ECLESIASTÉS 2
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1También me dije a mí mismo: “Ahora voy a hacer la prueba de divertirme; me daré buena vida.”#2.1 “Ahora voy... buena vida.”: Nótese que el autor no se pregunta acerca de la bondad o maldad moral de los placeres, sino acerca de su capacidad o incapacidad para colmar las aspiraciones más profundas del corazón humano. Por supuesto, también aquí la conclusión es negativa: los grandes placeres resultan tanto más decepcionantes cuanto más se había esperado de ellos (cf. Ec 2.4-11). ¡Pero hasta eso resultó vana ilusión! 2Y concluí que la risa es locura y el placer de nada sirve.
3Con mi mente bajo el control de la sabiduría quise probar el estímulo del vino, y me di a él para saber si eso es lo que más le conviene al hombre#2.3 Lo que más le conviene al hombre: En esta expresión se resume el objeto de la “investigación” llevada a cabo por el Eclesiastés. Él tiene especial interés en saber qué es lo más conveniente (lit. dónde está lo bueno) para el ser humano, porque sin ese conocimiento es imposible ordenar adecuadamente la propia conducta. De sus numerosas observaciones y experiencias extrae la conclusión formulada en Ec 2.24; 3.12-13,22; 5.18; 8.15; 9.7-10. durante sus contados días en este mundo.#2.3 Sus contados días en este mundo: La brevedad de la vida es otro de los temas que atraviesa todo el libro. A pesar de los muchos sinsabores que se padecen en este mundo, es bueno ver el sol y disfrutar de la dulzura de la luz (Ec 11.7); pero los seres humanos son mortales, y cuando Dios les quita el aliento de vida, tanto el necio como el sabio vuelven al polvo del que habían sido sacados (Ec 2.15-16; 3.19-20; 9.5-6; 12.1-7).
4Realicé grandes obras, me construí palacios#2.4 1 R 7.1-12. y tuve mis propias viñas. 5Cultivé mis huertos y jardines, y planté toda suerte de árboles frutales. 6Construí albercas para el riego de los árboles plantados; 7compré esclavos y esclavas, y aun tuve criados nacidos en mi casa; también tuve más vacas y ovejas que cualquiera otro antes de mí en Jerusalén.#2.7 1 R 4.22-23. 8Junté montones de oro y plata, tesoros que antes fueron de otros reyes y de otras provincias.#2.8 1 R 9.28; 10.10-22. Tuve cantores y cantoras, placeres humanos y concubina#2.8 1 R 11.3. tras concubina.#2.4-8 1 R 10.23-27; 2 Cr 9.22-27.
9Fui un gran personaje,#2.9 1 Cr 29.25. y llegué a tener más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Además de eso, la sabiduría no me abandonaba. 10Nunca me negué ningún deseo; jamás me negué ninguna diversión. Gocé de corazón con todos mis trabajos, y ese gozo fue mi recompensa.
11Me puse luego a considerar mis propias obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y me di cuenta de que todo era vana ilusión, un querer atrapar el viento, y de que no hay nada de provecho en este mundo.
12Después me puse a reflexionar sobre la sabiduría, la estupidez y la necedad: ¿qué más podrá hacer el que reine después de mí, sino lo que ya antes ha sido hecho? 13Y encontré que es más provechosa la sabiduría que la necedad, como también es más provechosa la luz que la oscuridad.
14El sabio usa bien los ojos, pero el necio anda a oscuras.#2.14 Eclesiastés pone muy bien de relieve las limitaciones de la sabiduría humana (véase Ec 1.18 n., y cf. 8.16-17), pero no por eso la desprecia o la considera desprovista de valor. Al contrario, afirma que ella da al sabio una fuerza superior a las armas de guerra (9.18), hace que él tenga los ojos bien abiertos (2.14), da brillo a su rostro, suaviza la dureza de su semblante (8.1) y le atrae el aprecio de los demás (10.12). Pero también reconoce que el sabio, si es pobre, no suele ser escuchado (9.16), y recomienda buscar la sabiduría con la debida moderación (7.16; cf. 12.11-12). Sin embargo, me di cuenta de que a todos les espera lo mismo,#2.14 El hecho de que el sabio y el necio tengan un mismo fin se interpreta de manera distinta aquí y en Sal 49.10. Lo que para el salmista era motivo de consuelo resulta decepcionante para el Eclesiastés. Cf. Ec 9.10. 15y me dije: “Lo que le espera al necio también me espera a mí, así que de nada me sirve tanta sabiduría. ¡Hasta eso es vana ilusión! 16Porque nunca se acordará nadie del sabio ni del necio; con el correr del tiempo se olvida todo, y sabios y necios mueren por igual.”
17Llegué a odiar la vida, pues todo lo que se hace en este mundo resultaba en contra mía. Realmente, todo es vana ilusión, ¡es querer atrapar el viento! 18Llegué a odiar también todo el trabajo que había realizado en este mundo, pues todo ello tendría que dejárselo a mi sucesor. 19Y una cosa era segura: que él, ya fuera sabio o necio, se adueñaría de cuanto, con tanto trabajo y sabiduría, logré alcanzar en este mundo. ¡Y esto también es vana ilusión!
20Al ver lo que yo había hecho en este mundo, lamenté haber trabajado tanto, 21pues hay quien pone sabiduría, conocimientos y experiencia en su trabajo, tan sólo para dejárselo todo a quien no trabajó para obtenerlo. ¡Y también esto es vana ilusión y una gran injusticia!
22En fin, ¿qué saca el hombre de tanto trabajar y preocuparse en este mundo? 23Toda su vida es de sufrimientos,#2.23 Cf. Job 14.1. es una carga molesta; ni siquiera de noche descansa su mente. ¡Y esto también es vana ilusión!
24Lo mejor que puede hacer el hombre es comer, beber y disfrutar del fruto de su trabajo, pues he encontrado que también esto viene de parte de Dios.#2.24 Lo mejor que puede hacer el hombre...: El autor se había preguntado qué es lo más conveniente para el hombre (véase Ec 2.3 nota b) y ahora da su respuesta. A pesar de la necedad, la injusticia y la miseria que reinan en este mundo (cf. Ec 3.16; 4.1), hay una porción de auténtica felicidad que Dios tiene reservada a los hombres: son las pequeñas alegrías de la vida cotidiana, como el comer, el beber y la satisfacción por el trabajo bien cumplido. Las referencias al goce moderado de los bienes de este mundo se repiten como un estribillo, estableciendo una cierta correspondencia con las reiteradas alusiones a la “vanidad” de la vida. Cf. Ec 3.12-13,22; 5.18; 8.15; 9.7-10. 25Porque, ¿quién puede comer o gozar, si no es por él?#2.25 Si no es por él?: según la versión griega (LXX). Heb. si no es por mí? 26De hecho, Dios da sabiduría, conocimiento#2.26 Job 32.8; Pr 2.6. y alegría a quien él mira con buenos ojos; pero al que peca, le deja la carga de prosperar y amontonar tesoros para luego dárselos a quien él mira con buenos ojos.#2.26 Job 27.16-17; Pr 13.22; Eclo 2.26. ¡También esto es vana ilusión y querer atrapar el viento!
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