DANIEL 11:15-36
DANIEL 11:15-36 BLP
Entonces el rey del norte llegará, mandará construir terraplenes y acabará conquistando una ciudad fortificada. Las tropas del rey del sur serán demasiado débiles como para resistir; incluso lo mejor de su ejército carecerá de fuerzas para mantenerse. El invasor actuará a su capricho; nadie podrá hacerle frente. Se establecerá en la Tierra del Esplendor, que caerá por entero en su poder. Decidirá venir con la fuerza de todo su reino para establecer una alianza con el rey del sur; le dará una hija en matrimonio con el propósito de destruir el reino, pero sus planes no tendrán éxito ni le servirán de nada. Entonces dirigirá su mirada a las ciudades de las zonas costeras y se apoderará de algunas de ellas, pero un general acabará poniendo fin a su insolencia haciendo que esta recaiga sobre él. Después de esto, regresará a las fortalezas de su país, pero tropezará y caerá para no reaparecer. Su sucesor enviará a un cobrador de tributos para expoliar el esplendor del reino. Sin embargo, será destruido en pocos años, sin enfados ni luchas. Ocupará su lugar en el trono una persona despreciable, a quien nadie le ha concedido el honor de la realeza. Invadirá el reino cuando sus habitantes estén confiados y se hará con él mediante intrigas. Los ejércitos enemigos se desmoronarán ante él, y acabarán siendo aniquilados junto con el príncipe de la alianza. Usará la traición contra sus propios aliados y se hará con el poder con unos pocos efectivos. Cuando las provincias más ricas se sientan confiadas, las invadirá y llevará a cabo lo que no habían hecho ni sus padres ni sus abuelos: repartir el botín, los despojos y las riquezas entre sus seguidores. Planeará el ataque de las ciudades fortificadas, aunque por breve tiempo. Desplegará todo su poder y su coraje para atacar al rey del sur con un gran ejército. El rey del sur le hará frente con un ejército enorme y muy poderoso, pero no podrá resistir a causa de las conspiraciones urdidas contra él, pues hasta sus propios comensales intentarán destruirlo. Su ejército será aniquilado y muchos caerán en el campo de batalla. Los dos reyes, urdiendo planes funestos, se sentarán a la misma mesa y se intercambiarán mentiras, pero nada de lo que planeen tendrá éxito, pues el fin solo llegará en el tiempo fijado. El rey del norte volverá a su país con grandes riquezas, pero planeando hacer frente a la santa alianza, proyecto que llevará a cabo antes de regresar. Volverá e invadirá el sur en el tiempo fijado, pero esta vez las cosas no serán como la vez anterior, pues lo atacarán naves de Quitín. Él se acobardará y huirá, pero desfogará su cólera contra la santa alianza. Y volverá a ponerse de acuerdo con los dispuestos a abandonar la santa alianza. Enviará tropas que ocuparán y profanarán el Templo y la ciudadela, y suprimirán el sacrificio permanente. Después instalarán la abominación devastadora. Corromperá con halagos a los que han violado la alianza, pero la gente que es leal a su Dios le hará frente con firmeza. La gente sabia del pueblo instruirá a muchos, aunque durante algún tiempo caerán víctimas de la espada, serán quemados o soportarán cautiverios y saqueos. Cuando caigan, recibirán poca ayuda; incluso algunos se unirán a ellos con falsedad. Algunos sabios caerán, pero eso les valdrá para ser probados, purificados y quedar sin mancha hasta que llegue el momento final, pues hay todavía un intervalo hasta el tiempo fijado. El rey actuará a su capricho. Se engrandecerá y se exaltará a sí mismo por encima de todos los dioses y dirá cosas inauditas contra el Dios de los dioses. Y tendrá éxito hasta que se haya colmado el tiempo de la cólera, pues lo que ha sido decidido tiene que cumplirse.