GÉNESIS 27:1-38
GÉNESIS 27:1-38 BLP
Isaac era ya anciano y sus ojos se habían nublado tanto que ya no veía. Entonces llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: —¡Hijo mío! Él respondió: —Aquí estoy. Continuó Isaac: —Como ves, ya soy un anciano y cualquier día me puedo morir. Quiero que vayas al monte con tu arco y tus flechas y me traigas algo de caza. Después me lo guisas como a mí me gusta y me lo traes para que me lo coma, pues deseo darte mi bendición antes de morir. Pero Rebeca había estado escuchando lo que Isaac le decía a su hijo Esaú y, en cuanto este salió al monte a cazar algo para su padre, ella llamó a su hijo Jacob y le dijo: —Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu hermano Esaú que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le gusta, y después le dará su bendición delante del Señor antes de morir. Así que ahora, hijo mío, haz lo que te mando. Vete al rebaño y tráeme dos de los mejores cabritos. Yo prepararé a tu padre un guiso como a él le gusta y tú se lo llevarás para que coma; y así te dará su bendición antes de morir. Pero Jacob replicó a Rebeca, su madre: —Sabes que mi hermano Esaú es velludo y yo soy lampiño. Si resulta que mi padre llega a palparme y descubre que soy un impostor, me acarrearé maldición en lugar de bendición. Su madre le dijo: —Caiga sobre mí esa maldición, hijo mío. Tú haz lo que te digo y tráeme esos cabritos. Jacob fue en busca de los cabritos, se los llevó a su madre y ella preparó el guiso como a su padre le gustaba. Después Rebeca tomó la ropa de su hijo mayor Esaú, el mejor vestido que guardaba en casa, y se lo vistió a Jacob, su hijo menor. Con la piel de los cabritos le cubrió las manos y la parte lampiña del cuello, y puso en las manos de su hijo Jacob el guiso y el pan que había preparado. Jacob entró adonde estaba su padre y le dijo: —¡Padre! Isaac respondió: —Aquí estoy. ¿Quién eres tú, hijo mío? Jacob dijo: —Soy Esaú, tu primogénito. Ya hice lo que me pediste. Ven, incorpórate para comer de lo que he cazado, y después me darás tu bendición. Isaac dijo a su hijo: —¡Qué pronto has encontrado caza! Jacob respondió: —El Señor tu Dios me la puso al alcance. Pero Isaac le dijo: —Acércate, hijo mío, deja que te palpe para saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. Y Jacob se acercó a Isaac, su padre, que palpándolo dijo: —La voz es la de Jacob, pero las manos son de Esaú. Así que no lo reconoció porque sus manos eran velludas como las de su hermano Esaú. Ya se disponía a bendecirlo cuando volvió a preguntarle: —¿Eres tú de verdad mi hijo Esaú? Jacob contestó: —Lo soy. Entonces su padre le dijo: —Sírveme de lo que has cazado, hijo mío, para que coma, y te daré mi bendición. Jacob sirvió de comer a su padre, y comió; también le sirvió vino, y bebió. Después Isaac, su padre, le dijo: —Acércate ahora, hijo mío, y bésame. Cuando Jacob se acercó para besarlo, Isaac le olió la ropa. Entonces lo bendijo con estas palabras: «El aroma de mi hijo es como el aroma de un campo que el Señor ha bendecido. Que Dios te conceda del cielo el rocío, y de la tierra una abundante cosecha de vino y de trigo. Que tengas pueblos por vasallos y naciones se inclinen ante ti. Que seas señor de tus hermanos y ante ti se postren los hijos de tu madre. ¡Maldito sea quien te maldiga, y quien te bendiga, bendito sea!». Apenas había terminado Isaac de bendecir a Jacob y de salir este de donde estaba su padre, cuando volvió de cazar Esaú, su hermano. Preparó también Esaú un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo: —Levántate, padre, come de esto que ha cazado tu hijo y dame tu bendición. Su padre Isaac le preguntó: —¿Quién eres tú? Él respondió: —Soy Esaú, tu hijo primogénito. Isaac se estremeció sobremanera y exclamó: —Entonces ¿quién es el que fue a cazar y me lo trajo y comí de todo antes de que tú llegaras? Le di mi bendición, y bendecido quedará. Al oír Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito atroz, lleno de amargura, y le suplicó: —¡Dame tu bendición a mí también, padre! Pero Isaac le respondió: —Ha venido tu hermano con engaños y te ha robado tu bendición. Esaú exclamó: —¡Con razón le pusieron el nombre de Jacob! Ya van dos veces que me ha hecho trampa; primero me quitó mi primogenitura, y ahora me ha arrebatado mi bendición. ¿No te queda otra bendición para mí? Isaac le respondió: —Mira, lo he puesto por señor tuyo y he declarado siervos suyos a todos sus hermanos. Le he provisto de vino y trigo, ¿qué puedo hacer ya por ti, hijo mío? Pero Esaú insistió: —¿Es que solo tienes una bendición, padre? ¡Bendíceme también a mí, padre mío! Y Esaú se puso a llorar y a dar grandes gritos.