ISAÍAS 59:1-21
ISAÍAS 59:1-21 BLP
No es tan corta la mano del Señor que no pueda salvar; tampoco su oído es tan duro que no pueda oír; son vuestros pecados los que crean un abismo entre vosotros y vuestro Dios; son vuestros delitos los que hacen que oculte su rostro y no os oiga, por no veros ni oíros. Están vuestras manos repletas de crímenes, vuestros dedos tintos en sangre, vuestros labios hablan en falso, vuestra lengua musita maldades. Nadie recurre a la justicia, nadie pleitea con lealtad; se basan en naderías y dicen falsedades, se preñan de injusticia y paren maldad. Incuban huevos de serpiente, tejen telas de araña; quien come de sus huevos, muere; si los abren, sale una víbora. Lo que tejen no sirve de vestido, con lo que fabrican, no te puedes cubrir; sus acciones son todas criminales, sus manos perpetran violencia. Sus pies caminan deprisa hacia el mal, se apresuran a derramar sangre inocente; sus proyectos son proyectos inicuos, en sus sendas abundan azote y destrucción. No conocen el camino de la paz, carecen de derecho sus senderos; caminan por sendas tortuosas, quien las pisa desconoce la paz. Por eso tenemos lejos el derecho, no ha llegado a nosotros la justicia; esperábamos luz y estamos a oscuras, claridad, y andamos en tinieblas. Palpamos como ciegos la pared, como invidentes andamos a tientas; trompicamos a mediodía como si fuera de noche; rebosamos salud y parecemos muertos. Todos gruñimos como osos, zureamos igual que palomas. Esperábamos derecho, ¡y nada!, salvación, y la tenemos lejos. Nuestros delitos contra ti son muchos, nuestros pecados testifican contra nosotros; nuestros crímenes siempre nos acompañan, y conocemos bien nuestras culpas: rebelarnos y renegar del Señor, dejar de seguir a nuestro Dios; hablar de opresiones y revueltas, urdir palabras engañosas. Y queda marginado el derecho, la justicia permanece alejada, pues tropieza en las calles la lealtad, la honradez no sabe abrirse paso. La lealtad brilla por su ausencia, quien se aparta del mal es despojado. El Señor ha visto disgustado que ya no existe el derecho; ha visto asombrado que nadie pone remedio. Así que ha decidido poner en juego su poder, apoyarse en su propia justicia: como coraza se ha vestido la justicia, como casco se ha puesto la salvación; se ha vestido con ropas de venganza, se ha ceñido el manto de la cólera. Pagará a cada cual conforme a sus obras, furia a sus adversarios, afrenta a sus enemigos; las islas recibirán el pago de sus acciones. Y temerán en occidente el nombre del Señor, en oriente respetarán su gloria, pues vendrá como torrente impetuoso, impulsado por el aliento del Señor. Pero vendrá como redentor a Sion, a los arrepentidos de la casa de Jacob —oráculo del Señor. Por mi parte, esta es mi alianza con ellos, dice el Señor: el espíritu que derramé sobre ti y las palabras que puse en tu boca, no desaparecerán de tu boca, ni de la boca de tus descendientes, ni de la boca de los descendientes de tus descendientes. Lo dice el Señor desde ahora y para siempre.