ROMANOS 8
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9. El Espíritu nos da vida (8)#8.1-17 El tema de la vida conforme al Espíritu (v. 9), planteado ya en Ro 7.6, se desarrolla en el cap. 8; es el punto culminante hacia el cual se dirigen los caps. anteriores y, a la vez, es la base para la conducta a que exhortan los caps. 12–15.
1Así pues, ahora no hay ya ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús,#8.1 Unidos a Cristo Jesús: lit. en Cristo Jesús. Véase 6.11 nota m. 2porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús te ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.#8.2 La ley del Espíritu que da vida se contrapone a la ley del pecado y de la muerte, que puede referirse tanto al principio del mal (Ro 7.21,23), como a la ley de Moisés. 3Porque Dios ha hecho lo que no pudo hacer la ley de Moisés, que era incapaz de hacerlo a causa de la debilidad humana:#8.3 Cf. Hch 13.38-39. Debilidad humana: Véase Ro 7.14 n. Dios envió a su Hijo en la misma débil condición del hombre pecador#8.3 Jesucristo, como hombre, participó de la debilidad física propia de todo ser humano y estuvo sometido a la muerte. Véase Ro 7.14 n. Cf. Jn 1.14; Heb 2.17-18; 4.15. y como sacrificio por el pecado,#8.3 Como sacrificio por el pecado: traducción de una frase que en la versión griega (LXX) del AT se usa para referirse a las ofrendas por el pecado (Lv 4). También puede traducirse por causa del pecado, o para poner fin al pecado. para de este modo condenar al pecado en la propia debilidad de nuestra condición. 4Y lo hizo para que podamos cumplir lo que la ley exige, pues ya no vivimos conforme a la naturaleza del hombre pecador sino conforme al Espíritu.
5Los que viven conforme a lo débil de la condición humana se preocupan solo de las cosas humanas;#8.5 Ro 7.14-25. pero los que viven conforme al Espíritu se preocupan de las cosas del Espíritu. 6Ahora bien, preocuparse solo de lo que es humano lleva a la muerte; en cambio, preocuparse de las cosas del Espíritu lleva a la vida y la paz.#8.6 Gl 5.16-25; 6.8. 7Los que se preocupan solo de las cosas humanas son enemigos de Dios, porque ni quieren ni pueden someterse a su ley. 8Por eso, los que viven sometidos a los deseos de la débil condición humana no pueden agradar a Dios.
9Pero vosotros ya no vivís conforme a tales deseos, sino conforme al Espíritu, si es que realmente el Espíritu de Dios vive en vosotros.#8.9 1 Co 3.16; 6.19. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. 10Pero si Cristo vive en vosotros,#8.10 Gl 2.19-20; Ef 3.17. Nótese el uso equivalente, en 8.9-10, de Espíritu de Dios, Espíritu de Cristo y Cristo. el espíritu vive#8.10 El espíritu vive: Otros traducen: el Espíritu (de Dios) es vida para vosotros. porque Dios os ha hecho justos, aun cuando el cuerpo esté destinado a la muerte por causa del pecado.#8.10 Cuerpo y espíritu designan aquí, probablemente, al hombre desde dos puntos de vista: como ser débil, está sometido a la muerte; pero como ser renovado por el Espíritu de Dios, es heredero de la vida eterna. Véase Ro 7.14 n. 11Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús vive en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a vuestros cuerpos mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en vosotros.
12Así pues, hermanos, tenemos un deber, que no es el de vivir conforme a los deseos de la débil condición humana. 13Porque si vivís conforme a esos deseos, moriréis; pero si los hacéis morir por medio del Espíritu, viviréis.#8.13 Gl 5.16,24.
14Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.#8.14 Cf. Gl 5.18. 15Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud que os lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que os hace hijos de Dios.#8.15 El Espíritu que os hace hijos de Dios: Mediante el Espíritu Santo, Dios hace hijos suyos a los creyentes (cf. Gl 4.5; Ef 1.5). Si estuvieran dominados por un espíritu de esclavitud, no tendrían confianza para acercarse sin miedo a Dios como Padre. Cf. 2 Ti 1.7. Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: “¡Abbá!, ¡Padre!”#8.15 Gl 4.6. ¡Abbá!: El griego ha tomado del arameo esta palabra, que significa “padre”, y que caracterizaba la manera tan personal en que Jesús se dirigía a Dios. Véase Mc 14.36 nota y; cf. Lc 11.2. 16Este Espíritu es el mismo que se une a nuestro espíritu para dar testimonio#8.16 Este Espíritu es el mismo... testimonio: otra posible traducción: Y este mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu. de que somos hijos de Dios. 17Y por ser sus hijos tendremos también parte en la herencia que Dios nos ha prometido,#8.15-17 Herencia: Véase Ef 1.11 n.; cf. Gl 3.29; 4.7; Ap 21.7. la cual compartiremos con Cristo, si en verdad sufrimos con él para después estar con él en su gloria.
