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Job 2:3-9

Job 2:3-9 NVI

―¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? —volvió a preguntarle el SEÑOR—. No hay en la tierra nadie como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal. Y, aunque tú me incitaste contra él para arruinarlo sin motivo, ¡todavía mantiene firme su integridad! ―¡Una cosa por la otra! —replicó Satanás—. Con tal de salvar la vida, el hombre da todo lo que tiene. Pero extiende la mano y hiérelo, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara! ―Muy bien —dijo el SEÑOR a Satanás—, Job está en tus manos. Eso sí, respeta su vida. Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia del SEÑOR para afligir a Job con dolorosas llagas desde la planta del pie hasta la coronilla. Y Job, sentado en medio de las cenizas, tomó un pedazo de teja para rascarse constantemente. Su esposa le reprochó: ―¿Todavía mantienes firme tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!

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