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Marcos 10

10
El divorcio
10:1-12Mt 19:1-9
1Jesús partió de aquel lugar y se fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Otra vez se reunieron las multitudes y, como era su costumbre, les enseñaba.
2Algunos fariseos se acercaron y, para ponerlo a prueba, le preguntaron:
—¿Está permitido que un hombre se divorcie de su esposa?
3 —¿Qué les mandó Moisés? —respondió Jesús.
4—Moisés permitió que un hombre le escribiera un certificado de divorcio y la despidiera —contestaron ellos.
5 —Ese mandamiento lo escribió Moisés para ustedes por lo obstinados que son # 10:5 por lo obstinados que son . Lit. por su dureza de corazón. —respondió Jesús—. 6Pero al principio de la creación Dios “los creó hombre y mujer”.#10:6 Gn 1:27. 7“Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer#10:7 Var. no incluye: se unirá a su mujer. 8y los dos llegarán a ser uno solo”.#10:8 Gn 2:24. Así que ya no son dos, sino uno solo. 9Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
10Vueltos a casa, los discípulos preguntaron a Jesús sobre este asunto.
11 —El que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio contra la primera —respondió—. 12Y, si la mujer se divorcia de su esposo y se casa con otro, comete adulterio.
Jesús y los niños
10:13-16Mt 19:13-15; Lc 18:15-17
13Empezaron a llevarle niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban. 14Cuando Jesús se dio cuenta, se indignó y dijo: «Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. 15Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él». 16Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos.
El joven rico
10:17-31Mt 19:16-30; Lc 18:18-30
17Cuando Jesús estaba ya para irse, un hombre llegó corriendo y se arrodilló delante de él.
—Maestro bueno —le preguntó—, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
18 —¿Por qué me llamas bueno? —respondió Jesús—. Nadie es bueno sino solo Dios. 19Ya sabes los mandamientos: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no presentes falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre”.#10:19 Éx 20:12-16; Dt 5:16-20.
20—Maestro —dijo el hombre—, todo eso lo he cumplido desde que era joven.
21Jesús lo miró con amor y añadió:
—Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.
22Al oír esto, el hombre se desanimó y se fue triste porque tenía muchas riquezas.
23Jesús miró alrededor y comentó a sus discípulos:
—¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!
24Los discípulos se asombraron de sus palabras.
—Hijos, ¡qué difícil es entrar # 10:24 es entrar . Var. es para los que confían en las riquezas entrar. en el reino de Dios! —repitió Jesús—. 25Le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.
26Los discípulos se asombraron aún más y decían entre sí: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?».
27 —Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, pero no para Dios; de hecho, para Dios todo es posible.
28—¿Qué de nosotros, que lo hemos dejado todo y te hemos seguido? —comenzó a decirle Pedro.
29 —Les aseguro —respondió Jesús— que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos 30recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna. 31Pero muchos de los primeros serán últimos y los últimos serán primeros.
Jesús predice de nuevo su muerte
10:32-34Mt 20:17-19; Lc 18:31-33
32Iban de camino subiendo a Jerusalén y Jesús se les adelantó. Los discípulos estaban asombrados y los otros que venían detrás tenían miedo. De nuevo tomó aparte a los doce y comenzó a decirles lo que sucedería. 33«Ahora vamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles. 34Se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán. Pero al tercer día resucitará».
La petición de Santiago y Juan
10:35-45Mt 20:20-28
35Se acercaron Santiago y Juan, hijos de Zebedeo.
—Maestro —dijeron—, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.
36 —¿Qué quieren que haga por ustedes?
37—Concédenos que en tu glorioso reino uno de nosotros se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda.
38 —Ustedes no saben lo que están pidiendo —respondió Jesús—. ¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo bebo o pasar por la prueba del bautismo con el que voy a ser bautizado?
39Ellos dijeron:
—Sí, podemos.
—Ustedes beberán de la copa que yo bebo —respondió Jesús— y pasarán por la prueba del bautismo con el que voy a ser bautizado, 40pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde concederlo. Eso ya está decidido.#10:40 concederlo. … decidido. Lit. concederlo, sino para quienes está preparado.
41Cuando lo oyeron los otros diez, se indignaron con Santiago y Juan. 42Así que Jesús los llamó y dijo:
—Como ustedes saben, los que se consideran gobernantes de las naciones oprimen al pueblo y los altos oficiales abusan de su autoridad. 43Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, 44y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos. 45Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.
El ciego Bartimeo recibe la vista
10:46-52Mt 20:29-34; Lc 18:35-43
46Después llegaron a Jericó. Más tarde, salió Jesús de la ciudad acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Un mendigo ciego llamado Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado junto al camino. 47Al oír que el que venía era Jesús de Nazaret, se puso a gritar:
—¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
48Muchos lo reprendían para que se callara, pero él se puso a gritar aún más fuerte:
—¡Hijo de David, ten compasión de mí!
49Jesús se detuvo y dijo:
—Llámenlo.
Así que llamaron al ciego.
—¡Ánimo! —le dijeron—. ¡Levántate! Te llama.
50Él, arrojando la capa, dio un salto y se acercó a Jesús.
51 —¿Qué quieres que haga por ti? —le preguntó.
—Raboni, quiero ver —respondió el ciego.
52 —Puedes irte —dijo Jesús—, tu fe te ha sanado.
Al instante recobró la vista y comenzó a seguir a Jesús por el camino.

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Marcos 10: NVI

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