La esperanza de la gloria
18Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después.#8.18 2 Co 4.17. 19La creación espera con gran impaciencia el momento en que se manifieste que somos hijos de Dios. 20Porque la creación perdió toda su razón de ser,#8.20 Perdió toda su razón de ser: o fue condenada al fracaso. Cf. Gn 3.17-19. no por propia voluntad, sino por aquel que así lo dispuso; pero le quedaba siempre la esperanza 21de ser liberada#8.21 Otra posible traducción, desde la última parte del v. 20: Dios así lo había dispuesto con la esperanza 21 de que fuera liberada. de la esclavitud y la destrucción, para alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. 22Sabemos que hasta ahora la creación se queja y sufre como una mujer con dolores de parto. 23Y no solo sufre la creación, sino también nosotros que ya tenemos el Espíritu como anticipo de lo que hemos de recibir.#8.23 Anticipo: lit. primicias, palabra que se refiere a los primeros frutos de la cosecha (Nm 15.18-20). Cf. 2 Co 1.22; Ef 1.14. Sufrimos intensamente esperando el momento en que Dios nos adopte como hijos, con lo cual serán liberados nuestros cuerpos.#8.23 2 Co 5.2-5; Flp 3.21. Liberados: Véase Ro 3.24 nota s. Liberados nuestros cuerpos: otra posible traducción: liberado todo nuestro ser. 24Y en esa esperanza hemos sido salvados. Ahora bien, si lo que se espera está ya a la vista, entonces no es esperanza, porque ¿a qué esperar lo que ya se está viendo? 25Pero si lo que esperamos es algo que aún no vemos, con constancia hemos de esperarlo.
26De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.#8.26 Cf. v. 15; Gl 4.6. Algunos ven aquí una alusión a la oración en lenguas (1 Co 14.14-19). 27Y Dios, que examina los corazones,#8.27 Cf. Sal 139.1-4. sabe qué quiere decir el Espíritu, porque el Espíritu ruega conforme a la voluntad de Dios por los del pueblo santo.
Más que vencedores
28Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman,#8.28 Dios... le aman: otra posible traducción: todas las cosas sirven para el bien de los que aman a Dios. de quienes él ha llamado de acuerdo con su propósito. 29A los que de antemano Dios había conocido,#8.29 Había conocido: es decir, había elegido (cf. Am 3.2). los destinó desde un principio#8.29-30 Destinó desde un principio: Ef 1.3-12. a ser como su Hijo,#8.29 Cf. Gl 4.19; Flp 3.10; 1 Jn 3.2. para que su Hijo fuera el mayor entre muchos hermanos.#8.29 Cf. Mt 12.50 y paralelos. 30Y a los que Dios destinó desde un principio, también los llamó; y a los que llamó los hizo justos; y a los que hizo justos les dio parte en su gloria.
31¿Qué más podríamos decir? ¡Si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros!#8.31 Sal 118.6. 32Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo,#8.32 No nos negó: En Gn 22.16 (gr.) se usa el mismo verbo; el autor parece referirse aquí al sacrificio de Isaac. sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas?#8.32 Ro 5.8-10. 33¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido?#8.33 Cf. Is 50.7-9. ¡Dios es quien los hace justos!#8.33 Dios es quien los hace justos: otra posible traducción: ¿Acaso Dios, el que los hace justos? En todo el contexto (vs. 31-35), Pablo va alternando afirmaciones y preguntas retóricas, es decir, preguntas que tienen respuestas obvias. 34¿Quién podrá condenarlos? Cristo Jesús es el que murió; más aún, el que resucitó, y además está a la derecha de Dios#8.34 A la derecha de Dios: Sal 110.1; Ef 1.20; véase Mt 22.44 n. rogando por nosotros.#8.34 Cristo Jesús... nosotros: También puede traducirse como pregunta retórica: ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió, que además resucitó y está a la derecha de Dios rogando por nosotros? 35¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la muerte violenta...?#8.35 Muerte violenta: lit. espada. 36Como dice la Escritura:
“Por causa tuya estamos siempre expuestos a la muerte;
nos tratan como a ovejas llevadas al matadero.”#8.36 Sal 44.22; cf. 2 Co 4.11.
37Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente ni lo futuro, 39ni lo alto ni lo profundo ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús, nuestro Señor!
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Sociedad Bíblica de España