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1 REYES 14:10-31

1 REYES 14:10-31 BLP

Por eso, yo voy a traer la desgracia a la familia de Jeroboán: exterminaré a todos sus varones, esclavos o libres, y barreré su descendencia por completo, como se barre la basura. Al que de los suyos muera en la ciudad lo devorarán los perros; al que muera en el campo lo devorarán las aves del cielo. ¡Lo ha dicho el Señor! En cuanto a ti, prepárate a volver a casa, pues cuando entres en la ciudad, el niño morirá. Todo Israel lo llorará y lo enterrará. Será el único de la familia de Jeroboán que descansará en una sepultura, pues solo en él, entre toda su familia, ha encontrado algo bueno el Señor, Dios de Israel. El Señor se elegirá un rey en Israel que acabará ese día con la dinastía de Jeroboán. El Señor golpeará a Israel como un carrizo sacudido por el agua; arrancará a Israel de esta buena tierra que dio a sus antepasados y lo dispersará al otro lado del Éufrates, porque se fabricaron columnas sagradas, ofendiendo con ello al Señor. El Señor castigará a Israel por los pecados que Jeroboán ha cometido y los que ha hecho cometer a Israel». La mujer de Jeroboán emprendió el regreso, llegó a Tirsá y, al cruzar el umbral de su casa, el niño murió. Lo enterraron y todo Israel hizo duelo por él, como el Señor había anunciado por medio de su siervo, el profeta Ajías. El resto de la historia de Jeroboán, sus batallas y su reinado, están escritos en el libro de los Anales de los Reyes de Israel. Jeroboán reinó veintidós años. Cuando murió, su hijo Nadab le sucedió como rey. Roboán, hijo de Salomón, tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar sobre Judá. Reinó durante diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que el Señor había elegido entre todas las tribus de Israel como residencia de su nombre. Su madre se llamaba Naamá y era amonita. Judá ofendió al Señor provocando su ira más que sus antepasados con los pecados que cometieron. También ellos se construyeron santuarios en los montes, columnas y postes sagrados sobre todas las colinas prominentes y debajo de todos los árboles frondosos. Incluso se permitió la prostitución sagrada en el país e imitaron todas las infamias de las naciones que el Señor había expulsado ante los israelitas. El quinto año del reinado de Roboán, Sisac el rey de Egipto atacó Jerusalén. Saqueó los tesoros del Templo y los del palacio real y se lo llevó todo. También se llevó todos los escudos de oro que Salomón había mandado hacer. El rey Roboán los sustituyó con escudos de bronce y los puso al cuidado de los jefes de la escolta que custodiaban la entrada del palacio real. Cada vez que el rey entraba al Templo del Señor, la escolta los llevaba y luego los devolvía a la sala de guardia. El resto de la historia de Roboán y todo lo que hizo está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Judá. Roboán y Jeroboán estuvieron siempre en guerra. Cuando murió Roboán, fue enterrado con sus antepasados en la ciudad de David. Su hijo Abías le sucedió como rey.