; hora hab&#237;a empezado a mejorar. Y le respondieron: Ayer a la hora s&#233;ptima#4:52 I.e., la una de la tarde se le quit&#243;#4:52 Lit., le dej&#243; la fiebre. 53El padre entonces se dio cuenta que fue a la hora en que Jes&#250;s le dijo: Tu hijo vive. Y crey&#243; &#233;l y toda su casa. 54Esta#4:54 Lit., Y esta de nuevo fue la segunda se&#241;al#4:54 O, un segundo milagro que Jes&#250;s hizo cuando fue de Judea a Galilea.</div>
 </div>
 </div>
</div>

1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation

Por tanto, cuando el Señor supo que los fariseos habían oído que Él hacía y bautizaba más discípulos que Juan (aunque Jesús mismo no bautizaba, sino sus discípulos), salió de Judea y partió otra vez para Galilea. Y tenía que pasar por Samaria. Llegó*, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la parcela de tierra que Jacob dio a su hijo José; y allí estaba el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta. Una mujer de Samaria vino* a sacar agua, y Jesús le dijo*: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. Entonces la mujer samaritana le dijo*: ¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos.) Respondió Jesús y le dijo: Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva. Ella le dijo*: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo del cual bebió él mismo, y sus hijos, y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna. La mujer le dijo*: Señor, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla. Él le dijo*: Ve, llama a tu marido y ven acá. Respondió la mujer y le dijo: No tengo marido. Jesús le dijo*: Bien has dicho: «No tengo marido», porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad. La mujer le dijo*: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo*: Mujer, créeme; la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad. La mujer le dijo*: Sé que el Mesías viene (el que es llamado Cristo); cuando Él venga nos declarará todo. Jesús le dijo*: Yo soy, el que habla contigo.
En esto llegaron sus discípulos y se admiraron de que hablara con una mujer, pero ninguno le preguntó: ¿Qué tratas de averiguar? o: ¿Por qué hablas con ella? Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo* a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho. ¿No será este el Cristo? Y salieron de la ciudad e iban a Él. Mientras tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. Pero Él les dijo: Yo tengo para comer una comida que vosotros no sabéis. Los discípulos entonces se decían entre sí: ¿Le habrá traído alguien de comer? Jesús les dijo*: Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra. ¿No decís vosotros: «Todavía faltan cuatro meses, y después viene la siega»? He aquí, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos que ya están blancos para la siega. Ya el segador recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra se regocije juntamente con el que siega. Porque en este caso el dicho es verdadero: «Uno es el que siembra y otro el que siega». Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado; otros han trabajado y vosotros habéis entrado en su labor.
Y de aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en Él por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: Él me dijo todo lo que yo he hecho. De modo que cuando los samaritanos vinieron a Él, le rogaban que se quedara con ellos; y se quedó allí dos días. Y muchos más creyeron por su palabra, y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú has dicho, porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que este es en verdad el Salvador del mundo.
Después de los dos días, salió de allí para Galilea. Porque Jesús mismo dio testimonio de que a un profeta no se le honra en su propia tierra. Así que cuando llegó a Galilea, los galileos le recibieron, pues habían visto todo lo que hizo en Jerusalén durante la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta.

Entonces vino otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había allí cierto oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm. Cuando él oyó que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicaba que bajara y sanara a su hijo, porque estaba al borde de la muerte. Jesús entonces le dijo: Si no veis señales y prodigios, no creeréis. El oficial del rey le dijo*: Señor, baja antes de que mi hijo muera. Jesús le dijo*: Vete, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo y se fue. Y mientras bajaba, sus siervos le salieron al encuentro y le dijeron que su hijo vivía. Entonces les preguntó a qué hora había empezado a mejorar. Y le respondieron: Ayer a la hora séptima se le quitó la fiebre. El padre entonces se dio cuenta que fue a la hora en que Jesús le dijo: Tu hijo vive. Y creyó él y toda su casa. Esta fue la segunda señal que Jesús hizo cuando fue de Judea a Galilea.

Nghe Juan 4