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Salmo 73:1-17

Salmo 73:1-17 NVI

En verdad, ¡cuán bueno es Dios con Israel, con los puros de corazón! Yo estuve a punto de caer, y poco me faltó para que resbalara. Sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados. Ellos no tienen ningún problema; su cuerpo está fuerte y saludable. Libres están de los afanes de todos; no les afectan los infortunios humanos. Por eso lucen su orgullo como un collar, y hacen gala de su violencia. ¡Están que revientan de malicia, y hasta se les ven sus malas intenciones! Son burlones, hablan con doblez y, arrogantes, oprimen y amenazan. Con la boca increpan al cielo, con la lengua dominan la tierra. Por eso la gente acude a ellos y cree todo lo que afirman. Hasta dicen: «¿Cómo puede Dios saber? ¿Acaso el Altísimo tiene entendimiento?» Así son los impíos; sin afanarse, aumentan sus riquezas. En verdad, ¿de qué me sirve mantener mi corazón limpio y mis manos lavadas en la inocencia, si todo el día me golpean y de mañana me castigan? Si hubiera dicho: «Voy a hablar como ellos», habría traicionado a tu linaje. Cuando traté de comprender todo esto, me resultó una carga insoportable, hasta que entré en el santuario de Dios; allí comprendí cuál será el destino de los malvados

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