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HECHOS 9

9
Pablo irrumpe en escena (9,1-31)
Encuentro de Pablo con Jesús#22,4-21; 26,9-18; Ga 1,11-24.
1Entre tanto, Saulo, que seguía respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se dirigió al sumo sacerdote#8,3. 2y le pidió cartas de presentación para las sinagogas de Damasco. Su intención era conducir presos a Jerusalén a cuantos seguidores del nuevo camino del Señor encontrara, tanto hombres como mujeres.
3Se hallaba en ruta hacia Damasco, a punto ya de llegar, cuando de pronto un resplandor celestial lo deslumbró. 4Cayó a tierra y oyó una voz que decía:
—Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues#9,4: me persigues: Algunos mss. añaden: duro es para ti dar coces contra el aguijón. ?
5—¿Quién eres, Señor? —preguntó Saulo.
—Soy Jesús, a quien tú persigues —respondió la voz—.#1 Co 9,1; 15,8. 6Anda, levántate y entra en la ciudad. Allí recibirás instrucciones sobre lo que debes hacer.
7Sus compañeros de viaje se habían quedado mudos de estupor. Oían la voz, pero no veían a nadie. 8Saulo se levantó del suelo y, cuando abrió los ojos, no podía ver. Así que lo llevaron de la mano a Damasco, 9donde pasó tres días privado de la vista, sin comer y sin beber.
Saulo y Ananías
10Residía en Damasco un discípulo llamado Ananías. En una visión oyó que el Señor lo llamaba:
—¡Ananías!
—Aquí estoy, Señor —respondió.
11El Señor le dijo:
—Vete rápidamente a casa de Judas, en la calle Recta, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Ahora está orando 12y acaba de tener una visión en la que un hombre llamado Ananías entra en su casa y le toca los ojos con las manos para que recobre la vista.#6,6; Mc 8,23-25.
13—Señor —contestó Ananías—, muchas personas me han hablado acerca de ese hombre y del daño que ha causado a tus fieles en Jerusalén.#8,3; 9,1. 14Y aquí mismo tiene plenos poderes de los jefes de los sacerdotes para prender a todos los que te invocan.
15—Tú, vete —replicó el Señor—, porque he sido yo quien ha elegido a ese hombre como instrumento para que anuncie mi nombre a todas las naciones, a sus gobernantes y al pueblo de Israel. 16Yo mismo le mostraré lo que habrá de sufrir por mi causa.#2 Co 11,23-28.
17Ananías partió inmediatamente y, tan pronto como entró en la casa, tocó con sus manos los ojos de Saulo y le dijo:
—Hermano Saulo, Jesús, el Señor, el mismo que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo.
18De repente cayeron de sus ojos una especie de escamas y recuperó la vista. A continuación fue bautizado, 19tomó alimento y recobró fuerzas.
Saulo proclama el mensaje en Damasco
Saulo se quedó algún tiempo con los discípulos que residían en Damasco, 20y bien pronto empezó a proclamar en las sinagogas que Jesús era el Hijo de Dios. 21Todos los que lo oían comentaban llenos de asombro:
—¿No es este el que en Jerusalén perseguía con saña a los creyentes? ¿Y no ha venido aquí expresamente para llevarlos presos ante los jefes de los sacerdotes?
22Pero Saulo se crecía más y más y, con argumentos irrefutables, demostraba a los judíos de Damasco que Jesús era el Mesías.#2,36; 17,3; 18,5.28.
23Algún tiempo después, los judíos se propusieron matar a Saulo.#23,12.16. 24Pero alguien lo puso al corriente de tales propósitos y, aunque los judíos vigilaban día y noche las puertas de la ciudad con intención de asesinarlo, 25los discípulos de Saulo lo descolgaron una noche por la muralla, metido dentro de un cesto.#2 Co 11,32-33.
Saulo en Jerusalén
26Cuando Saulo llegó a Jerusalén, trató de unirse al grupo de los discípulos; pero todos lo miraban con recelo, pues no acababan de creer que fuera uno de ellos. 27Entonces, Bernabé lo tomó consigo y lo presentó a los apóstoles. Les contó cómo Saulo había visto al Señor en su viaje hacia Damasco, de qué manera le había hablado el Señor y con qué valentía había hablado en Damasco acerca de Jesús.#4,36; 9,4.20; 26,14; 1 Co 9,1; 15,8; Ga 1,18-19.
28A partir de entonces, Saulo se movía libremente por Jerusalén en compañía de los apóstoles, y hablaba sin miedo acerca del Señor. 29Pero pronto entró en polémica con los judíos de lengua griega, que comenzaron a tramar planes para matarlo. 30Al enterarse, los hermanos lo escoltaron hasta Cesarea y después lo encaminaron a Tarso.#11,25; Ga 1,21.
Sumario
31La Iglesia gozó de un período de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Fueron días en que, impulsada por el Espíritu Santo y plenamente fiel al Señor, iba consolidándose y extendiéndose cada vez más.#2,41.47; 4,4; 5,14; etc.
Actividad misionera de Pedro (9,32–12,25)
Pedro sana a Eneas
32Pedro, que recorría incansable todos los lugares, fue también a visitar a los fieles de Lida. 33Allí encontró a un hombre llamado Eneas, a quien la parálisis tenía postrado en cama desde hacía ocho años.#3,1-10. 34Pedro le dijo:
—Eneas, Jesucristo va a curarte; levántate y haz tu cama.
Eneas se levantó inmediatamente. 35Y cuando los habitantes de Lida y de toda la llanura de Sarón lo vieron sano, se convirtieron al Señor.
Resurrección de Tabita
36Había en Jope una mujer creyente llamada Tabita, nombre que significa «Gacela». Se dedicaba por entero a hacer buenas obras y a socorrer a los necesitados.#10,2; Mt 6,1-4; Lc 11,41; 12,33. 37Pero uno de aquellos días cayó enferma y murió. Lavaron su cadáver y lo depositaron en la habitación del piso de arriba. 38Los discípulos de Jope, ciudad próxima a Lida, se enteraron de que Pedro se hallaba en esta última ciudad y enviaron urgentemente dos hombres con este ruego:
—Ven a nuestra ciudad sin pérdida de tiempo.
39Pedro partió con ellos enseguida. Al llegar a Jope le hicieron subir a la habitación donde estaba la difunta. Allí se vio rodeado de viudas que, anegadas en lágrimas, le mostraban los vestidos y mantos que Gacela les hacía cuando estaba con ellas. 40Pedro hizo salir a todos y, arrodillándose, se puso a orar. Se acercó después al cadáver y dijo:#Mc 5,40-41; Lc 7,14-15.
—¡Tabita, levántate!
Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó en el lecho. 41Él la tomó de la mano y la ayudó a ponerse en pie; llamó luego a las viudas y a los fieles, y se la presentó con vida. 42La noticia corrió por toda Jope, y fueron muchos los que creyeron en el Señor. 43Pedro se quedó una temporada en Jope, en casa de un tal Simón, que era curtidor.

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