ISAÍAS 44:6-23
ISAÍAS 44:6-23 BLP
Así dice el Señor, rey de Israel, su redentor, el Señor del universo: Yo soy el primero y el último, no hay Dios fuera de mí. ¿Quién es como yo? Que lo diga, que lo proclame y lo exponga ante mí. ¿Quién anunció el futuro de antemano? Que nos digan lo que va a suceder. No tengáis miedo ni temáis, ¿no lo anuncié y lo dije hace tiempo? Y vosotros sois mis testigos: ¿Acaso hay Dios fuera de mí? Yo no conozco ninguna otra Roca. Los que fabrican ídolos no valen nada, sus dioses predilectos en nada aprovechan. Sus fieles testigos nada pueden ver, nada sienten y quedan defraudados. ¿Quién hace un dios o funde una imagen que no va a servir para nada? Todos sus amigos quedarán defraudados, pues los artífices solo son humanos. Si se juntan y comparecen todos, quedarán avergonzados y asustados. El herrero corta el metal, después lo trabaja en las brasas, le va dando forma con el mazo, lo trabaja con brazo vigoroso. Acaba hambriento y exhausto, pasa sed y siente fatiga. El carpintero aplica la regla, dibuja la imagen con punzón, la trabaja con gubia y compás; le da figura de hombre, igual que una imagen humana, destinada a habitar una casa. Corta madera de cedro, escoge una encina o un roble, elige entre los árboles del bosque. Planta un pino, que crece con la lluvia y sirve de leña a la gente; usa una parte para calentarse o también para cocer el pan. Pero fabrica un dios y lo adora, hace una imagen y la reverencia. Quema una mitad en el fuego, asa carne en la lumbre y se sacia; se calienta y dice: «¡Qué bien; qué caliente delante del hogar!». Con el resto fabrica un dios, que luego adora y reverencia, y le pide con una oración: «Sálvame, que eres mi dios». No saben nada ni entienden, son sus ojos incapaces de ver, sus mentes no saben comprender. Es incapaz de pensar, carece de conocimiento y de criterio para decir: «He quemado la mitad en el fuego, he cocido pan en las brasas, he asado carne y he comido; ¿haré del resto algo abominable? ¿me postraré ante un tronco de árbol?». Esta gente se apacienta de ceniza, la ilusión de su mente los hace delirar; son incapaces de salvarse reconociendo que es pura mentira lo que tienen en su mano. Acuérdate de esto, Jacob, de que eres mi siervo, Israel. Te he formado y eres mi siervo, Israel, no te olvidaré. Como niebla disipé tus rebeldías, igual que una nube tus pecados. Vuelve a mí, que te he redimido. Alégrate, cielo, que ha actuado el Señor; aclamad jubilosas, simas de la tierra. Prorrumpan los montes en alegría, el bosque y los árboles que contiene. El Señor ha rescatado a Jacob, despliega su gloria en Israel.